Hugo Remedi
Pasó una nueva elección. El justicialismo revalidó laureles aunque no en la medida triunfalista que se lo intentó mostrar en la jornada del lluvioso domingo pasado. El partido en el gobierno mantuvo el caudal histórico electoral -lo que no es un dato menor-, pero tampoco significa ese resultado haber plantado el árbol de los frutos de oro. Lo del radicalismo fue patético pero no sorpresivo. Hizo la peor elección de su vida institucional sólo superada por la de Leopoldo Moreau en 2003. Sorpresa y media fue sí, lo del Nuevo Espacio Entrerriano que a lo Reutemann se quedó sin combustible a metros de la llegada de modo que la tan declamada pelea por el segundo puesto sigue siendo una ilusión por concretar. Crecieron el PPR y el PH en forma significativa, Maya cerró la era menemista y Lucy Grimalt busca respuestas. Una vez más, bajó la afluencia de votantes y los números de la consulta abrieron el abanico de las polémicas.
Algo así como: “no tanto porque somos mejores, sino porque los otros son peores”, profetizó en algún momento de la historia argentina el ex presidente de la Nación general Juan Perón como un modo de sintetizar una realidad de entonces que hoy, salvando las diferencias, parece volver a emerger cuando se hace un análisis más descansado de la elección del domingo pasado.
Naturalmente, la lógica euforia justicialista de la lluviosa jornada dominguera opacó toda posibilidad de evaluación real e inmediata en tanto y en cuanto el oficialismo festejó a garganta batiente un triunfo que en sí no significa en verdad más que mantener el caudal electoral del justicialismo en su historial democrático desde 1983 (ver recuadro aparte). Lo que si también es cierto, y de allí surge el recuerdo de lo que alguna vez dijo el fundador del justicialismo, es que el radicalismo hizo la peor elección de su historia en cuanto se refiera a poner a consideración del electorado a figuras locales (ver cuadro aparte). No obstante, la peor performance de la UCR en Entre Ríos sigue siendo obviamente la elección que hizo Leopoldo Moreau como candidato a presidente en la convocatoria comicial del 27 de abril de 2003, cuando sacó 25.457 votos. Pero en aquel momento la provincia transitaba por los federales y el apoyo a Moreau del entonces gobernador Sergio Montiel, con lo que eso implicaba.
Evidentemente el otro gran derrotado fue Emilio Martínez Garbino y en consecuencia el Nuevo Espacio Entrerriano. Incluso, aún más que lo que le sucedió al radicalismo habida cuenta de que a diferencia del centenario partido el Nuevo Espacio Entrerriano en medio de la euforia preelectoral afirmaba días antes al domingo 23 que estaba disputando el segundo puesto con el radicalismo. Sólo 43.000 votos lo distanciaron de la aún magra realidad radical.
A la luz de los resultados registrados, se puede concluir por lo pronto que la sociedad electoral asestó un fuerte golpe a las apetencias electorales de cara a la anunciada candidatura de Emilio Martínez Garbino por el NEE y la más cuidada de Sergio Varisco para pelear la Gobernación en 2007.
La parada de este domingo, que se suponía superable al 2003 en expectativa de votos, sobre todo para el Nuevo Espacio, transformada en un cachetazo los puso de cara a la realidad y de ese modo, los reposicionó en la base del cerro que a partir de ahora tendrán que comenzar a escalar de nuevo, por otros caminos, con otra ropa y con otros elementos.
El justicialismo ganó en casi todos los departamentos a excepción de Federal, lo cual tampoco es un dato singularmente especial si se tiene en cuenta que el PJ en la elección del 2003 ya había vapuleado al radicalismo en casi todo el territorio provincial. Es decir, en ese sentido no hay ningún tipo de valor agregado.
¡Que vuelva Sergio... Alberto!
Lo cierto es que Jorge Busti ratificó que es el gran elector de esta provincia de Entre Ríos, que su único enemigo político -en este caso no es adversario- con fuste fue Sergio Montiel y que desde ese fuerte liderazgo ha conseguido mantener al justicialismo con un similar promedio de votos desde hace varias elecciones, pese a que, como el resto de la dirigencia política vernácula, tuvo que sortear crisis terminales, como por ejemplo la de 2001.
En la Nación producto de los resultados registrados el domingo eleccionario, nació el kirchnerismo y como consecuencia casi de forma automática dará vía libre a la institucionalización de una oposición directa, cosa que no sucedía hasta el momento porque el Presidente gozaba del poder prestado.
En cambio en Entre Ríos, el poder de Busti era conocido pero lo que muchos no se imaginaban era que la oposición en vez de consolidarse frente a un fuerte liderazgo -llámese radicalismo o Nuevo Espacio- iba a desintegrarse como sucedió.
(Más información en la edición gráfica de ANALISIS de esta semana)
