La muerte de una joven hizo temblequear a la Justicia y profundizó desconfianzas en el proceso oral que intenta dilucidar el paradero de Fernanda Aguirre. Una corta vida embotada de drogas y soledad cayeron en manos de una Policía sospechosa. Las declaraciones de Mirta Cháves instalaron interrogantes que de antemano ya no tenían respuestas. Una serie de coincidencias pueden ser las claves para echar luz sobre el recorrido de la causa antes del juicio. En el medio, un abogado que llega a Paraná solicitado a través de una carta.

Federico Malvasio

A las coincidencias se las suele poner enseguida bajo sospecha. En temas judiciales, esta lógica se multiplica por mil. Mientras tanto, quienes tienen que despejarlas deben transitar el camino de la duda. Sentido común puro.

La tercera jornada del juicio en el que se les imputa a Mirta Cháves y Raúl Monzón el delito de secuestro extorsivo de Fernanda Aguirre -la primera en calidad de coautora y el segundo como partícipe secundario- llevó la causa a un estado de desconcierto luego de que se produjeran declaraciones inesperadas.

Abogados, periodistas y quienes estaban en el proceso oral salieron de la sala juzgadora a tomar aire y se encontraron con un enigma. Fue en la mañana del 19 de noviembre. Mirta Cháves ya había declarado seis días antes sobre las presiones que sufría en la celda y admitido las amenazas por parte de policías para meter a Monzón en la causa. “Me metieron con una loca que todas las noches me interrogaba y me decía que me iban a matar, como lo mataron a Miguel (Lencina), porque eso les pasaba a los secuestradores. Estaba tan presionada y aturdida, que cuando unos tipos que me interrogaban me dijeron que por mi bien declarara contra Monzón, lo hice porque en ese momento temía por mi vida”.

Estos dichos fueron suficientes para que los defensores Rubén Pagliotto y Nora Lanfranqui, representantes de Monzón y Chávez respectivamente, reclamaran de forma inmediata la citación a declarar de una mujer llamada Gretel Cecilia Fernández, identificada en la Unidad Penal de Mujeres Número 6 como la supuesta “datera” de la Policía a la que Cháves hizo referencia en su declaración testimonial, que duró más de dos horas y media. Frente al tribunal integrado por José María Chémez, Ricardo González y Hugo Perotti, la viuda de Lencina no dejó pasar las referencias que tenía por el relato de otras detenidas respecto a que esa mujer “era utilizada” por la Policía para sacarle información sobre el caso. También narró que “la loca” se movía libremente dentro de los calabozos y que hasta llegó a golpearla y a amenazarla con matar a sus hijos si no le daba detalles del hecho.

(Más información en la edición gráfica de ANALISIS de esta semana)