Florencia Penna

El noneto liderado por Carlos Negro Aguirre presenta en Paraná su esperado tercer disco, el sábado a las 21 en el Teatro 3 de Febrero. El mismo sorprende desde su concepción y su composición, engalanado en un intenso violeta. En diálogo con ANALISIS, el pianista y compositor oriundo de Seguí, se adentra en este nuevo material editado por el sello independiente Shagrada Medra, que recientemente presentó con gran éxito en La Plata, Berazategui, Tandil, ciudad de Buenos Aires y Mar del Plata. Una búsqueda de perfil más camarístico, en un movimiento que encuentra en el riesgo su mayor profundidad. “La forma era un trabajo pendiente”, declaró.

Son seis las obras instrumentales que aguardan bajo ese único ojo que exhibe la portada sin nombre pero de color violeta, diseñada por Roxana Reinoldi e intervenida plásticamente por Pamela Villarraza. El tercer ojo, la hendija para las emanaciones que se extienden más allá del aura, la puerta entre universos. Este nuevo material es el sucesor de Caminos, primer disco solista de Aguirre con obras para piano, y profundiza esa línea compositiva. “Las voces tienen un nuevo rol que a veces jerarquizan alguna melodía, otras crean sonoridades que dan la sensación de un cuarteto de cuerdas”. Nuevas características aparecen también tras la incorporación de sikus, quenacho, flauta baja y marimba de caña entre otros.

En el barrio de Bajada Grande y a la vera del río Paraná, Carlos Negro Aguirre, una de las 100 personalidades más destacadas de la Música Popular Argentina contemporánea (Premio Konex diploma al mérito), comparte su cosmos vital.

–¿Qué expectativas sobrevuelan la presentación del sábado?
–Siempre la de acá es la más brava. Si bien tocamos en casa, es a la vez mayor responsabilidad porque hay muchos amigos que conocen el trabajo que venimos haciendo, y tienen más elementos para juzgar si uno evoluciona o no. Acá tendremos la suerte de hacerlo con un par de invitados presentes en el disco, Luis Barbiero y Marcelo Arce, que ya han estado en producciones anteriores. Después, no será diferente de lo que presentamos en Buenos Aires: transitaremos fundamentalmente por el disco nuevo.

–Que es instrumental…
–Netamente. Por eso preparamos algunas canciones de los primeros discos en versiones nuevas, a modo de pequeños descansos. Yo venía trabajando folclore argentino y eso presupone algunas formas dadas que resultan de las coreografías tradicionales: una zamba tiene tantos compases. La forma es un aspecto como cualquier otro, como la melodía, el ritmo, que un músico también quiere trabajar y no quedarse con la cosa dada. Yo sentía que el trabajo de la forma era una cuestión pendiente en mi formación musical. Este disco fue el permiso de tomar algunos gestos folclóricos pero con una forma no tradicional. La ausencia del texto genera la necesidad de detenerse en la música porque ésta necesita más tiempo para contar algo. Una canción puede hacerlo en un tiempo breve porque el texto colabora mucho.

–¿Cómo surgió la idea de esta placa?
–Varios factores se fueron aglutinando, yo no tenía la idea de producir un disco así. En nuestro devenir de ensayos y laboratorio se fueron incorporando nuevos instrumentos. Necesitaba, como compositor, una paleta más abierta tímbricamente, y conté con la apertura de los integrantes del grupo. Si bien ninguno tocaba los instrumentos que les propuse, los estudiaron como si tuvieran que ejecutarlos mañana. Fue buenísimo porque escribí pensando en un intérprete experimentado. Eso lo aplicamos a las canciones que veníamos trabajando, y a partir de tener esa paleta de timbre, surgieron pequeños cuentos musicales que fueron plasmándose de a poquito; armábamos uno y lo tocábamos en algún recital en el medio de las canciones. Pasó un buen tiempo hasta que se formó un corpus definido, con temas de una identidad y una cohesión como para agruparlos en un disco.

–Prefirieron no mecharlos más entre las canciones.
–Claro. Me pareció más lindo que fuera sólo instrumental. Paralelamente hay canciones nuevas que venimos haciendo, aún no las hemos presentado. Darán lugar a otro disco, donde creo está bueno no mezclar. Somos todo eso, nos gusta transitar en uno y en otro lado. Pero a la hora de darle una identidad como disco, uno piensa en una obra conceptual. Y agrupamos por un lado lo instrumental y por otro, las canciones.

–Algunas pistas son extensas…
–Es muy raro porque siempre he trabajado formas pequeñas, de tres o cuatro minutos, a lo sumo cinco, y acá aparecen temas de 11. Después que hicimos el disco pensamos que nos jugaría en contra a la hora de difundir el material, porque son pocos los programas que pueden tener el relax suficiente para pasar un tema entero. De todas maneras nunca pienso de antemano, no me interesa especular en lo más mínimo sobre lo que ocurre con lo que hacemos.

–¿Qué tiene que suceder?
–Fundamentalmente que los que estamos tocando nos sintamos identificados con eso. De ahí en más vemos cómo hacemos que circule. Además, respecto a lo que se insinuaba en los otros discos con la presencia del cuarteto de voces, a fines del año pasado nos dimos cuenta que era el sonido del grupo y que no tenía vuelta, había que pensar en la incorporación definitiva. Con más razón me dieron ganas de impulsar el proyecto del disco, me parecía bueno plasmar esa sonoridad. Quería arrancar el año mostrando la realidad de hoy. Eso dinamizó muchas cosas dentro del grupo, al compromiso que ya traían los chicos, muy intenso y marcado, le puso más pilas. Estoy muy feliz porque están todos con la camiseta puesta, generando y arrimando ideas. Ahí es donde empiezan a crecer los vínculos y la música.

(Más información en la edición gráfica de ANALISIS de esta semana)