Marcelo Comas
Es el menor de dos hermanos en una familia que eligió el sóftbol como una guía y forma de conducta a seguir en la vida. El que puso la semilla de ese amor recíproco entre el deporte del bate y los suyos fue su padre, Eduardo, uno de los más grandes jugadores que entregó la especialidad en la capital entrerriana. Más tarde esa pasión prendió en Francisco; lo mismo ocurrió con Lisandro, aunque en menor medida. Ambos debían recoger el legado de su padre, mantener el apellido entre los más respetados y, si de ser posible, sumar más trofeos a la vitrina familiar. Cada uno contaba con los elementos necesarios para trascender -no importaba el sacrificio que ello demandaba- y seguir aportando a la rica historia de la disciplina, aunque lo más importante consistía en transmitir los valores incorporados desde que tuvieron capacidad de razonar. El destino quiso que Francisco siguiera los pasos de su padre y se convirtiera en uno de los referentes del sóftbol paranaense, primero como destacado exponente en los clubes donde mostró sus virtudes y después en la Selección Argentina. Su capacidad como lanzador trascendió las fronteras y equipos de República Dominicana, Venezuela y Estados Unidos se interesaron por sus servicios.
“Arranqué a los 5 años en Don Bosco y toda la vida jugué ahí. Por más que ahora estoy dirigiendo en ATSA, toda la vida estuve relacionado al club. No falté ningún año”, comenzó diciendo el pitcher de 27 años. El popular Fran contó que existe un vínculo muy fuerte con la actividad a partir de los conocimientos que le transmitió su padre. “Cerca de 15 años me dirigió mi viejo, ya sea en Preinfantiles, Infantiles, Cadetes, Juvenil, Primera, pero casi siempre lo tuve a él como director técnico. Si bien es muy lindo que te dirija tu padre, es difícil a veces; tuvimos nuestras agarradas también por locuras mías”, reconoció en relación a su principal mentor en el deporte del bate.
Mientras observaba el andar de la gente que pasaba por uno de los laterales de un bar céntrico, el jugador más valioso del último Campeonato Argentino de Clubes analizó el puesto donde se desempeña y las exigencias que requiere en función de lograr el mejor rendimiento. Según reconoció el jugador de Don Bosco en diálogo con ANALISIS, para ocupar ese lugar “tenés que ser un loco fanático, porque es una posición donde tenés que hacer mucho sacrificio y donde es necesario mantener un entrenamiento constante. Siempre me pude destacar en otras posiciones, ya sea de outfield, primera base, a lo cual también le dedico mi tiempo entrenando”, consideró.
(Más información en la edición gráfica de ANALISIS de esta semana)
