El mayor desafío del justicialismo entrerriano es superar los efectos de la nacionalización de la campaña, cuyo recorrido finaliza en la elección de este domingo convocada para elegir cinco diputados nacionales. Condicionado por las circunstancias aunque también mostrándose convencido, el gobernador Sergio Urribarri aceptó el desafío y jugó a pleno a favor de los Kirchner. Sabe que esa decisión también plebiscita su gestión y la de todos los intendentes que se sumaron a la gesta. El bustismo, en cambio, se puso la campaña al hombro pero fue más sutil en el apoyo a los K. El PJ arriesga tres bancas, la UCR una y todos van por la que deja el moribundo Nuevo Espacio. Más por rebote de lo nacional que por mérito propio, el Pro aparece, de un modo sorpresivo, terciando por la quinta banca, aunque tampoco se descarta el PS en esta disputa. Los pronósticos muestran a un peronismo triunfante pero perdiendo votos en relación con su media histórica y a un radicalismo resucitando desde la contención del descontento generalizado. Extrañamente, para esta elección, los principales candidatos perdieron protagonismo y quedaron definitivamente colgados de las circunstancias. Quienes más arriesgan en esta apuesta electoral, además del gobernador son: Busti, Guastavino, intendentes como Halle, Bordet, Bahillo y Bisogni por el oficialismo, el chacarero De Ángeli por su tremendo rol opositor a los K y Cusinato, Vera y Varisco retemplados como para volver a bucear candidaturas radicales en 2011.
Hugo Remedi
¿Podrá el justicialismo este domingo recaudar los casi 290.000 votos o, lo que es lo mismo, el 47 por ciento de los sufragios que cosechó en la elección de 2007?
Difícil, muy difícil.
¿Se mantendrá la abrupta debacle electoral que viene transitando el radicalismo desde los comicios de 2005?
Es prácticamente imposible suponer que el radicalismo hoy en alianza con Elisa Carrió no vaya a superar con cierta holgura el magro 18,54 por ciento de los votos que consiguió en la última elección.
¿Podrá haber sorpresa el domingo?
Es posible. Para alguna de las encuestadoras que trabajan por la zona, el Pro estaría peleando por el quinto diputado nacional.
¿Hubo beneficiados con la nacionalización de la campaña?
Con certeza, la oposición.
Entre Ríos, en concordancia con el resto del país y, en medio de una pirotecnia verbal inusual, vuelve a las urnas este domingo. Pasaron 20 meses desde la última vez que se votó y hoy todo está casi al revés.
En esta ocasión, el botín institucional alcanza a cinco bancas de diputados nacionales, el político: el apoyo o el desprecio a los Kirchner.
Según el padrón actualizado, unos 890.000 entrerrianos están en condiciones de votar este domingo. De aceptar como posible que concurrirá a las urnas el 80 por ciento de los habilitados, los sufragios en juego rondarán los 700.000. La mitad de esos votos se concentrarán en siete ciudades de la provincia: Paraná, Concordia, Gualeguaychú, Concepción del Uruguay, Gualeguay, Chajarí y Villaguay; el resto, en localidades chicas o directamente relacionadas con el campo, con lo que ello implica actualmente.
Muchos de aquellos votos refugiados en lo profundo de la provincia fueron a parar a la alforja de Cristina Kirchner en la elección de 2007; hoy, está en duda si tendrán el mismo destino.
Las mujeres superan el registro de los varones en unos 21.000 votos y habrá unos 35.000 sufragios debutantes. El escenario electoral actual, a diferencia de los anteriores, adquirió sus propias características. Por ejemplo, pocas veces se ha visto que los primeros candidatos de las listas consideradas más importantes en cuanto a las adhesiones que obtendrán el domingo no son los protagonistas centrales. En efecto, en el caso del oficialismo, la maquinaria bustista reemplazó nítidamente a quien encabeza la lista, Raúl Barrandeguy, en el protagonismo de la campaña electoral.
(Más información en la edición gráfica de ANALISIS de esta semana)
