Soledad Comisso

¿Cómo fue tu infancia?
-Nací en Villa Tabossi y me crié en un ámbito rural. Soy hijo de un chacarero que era dueño de una pequeña extensión de tierra compartida con dos tíos. Mi niñez transcurrió con los juegos de campo, con caballos, monte y animales. Me gustó mucho mi infancia, sobre todo por el contacto con la naturaleza y la visita de amigos del pueblo a jugar en el campo. Cuando ya era adolescente, se hizo difícil seguir trabajando ahí y nos terminamos viniendo a Paraná a buscar una mejor calidad de vida.

¿Volverías al campo?
-Me vine a la ciudad a los 15 años y luego de terminar la secundaria empecé el Profesorado de Historia. Me integré bien a la vida de la ciudad y aunque voy al campo espaciadamente, no volvería a vivir allí. Ahora, mi vida social y cultural está acá y por más añoranza que tenga de mis años de niñez en el campo, no volvería.

-¿Por qué estudiaste Profesorado de Historia?
-Siempre tuve una inclinación por las ciencias sociales y mis posibilidades económicas no eran muchas. Así que lo más cercano a mis deseos era esa carrera. No lo pensé demasiado. Estudié un tiempo abogacía en Santa Fe y como no me adapté al sistema universitario me volví a estudiar Historia.

-¿Recordás al primer curso que le diste clases?
-Sí, fue en la Escuela Nº 47 Pedro Pablo Balbín, de Piedras Blancas. Fue una experiencia hermosa porque era bastante joven y no había mucha diferencia de edad con los alumnos. Además, era un pueblo muy pequeño donde el club y la escuela eran los centros de cultura y socialización. Yo vivía ahí tres días a la semana y compartía mucho tiempo con mis alumnos. Los chicos de pueblo son muy afectuosos, solidarios y muy interesados en descubrir el conocimiento.

-¿Qué es lo que más te gusta de tu tarea docente?
-Me gusta cuando el chico se siente parte del conocimiento, porque uno puede dar Historia presentándola como algo ajeno, o no. Si la relación del pasado con el presente se revela, es maravilloso. Uno no tiene que dar clase por el contenido mismo, ni pensar al alumno como algo pasivo. La idea es despertar la inquietud de querer transformar las cosas. Eso es lo más apasionante que tienen las ciencias sociales.

(Más información en la edición gráfica de ANALISIS de esta semana)