D. E.
“Acá no puede pasar la frontera; si lo hace y se entera, tiene pena de muerte. Sale en un cajón”. La frase es de un conocedor al dedillo de una de las causas de corrupción más importante en Paraguay en los últimos 10 años y que involucra a un empresario que transita sin problema las calles de Paraná. Sucede que en los últimos años, el hombre se convirtió en un ciudadano más de la capital entrerriana. Roque José Carmona había llegado a esta ciudad a principios del 2000, como prófugo de la justicia paraguaya -tras cometer una defraudación millonaria en ese país, que afectó a cientos de obreros-, se transformó en un empresario próspero de la construcción y estuvo preso casi un año en Paraná, después de la denuncia periodística de ANALISIS. Pero no fue extraditado al Paraguay, por decisión de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, tras ser asistido legalmente por el hoy diputado nacional Raúl Barrandeguy (PJ-Entre Ríos).
Nunca se fue de Paraná, como algunos creían. Carmona reforzó su apuesta y siguió trabajando como si nada en la construcción, pese incluso a la denuncia penal que le presentaron sus anteriores jefes de la denominada Casa Top SA, por el desvío de materiales en trabajos de construcción y el manejo irregular de más de 755 cheques. La causa prescribió en el juzgado de Instrucción que estaba a cargo del siempre atento magistrado, Héctor Eduardo Toloy y luego quedó en manos de su sucesor, Gustavo Maldonado. Cuando la causa llegó al escritorio de la jueza designada, Marina Barbagelata, no había margen para profundizar la investigación: la prescripción y el archivo fue el camino.
Carmona no se quedó de brazos cruzados; inmediatamente radicó una denuncia de carácter laboral en la justicia provincial, contra Casa Top, por el supuesto no pago de los salarios cuando se encontraba detenido y en Tribunales le dieron la razón.
Nacido en Goya, un 28 de mayo de 1952, Carmona tiene documento argentino, pero también paraguayo. A Paraná llegó a principios del 2000 y en menos de cuatro años se convirtió en uno de los principales constructores de la ciudad. Quedó claro que en la delegación Entre Ríos de la Cámara de la Construcción no se preocuparon demasiado por saber de los antecedentes de quien se presentaba como “arquitecto”, aunque se entiende que nunca mostró diploma alguno.
Carmona se llama Roque José, pero acá solamente se lo conocía como “José”; vivía en Paraná, pero a nadie le manifestó que, en verdad, su domicilio postal estaba en Apóstoles, Misiones, en una casa donde viven otras personas. Es más: pese al tiempo que hace que está en la capital entrerriana -más de 12 años- nunca hizo cambio de domicilio. Siempre dijo “soy correntino”; jamás habló de su historia negra en Paraguay. En realidad, Carmona venía escapado de Paraguay, donde estaba acusado de “Estafa y defraudación”. La Coordinadora de Aportantes del Banco Nacional de Trabajadores (BNT), con sede en Asunción, fue la víctima de los manejos turbios del grupo liderado por Carmona, quien era socio y presidente de la empresa Pegasus Sociedad Anónima, con sede en Asunción, que se constituyó para llevar adelante una obra: el cementerio Jardín de Paz para los trabajadores. Pegasus fue creada dos meses antes del primer desembolso del BNT para la construcción del cementerio. No presentó balances, sus principales socios eran extranjeros, sin arraigo en el país, con antecedentes judiciales, y como garantía del crédito ofrecieron un micrófono, un órgano y un aire acondicionado, entre otros elementos. Era evidente que fue formada para robarle al BNT, tal como se informó en su momento en el diario Ultima Hora de Asunción.
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