Antonio Tardelli
A diferencia de lo que sucede en la esfera nacional, donde las discusiones entre oficialistas y opositores alcanzan notables picos de interés, el debate político en Entre Ríos luce penosamente ausente. La gestión del gobernador Sergio Urribarri avanza por aguas particularmente tranquilas en virtud de los escasos obstáculos que sus adversarios atinan a oponerle.
No hay una sola discusión promovida desde la oposición en los últimos tiempos que haya generado un debate particularmente interesante. No se recuerdan intercambios verbales sustantivos que hayan protagonizado referentes de uno y otro lado. En los hechos las intervenciones del kirchnerismo local ignoran, por lo general, la tenue actuación de las fuerzas que se le oponen. Jamás la gestión del primer mandatario ha sido puesta en aprietos serios.
Es como si la estrategia de gestión del gobierno, que claramente optó por funcionar como una dependencia de la administración nacional, relegando sus posturas autónomas en aras de un acompañamiento acrítico, hubiera encontrado su correlato en el ámbito de la discusión política. Entre Ríos, a tenor de lo que alcanza envergadura pública, carece de agenda propia.
Así, el destino político de Entre Ríos es también dependiente de lo nacional; en este caso, de los debates que tienen como escenario la Capital Federal. La provincia también ha resignado su política específica en términos de discusión.
(Más información en la edición gráfica de ANALISIS del 16 de mayo de 2013)