Por A.S.

—Buen día. ¿Todo bien por ahí?
—¿Cómo le va? Sí, todo en orden. En lo personal, porque lo demás, está todo en ebullición. El mundo, la región, el país, la provincia…
—Pah. Se lo ve muy tranquilo. ¿Se hizo peronista o arrancó con el yoga? Porque la vez anterior quedamos en eso.
—No sea mamarracho, no quedamos en nada.
—Cierto, yo le recomendé, gratis, esas dos opciones. Supongo que no me dio ni cinco de bola. Usté se lo pierde. Y dígame, ¿qué lo tiene tan abrumado?
—¿Abrumado? No. Un poco apático. Eso es como un síntoma entre los periodistas. Cuando llevamos un tiempo en esta profesión ya nada nos sorprende ni conmueve demasiado. Por eso impacta tanto un fin de semana como este que pasó, con tres casos tremendos, tres femicidios múltiples en tres ciudades, en menos de 48 horas, con niñas entre las víctimas. Un horror cotidiano que parece imposible de frenar, la violencia de género.
—Algunos dicen que la violencia es violencia, que la violencia no tiene género.
—Sí, puede ser. Pero el género sí tiene violencia. La supremacía del varón es violencia en sí misma. Y esa arraigada creencia machista, la idea de que los varones son superiores a las mujeres, o su variante, de que las mujeres son propiedad de los varones, es parte de una cultura enraizada muy profundamente en la sociedad.
—No lo dudo. Pero me parece que una parte de la comunidad es refractaria a las marchas que enarbolan consignas feministas. Les molesta que la consigna sea “Ni una menos”, que sólo se fijen en las víctimas mujeres. Hay varones que se sienten atacados. Como que la acusación es contra todos los varones. Por eso se preguntan por qué no “Nadie menos”.
—Uh, sí. He visto esa discusión en las redes, en el almacén, en los medios y en los grupos de amigos. La pavada esa de “Nadie menos” y cosas así.
—No debería ser tan despreciativo. ¿Por qué la califica como “pavada”? Hay gente que lo siente de ese modo…
—Tiene razón, no debo descalificar de ese modo. A veces me sale. Pero es que resulta tedioso tener que argumentar sobre cosas que a uno le parecen obvias.
—Y sí amigo, pero haga el esfuerzo. Sobre todo usté que es periodista. Así le explica a la gente que cree con sinceridad en eso que usté descalifica como pavada.
—Pero no es su caso, ¿no?

(Más información en la edición gráfica número 1050 de la revista ANALISIS del jueves 10 de noviembre de 2016)