Claudia Martínez
(Especial para ANÁLISIS)

En Paraná diluviaba cuando llegó la hora de la entrevista. El Club Patronato estaba prácticamente desierto y los colaboradores de la administración del club-Zaira y Leonel- acondicionaron un lugar para hacer la nota. “El sillón cerca de la ventana es el lugar”, determinó el fotógrafo. La entrada de Walter Andrade coincidió con que dejó de llover y, mientras la cronista se sacudía su malhumor por las calles inundadas y la demora para llegar, Andrade jamás perdió la sonrisa.

Acomodó su metro ochenta y pico en uno de los sillones individuales, y se dispuso a la charla, luego de la práctica matutina del equipo de calle Grella, en la Capillita.

Andrade comienza preguntando:“¿Que averiguaste de mí? ¿Se puede saber todo, eh?”, dice riéndose.

Y entonces se define: “Nací en Paraná, en la Floresta, en Burmesteir 342, donde vive mi hermana; es la casa de mi abuela materna, la familia Vergara. Mi tío es Aníbal Vergara, que militó siempre en política”, cuenta.

Los comienzos del Negro fueron en Sportivo Urquiza, “desde chico,me quedaba a media cuadra, enfrente de la casa de los Basualdo”, ubica.

“En Sportivo estuve hasta los diez años, después pasé a Toritos de Chiclana y más adelante jugué en la categoría D, en Campana.Volví porque me fue mal, eso fue una frustración muy grande”, dice y lo pasa rápido como para no acordarse demasiado.

Tiene 32 años. Nació el 1 de diciembre de 1984. La primaria la hizo en la escuela 25de Mayo y la secundaria, en el Colegio Nacional Domingo Faustino Sarmiento.

El Negro, el 2, el que nadie se quiere chocar en la cancha, alguna vez estudióAdministración de Empresas y después se le ocurrió que lo suyo era la Historia. Cursó el propedéutico de Historia, pero la profesionalización en el fútbolno lo dejó avanzar.

“Fue justo cuando empezamos a hacer las finales del Argentino A para ascender al Nacional B. Hice el propedéutico en verano, entonces jugaba miércoles y domingo, y la verdad se me complicó. Fue un mes, 45 días, entonces no arranqué.Ascendimos, pero me quedó una deuda pendiente. Me gusta la historia, leo cada tanto y en ese tiempo me había enganchado, cursaba todas las siestas. Me costaba, era comer e ir a cursar, era medio picante, nosé si lo hubiera podido hacer.Ahora no podría, los entrenamientos son intensos, tengo familia”, relata.

(más información en la edición número 1064 de la revista ANALISIS del jueves 10 de agosto de 2017)