Por F.K.

La sala aplaude con fuerza la llegada de estas dos mujeres. Señorita Bimbo con un vestido negro con lunares blancos y Noelia de jogging. Acaban de llegar de Santa Fe donde realizaron dos funciones del espectáculo con el que vienen recorriendo el país y con el cual han cruzado las fronteras de los países vecinos. Su humor no se limita sólo al escenario o a los programas de radio (Noelia en Segurola y Habana, y Bimbo en Furia Bebé) sino que juntas dan talleres de stand up para aquellos que quieren animarse a hacer reír a los demás.

“¡Cuántas feminazis!” son las primeras palabras que dispara Bimbo ni bien se apodera del micrófono. Inmediatamente pienso en aquello que escribió Malena Pichot hace unos meses en su columna de Página 12: “`feminazi´ es el nuevo apelativo que se inventó cuando la palabra `feminista´ comenzó a tener una resonancia positiva en la sociedad,son las nuevas estrategias de los viejos machistas”. Entonces, ya desde las primeras palabras el humor ataca aquello que limita a las mujeres: si feminazi es el nuevo peyorativo empleado para denigrar a las feministas, son las propias mujeres las que deben lanzar la carcajada contra esta palabra. Y la risa invadió la sala, obviamente.

Señorita Bimbo en realidad se llama Virginia Godoy y está en el mundo del espectáculo desde que acompañaba a todas partes a su madre, la célebre cantante de tangos Virginia Luque. No me puedo quedar con la duda del porqué del cambio de nombre y decido preguntárselo a través de un mensaje privado de Instagram, a lo que me responde que María Virginia es muy católico, que lasbimborobots de Austin Powers aparecieron por esos años de juventud y que, como todo apodo, es una construcción desde la amistad que en algún momento queda con más fuerza que el propio nombre. Virginia quedó de lado y apareció Bimbo que trabajó (y lo sigue haciendo) como maquilladora para televisión y cine, y de eso habla su siempre impecable make up. Desde hace años conquista los escenarios del stand up con un humor ácido y un feminismo que le permite deconstruirlas experiencias de las que se ríe. El cuerpo de Bimbo se mueve poco pero las palabras son un río que no se detiene: habla, habla y habla, no hay pausas en su derrotero por el porro, por lo mucho que ama Uruguay (por ser el país con la marihuana legalizada entre otras cosas), por las comparaciones de las tucas con los pitos chicos de hombres insignificantes, por las rupturas amorosas y las compañías de sus gatos a los que ama pero teme, como toda persona sola que vive encerrada en un departamento con dos animales antisociales. Su cuerpo es gordo y prefiere reírse de eso aunque también milita por la existencia de espacios de reflexión sobre la gordura, como el taller que hubo en el encuentro de mujeres que se realizó hace unos días en Resistencia, Chaco.