Claudia Martínez
(Especial para ANÁLISIS)
Fue difícil encontrar un hueco en su agenda cargada y apretada. Desde que asumió en el Ministerio de Salud, no para. Y cuando asumió se notaba claramente que su compromiso era a tiempo completo.
Sonia Velázquez tiene un largo camino de militancia y de trabajo. Y también de carrera universitaria. Lo primero que nota la persona que la conoce desde hace mucho es que está delgada por el training de trabajar casi todo el día.
“Fui delgada en los años ´80 pero el ritmo que tengo acá… son casi 12 horas diarias, es un ritmo intenso. Ahora empecé a hacer una actividad de entrenamiento personal dos días a la semana, por mi tema postural y el sedentarismo de estar acá adentro”, cuenta.
Sonia caminaba todos los días una hora todos los días pero la intensidad de su trabajo hizo que postergara esa gimnasia y solamente la dejara para dos días a la semana. “Eso lo perdí con este trabajo”, dice y explica que ahora los martes y jueves entrena por prescripción médica, rigurosamente, para que su cuerpo le ayude a resistir.
Nacida en Nogoyá, hace ya mucho tiempo que instaló su casa y su vida en Paraná.
En el año 1984 se vino a la capital provincial para empezar la carrera de Asistente Social ya que reabría la escuela de Servicio Social luego del cierre durante la dictadura. Terminó la Licenciatura en Trabajo Social posteriormente, cuando le dieron plazo para terminarla.
Hizo dos magister: uno en Salud Materno Infantil en la ciudad de Córdoba, en la UNC, y otra maestría en Gestión de sistemas y servicios de salud que depende de la Universidad Nacional de Rosario. Todo fue terminado en el 2012 cuando presentó la tesis y después la defendió en febrero del 2014.
Sonia nunca se casó porque dedicó su vida a su trabajo. “Dediqué mi vida a esto. Soy muy activa. Milité en la JUP de la facultad y después me metí a militar como delegada de ATE. Nunca formé parte de la Comisión Directiva, eso sí”, cuenta mientras sobre la mesa de trabajo, una larga mesa que está en su despacho, aguardan los papeles que tiene que revisar o firmar.
“Incursioné en la Liga de Derechos Humanos. Cuando yo vine a Paraná quería participar activamente en los ámbitos que se abrieron en la democracia”, recuerda.
—¿Sentís que postergaste tu vida personal por tu carrera y tu vida política?
—Más que todo por mi militancia social. En primera instancia le di mucha importancia a lo laboral, le di mucha importancia. En esa época trabajaba y estudiaba. La facultad tenia bolsas de trabajo ofreciéndonos suplencias vía facultad y nosotros cubríamos la mayoría de las suplencias para costearnos la carrera. Era militar trabajar. No salía los fines de semana. Participábamos sí de las peñas en la facultad y a veces en la pensión donde vivíamos con otras estudiantes de Trabajo Social y Ciencias de la Educación. Pasamos a fines de los ´80, una etapa muy activa en la militancia del advenimiento de la democracia. Estábamos ávidos de participar en ámbitos que tuvieran que ver con la defensa de lo institucional.
Sonia trabajó en el Hospital Materno Infantil San Roque, lugar al que considera “su ámbito y su lugar de dependencia”. Pero estuvo en otras áreas, como la Dirección de Maternidad e Infancia y el Promin, otros lugares de jerarquía y responsabilidad, pero “cuando renunciaba o terminaba esa gestión, volvía al hospital”, remarca.
“En el último tiempo pedí volver a un centro de salud porque consideré que me faltaba completar esa relación de dependencia con un centro de salud. Así que en las dos últimas oportunidades que terminé una gestión volví al Selig Goldin, donde estaba cuando me llamó el gobernador”, refiere.
Cuando la convocó el gobernador Gustavo Bordet, la ahora ministra estaba trabajando a full en ese centro de salud. “En ese momento estaba muy bien, hasta más saludable, no con tanto stress. Ejercer la intervención de las prácticas en salud pública y desarrollar la profesión es un bálsamo, porque podés concretar las acciones en forma más directa. Y además lo estábamos haciendo en forma interdisciplinaria con equipo de trabajo en un ambiente muy saludable, con gente de salud mental, pasantes. Estábamos en un ambiente de terreno muy interesante donde nos retroalimentábamos. En lo que respecta a políticas públicas uno siempre quiere mucho a su sector y quiere concretar la mayor cantidad de objetivos posibles. Estaba tranquila. Trabajaba 8 horas por día. Siempre realice otras cosas, actividades asociadas, planificación de proyectos para la obra social provincial, instancias académicas, docente de tesis…”.
Ser mujer y estar en un ministerio como el de Salud, no es fácil. “Una es como la vida y las circunstancias te preparan para esta misión El recorrido histórico te prepara. Fui delegada a los 30 años en una institución gravitante dentro del complejo de las organizaciones de salud o estar formada en escuelas de capacitación sindical, te prepara. De hecho fui ocupando distintos cargos en otros niveles -enumera-. Maternidad e infancia me marcó, en el mismo centro de salud cuando se planteaban situaciones complicadas. Siempre fui una persona calma pero firme”, agrega sin perder la sonrisa.
(Más información en la edición gráfica número 1094 de la revista ANALISIS del 4 de abril de 2019)
