Maldito blanqueo: ¿se viene un super impuesto al patrimonio en 2020?

Aníbal Fernández con Evo Morales

Fernández destacó el aspecto tributario de la gestión de Evo Morales en Bolivia.

Alberto Fernández realizó una breve visita a Bolivia sobre el cierre de la semana. En una entrevista exclusiva con Infobae el viernes, al ser consultado sobre el "modelo" implementado por Evo Morales, decidió destacar el aspecto tributario: “Con un régimen impositivo que grava más severamente a los más poderosos, Bolivia logró equilibrar las cuentas públicas y también consiguió mayor equidad en la distribución del ingreso”.

El candidato presidencial de Frente de Todos metió de esta forma en la discusión sobre lo que se viene después de diciembre un posible cambio en el sistema tributario argentino. Y todo parece apuntar a un esquema en el que el peso recaiga de manera más contundente sobre aquellos que tienen mayor capacidad a la hora de pagar impuestos.

Una columna publicada por Marcelo Zlotogwiazda también en Infobae este viernes, apunta en esa dirección. Con el título “Juntando plata para Alberto Fernández”, el periodista y economista considera que una de las soluciones para el déficit fiscal argentino sería "cobrarle un impuesto al patrimonio de los millonarios, que acabe con el hazmerreír del actual impuesto a los Bienes Personales, que recauda montos obscenamente bajos".

La amenaza latente de un aumento de la carga fiscal sobre el patrimonio puso en alerta especialmente a quienes entraron en el blanqueo que culminó en abril de 2017. En aquella ocasión, se "sinceraron" nada menos que 116.000 millones de dólares, una cifra récord. De ese total, un 77% fueron cuentas e inversiones. Uno de los secretos fue la posibilidad de mantener el patrimonio declarado en el exterior, es decir no hacía falta repatriar los capitales.

Para hacer más atractivo el sinceramiento, el Gobierno bajó la alícuota de Bienes Personales al 0,25% anual. Pero menos de un año después, la reforma tributaria impulsada por Nicolás Dujovne volvió a subirla al 0,75%, su nivel actual.

El riesgo concreto es que ahora se venga un nuevo cambio de las reglas de juego y ese 0,75% anual sufra otro nuevo y sustancial incremento. Bienes Personales llegó a tener un nivel máximo de 1,25%, pero sobre un patrimonio superior a los 100.000 dólares. Ahora, con apenas 1,2 millones de pesos ya se estaría dentro de la base imponible. Es decir que el impuesto lo pagan quienes poseen bienes por más de 20.000 dólares.

Alberto Fernández empezó a introducir en la agenda la posibilidad de "gravar a los poderosos", con dos fines: achicar el déficit fiscal pero también mejorar la distribución del ingreso. Se trata no sólo de conseguir nuevas fuentes de financiamiento para el gasto público, sino también dar una señal a su base electoral. El mensaje que hay detrás de esta iniciativa sería algo así: estamos en crisis y los "ricos" deben hacer el esfuerzo para ayudar a los pobres.

El propio Sergio Massa había señalado en abril cuando todavía era precandidato a presidente por su partido que "no hay que tener miedo de cobrarles más impuestos a los que tienen plata afuera". En aquel momento se le dio poca relevancia a sus palabras porque medía muy poco en las encuestas. Hoy es un engranaje relevante dentro del armado político que Cristina Kirchner diseñó para el Frente de Todos.

Advertidos por este impredecible cambio en las reglas de juego, son muchísimos los que ahora se arrepienten de haber ingresado en el sinceramiento fiscal. Los estudios de contadores y asesores tributarios que ayudaron en el proceso de blanqueo, ahora reciben decenas de consultas a diario para ir en sentido contrario, es decir dar marcha atrás y quedar menos expuesto a una excesiva presión tributaria sobre los activos declarados.

Massa, hoy pieza clave en frente de todos, ya había propuesta como diputado del Frente Renovador la posibilidad de aplicarle un impuesto diferencial a las cuentas en el exterior. Sin embargo, aquella propuesta fue desechada porque se la consideró que el impuesto debía aplicarse en forma equitativa, no importa si los bienes se mantienen dentro o fuera de la Argentina. Pero nada impide que ahora se avance en una idea similar.

Son numerosos además los argentinos que en las últimas semanas decidieron viajar a Uruguay para abrir cuentas no declaradas en ese país, cuando la mayoría se había cerrado en 2017.

Sin embargo, el proceso de revertir bienes sincerados resulta muy complejo o requiere de decisiones extremas: algunos argentinos optan por volverse residentes en otros países para dejar de tributar en el país (Uruguay, Paraguay y Estados Unidos son los destinos favoritos). Pero eso requiere demostrar que efectivamente se está viviendo allí por lo menos seis meses por año. Existen otros mecanismos más sofisticados y legales, pero sólo al alcance de las grandes fortunas.

Claro que una medida de estas características tendrían un condimento mucho más político que económico. ¿Realmente se puede cerrar la brecha fiscal duplicando o triplicando Bienes Personales? En realidad es realmente poco lo que se podría conseguir en términos de recaudación. Pero sí resulta muy efectivo para satisfacer a la base de electores que apoya a Alberto Fernández, apuntando su enojo sobre quienes apoyaron abiertamente la gestión de Mauricio Macri, por ejemplo entrando masivamente en el blanqueo de capitales.

En realidad, el principal instrumento que tiene a mano el próximo gobierno para que no se dispare el déficit es reestructurar la deuda, estirando los  vencimientos de capital para después del 2025 pero además reduciendo sustancialmente la carga de intereses de los próximos años. El ahorro estaría en niveles cercanos a los USD 20.000 millones anuales, lo que le permitiría al nuevo gobierno no depender del financiamiento de los mercados. Claro que todo a costa de un canje de deuda con quita.

Además de renegociar la deuda, hay otras dos medidas que prepara Alberto Fernández en caso de que gane las elecciones del 27 de octubre: restringir todavía más el control de cambios para "cuidar las reservas" y convocar a un pacto social con la CGT y los empresarios para evitar una espiralización de la inflación y salir muy gradualmente del congelamiento de tarifas y alimentos esenciales.

Si gana, Alberto Fernández no tendrá una "luna de miel" con los mercados pero sí el poder suficiente como para tomar decisiones fuertes en las primeras semanas de su mandato. Pero tendrá esa bala de plata para tratar evitar un colapso de la economía y un desborde de los precios que dejarían a la Argentina al borde de un fantasma que acecha después de muchos años: la hiperinflación.

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