Por Gabriel Michi (*)

Hay un alerta internacional en el mundo diplomático. Y es que en los últimos días dos episodios -de distintos calibres- pusieron en jaque la presunta inviolabilidad e inmunidad de las embajadas, un derecho constituido e infranqueable en las relaciones internacionales. Algo "sagrado". Indiscutible. El último de estos hechos ocurrió el 5 de abril de 2024 en Quito, cuando las fuerzas policiales bajo las órdenes del presidente ecuatoriano Daniel Noboa irrumpieron en la Embajada de México para llevarse detenido al ex vicepresidente del correísmo Jorge Glas, quien estaba asilado allí por el gobierno de Andrés Manuel López Obrador. El otro episodio que puso en alerta al mundo diplomático fue el bombardeo de Israel contra la Embajada de Irán en Siria, hecho que dejó al menos 8 militares de alto rango muertos. Ambos hechos, más allá de las notables diferencias, constituyen una flagrante violación al derecho internacional y plantean una nueva y peligrosa realidad: las embajadas dejaron de ser un lugar seguro.

En el caso de lo ocurrido en Ecuador, la comunidad internacional salió a repudiar en su conjunto la actitud de Noboa de -bajo el argumento de que Glas estaba próximo a escaparse- ordenar que la Policía ingrese a la sede diplomática azteca para llevar al ex vicepresidente a prisión. Glas -acusado por la Justicia local de presuntos hechos de corrupción e "instigación" a la rebelión- se encontraba refugiado legalmente en la sede diplomática de México, ya que un día antes fue aprobada su petición de asilo. El derecho de asilo es un pilar fundamental de las relaciones internacionales desde la Convención de Caracas (1954) y la Convención de Viena (1961). Y, en particular, es una tradición central de la política exterior mexicana, país que históricamente acogió a perseguidos políticos por regímenes autoritarios o incluso dictaduras como ocurrió, por ejemplo, con la sede diplomática en Buenos Aires que en el último golpe militar protegió y dio refugio a varias personas que así evitaron su muerte segura. Así lo hizo también en otros países latinoamericanos donde las dictaduras locales pusieron el programa de exterminio trasnacional conocido como "Plan Condor" y también con los republicanos perseguidos por los franquistas en la Guerra Civil Española. Por eso también es tan grave que con un gobierno elegido democráticamente como el de Noboa se haya animado a semejante ultraje de la ley internacional, algo que ni las dictaduras más sangrientas de los diferentes países se atrevieron a hacer. Ahora el gobierno ecuatoriano deberá enfrentar no sólo el repudio internacional, sino que será denunciado ante el Tribunal Internacional de La Haya. Vale decir que hay un hecho que agrava más la situación y es que el estado de salud de Glas encima está muy deteriorado, a tal punto que horas después de su detención fue internado y excarcelado por la concesión de un "hábeas corpus" interpuesto con tal motivo.

Es tan escandaloso lo sucedido que casi todos los países de la región -de todos los signos e ideologías políticas- como también la Unión Europea, EE.UU., la OEA y la ONU salieron a repudiar el avasallamiento contra la Embajada de México en Ecuador y a ratificar que era una total violación de la normativa vigente en las relaciones internacionales y las convenciones diplomáticas. El gobierno mexicano rompió relaciones diplomáticas con el ecuatoriano y la escalada recién empieza. Lo ocurrido hizo recordar otro episodio donde también estuvo involucrado Ecuador: fue cuando el gobierno de Lenin Moreno autorizó -en abril de 2019- a las fuerzas policiales británicas que ingresen a su Embajada en Londres para llevarse detenido al periodista Julian Assange -el que publicó las famosas filtraciones conocidas como Wikileaks- quien se encontraba refugiado allí desde hacía 7 años, asilo que le había otorgado el presidente Rafael Correa. Pero este caso es distinto al actual porque fue el propio gobierno ecuatoriano -que había cambiado de orientación política- el que habilitó el ingreso.

El otro hecho internacional que mostró que las embajadas dejaron de ser un lugar seguro fue el ataque de Israel contra la residencia del embajador de Irán en Damasco ocurrido el 1 de abril. En ese bombardeo murieron 8 militares, entre ellos uno de los más poderosos de nación persa: Mohammad Reza Zahedi, miembro clave del Cuerpo de Guardias de la Revolución Islámica y nexo entre su país y el Hezbolá. Irán prometió vengar ese ataque y advirtió que ninguna embajada de Israel "está a salvo". Y, si bien Siria está en guerra desde el año 2011, en todo conflicto bélico se trata de preservar la inmunidad de las sedes diplomáticas. El ministro de Asuntos Exteriores de Siria, Faisal Mekdad, condenó enérgicamente lo ocurrido, y lo describió como un “atroz ataque terrorista", a la vez que afirmó que ha matado a "varias personas inocentes". Por su parte, su par iraní, Hossein Amir-Abdollahian, lo calificó como "una violación de todas las obligaciones y convenios internacionales" y "culpó de las consecuencias de esta acción al régimen sionista". Y exigió "una respuesta seria por parte de la comunidad internacional". Si bien el bombardeo de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) impactó contra el edificio anexo de la residencia oficial y el consulado adyacente a la embajada iraní, se lo considera parte de la sede diplomática y, como tal, goza de la misma protección e inmunidad internacional. Los funcionarios israelíes argumentaron que el edificio era un objetivo militar "legítimo" porque en realidad era "un puesto de avanzada de la Guardia Revolucionaria" disfrazado de consulado civil, aunque el gobierno de Benjamin Netanyahu no hizo ninguna declaración oficial.

El hecho generó repercusiones internacionales. Diplomáticos rusos señalaron: "Condenamos enérgicamente este ataque inaceptable contra la misión consular iraní en Siria". En el mismo sentido se expresaron otras naciones aliadas al gobierno sirio de Bashar Al Assad, que cuenta con el respaldo de Irán. También el Ministerio de Exteriores de Pakistán reaccionó: "Pakistán condena enérgicamente el ataque contra la Sección Consular de la Embajada de Irán en Damasco, Siria. Ofrecemos nuestras más profundas condolencias a las familias de las víctimas y al pueblo y al Gobierno de Irán", expresó el Ministerio en un comunicado.

Por su parte, la portavoz de la Casa Blanca de EE.UU., Karine Jean Pierre, informó tras conocerse el suceso que el presidente Joe Biden contaba con la información de los ataques y dijo que su equipo los estaba investigando. Y el portavoz del Departamento de Estado, Matthew Miller, dijo a los periodistas que Estados Unidos seguía "preocupado por cualquier cosa que pudiera suponer una escalada o causar un aumento del conflicto en la región". Y es que este nuevo episodio de violencia ha abierto una peligrosa "Caja de Pandora" que nadie sabe qué otras consecuencias dramáticas podría acarrear. En todo caso, tanto en este como en el caso ecuatoriano, afloran un sinnúmero de preguntas. Y una sola certeza: las embajadas dejaron de ser un lugar seguro.

(*) Artículo publicado originalmente en mundonews.com.ar