Susana Medina, su esposo Ricardo Rizzo, el entonces secretario judicial César Bretto (abajo a la derecha) y su asistente Mabel Perlo.
El escribano César Bretto, quien fuera secretario judicial de la vocal del Superior Tribunal de Justicia (STJ) Susana Medina de Rizzo, falleció el 11 de octubre de 2019 a poco de cumplir 79 años. Por orden estricta de la magistrada, Bretto murió solo, aislado de sus familiares políticos y sobrinos de su compañera de toda la vida -algunos de los cuales lo asistieron durante varios años-, internado en el Sanatorio Adventista del Plata en Villa Libertador San Martín. Padecía de un tumor no extirpable en la cabeza y, al morir, hacía tiempo que había perdido el conocimiento.
Meses antes del fallecimiento, Bretto testó por escritura pública ante la escribana Eleonora Nanni la “totalidad de sus bienes” a quien fuera su jefa directa, la jueza Susana Ester Medina de Rizzo y la designó como su única y universal heredera. En la sumatoria, los bienes totalizaban unos 300 mil dólares.
Antes de que se cumpliera un mes del fallecimiento, y apenas finalizado el período de "luto y llanto", a principios del mes de noviembre de 2019, Susana Medina de Rizzo abrió el juicio sucesorio de Bretto y poco a poco fue denunciando los bienes que integraban su patrimonio: el departamento familiar situado en el primer piso “D” del edificio de calle José María Torres 784 -a 50 metros de las barrancas del Parque Urquiza- valuado en unos 260 mil dólares; un automóvil Renault Kwind comprado en la agencia Macua en enero de 2019 en unos 12 mil dólares y una embarcación inscripta en el Registro de Embarcaciones y Yates bajo el N.º 06464, llamada Piripipi, cuyo valor oscilaba entre los 15 mil y los 25 mil dólares.
El departamento del Parque Urquiza (donde, entre otros, reside el exgobernador Mario Moine) es el único que cuenta con patio en el edificio. Tiene tres dormitorios, garage y diversas comodidades.
A esos bienes se sumaron 5 mil dólares que Bretto tenía guardados en uno de sus placares, además de costosas colecciones de numerosos relojes pulsera extranjeros y de aviones de biblioteca.
El escribano también disponía de una muy importante colección de libros clásicos, que en 2023 fue donada por Medina a la biblioteca de la Escuela de Policía Salvador Maciá. La jueza, precisamente, exigió que al espacio le pusieran el nombre de Bretto, pese a que su excolaborador fue solamente cuatro años oficial de la institución y tuvo algún escaso tiempo como docente.
“El escribano Bretto era como mi hermano”, dijo Susana Medina de Rizzo, al declarar en 2004 ante la Comisión de Acuerdos del Senado entrerriano, en la entrevista previa a su jura como vocal del STJ. Bretto, estrechamente ligado a los servicios de inteligencia de la Fuerza Aérea Argentina, era también muy amigo del médico militar Ricardo Rizzo, esposo de Medina.
La vocal del STJ fue la que ordenó en la clínica de Villa Libertador San Martín que nadie externo lo podía ver a Bretto, quien pasó los últimos meses de su vida absolutamente solo y sujeto a la cama, por el deterioro mental que ya padecía consecuencia del tumor que avanzaba. Lo internaron a principios de agosto de 2019 y falleció el 11 de octubre. Incluso, había quedado con cierta depresión después del fallecimiento de su asistente, Mabel Perlo -que lo acompañó durante 30 años-, sucedido 7 meses antes de la muerte de Bretto, producto de un grave problema físico que terminó en infarto. Días antes, habían alquilado con Bretto el departamento al que siempre iban a Punta del Este.
Al día siguiente del entierro, Medina de Rizzo ordenó que cambiaran urgente la cerradura del departamento de Bretto. Ningún allegado a la mujer que lo cuidaba pudo acceder jamás al inmueble. Tampoco pudieron llegar a la habitación de Bretto cuando estaba internado, por orden estricta de la magistrada.
Medina hizo comprar el ataúd más caro de la empresa Sasfer, para velarlo y sepultarlo en el cementerio municipal de Paraná y controló cada detalle. Si no era alguien conocido de la justicia provincial o la vida política o social, nadie podía llegar hasta el féretro de Bretto sin la autorización de ella o de su marido. De hecho, hubo gente cercana a la señora Mabel Perlo y no pudieron estar junto al costoso féretro, pese a haber colaborado por años con él, lo que tampoco desconocía el matrimonio Rizzo. Y cuando lo sepultaron, fue la cúpula policial a despedirlo y tocó la Marcha fúnebre la banda militar de la Segunda Brigada Aérea de Paraná, convocados por Medina de Rizzo, en función de las estrechas vinculaciones de Bretto con la fuerza. O sea, una despedida militar que solo se hace con altos jefes castrenses y no con alguien que obró como informante de los servicios de inteligencia. Pero Medina de Rizzo siempre se manejó de esa manera, por más que durante los últimos 30 años quiso aparecer como una jueza “democrática y progresista”, pese a su pasado más ligado a la dictadura y a la ultraderecha.
Medina de Rizzo accedió al poco tiempo a la totalidad de los bienes de Bretto, a través de una resolución de la titular del Juzgado Civil y Comercial Nº 4 de Paraná, Elena Albornoz. Y así como los recibió, los empezó a vender. Y de un día para el otro, se alzó con unos 300 mil dólares.


