(*) Luis María Serroels
Quien acertó a observar la noche del pasado domingo 12 de setiembre una cruda imagen de fuerte desánimo, fue la que exhibió ante todo el país Máximo Kirchner cuando debió modificar su rostro de alegría y triunfalismo al darse cuenta de que la supuesta victoria del Frente de Todos y anunciado por el portavoz Gustavo Sylvestre, fue una dolorosa y vergonzante confusión tras falsa información devenida en deformación.
Confundir triunfar con perder suena muy grave cuando se habla de política mayor.
Es que frente a la derrota del kirchnerismo en 18 provincias y más triste aún quedarse sin su bastión (Buenos Aires) y por añadidura Santa Cruz donde gobierna la hermana del difunto Néstor Kircnner, dos veces presidente de la nación, resultó marcadamente frustrante.
Lo que se insinuaba como un plebiscito sin preocupaciones, resultó un fracaso que podría reeditarse dentro de un par de meses. Es que lo que más temen ambos Fernández es no sólo no aumentar sus bancas en ambas cámaras sino, lo peor, reducirlas.
La palabra “catástrofe” siempre hace revolver los órganos digestivos, máxime cuando tan sólo se separa de la hecatombe del último domingo el otro encuentro fijado para el 14 de noviembre venidero (renovación de 127 diputados y diputadas en todo el país y 24 senadores y senadoras en 8 provincias).
Aquél extraño “budín” preparado por el kirchnerismo tras un escrutinio con números ya descartados, terminó rancio en algún rincón. Muchos vaticinaron que ese amasijo fue mal horneado en mayo de 2019 al prepararse su fiesta y por estos días de setiembre hacen fruncir los ceños.
“Algo no habré hecho bien en mí gobierno para no haber recibido el apoyo que esperaba”, reflexionó el primer mandatario. ¿Y por qué no repartir los errores?
El gobierno no está parado como una simple prueba piloto antes de las elecciones del mes penúltimo del año, sino que setiembre dejó problemas que obligan a repensar situaciones dificultosas del poder.
El cuadro que se dio tras las elecciones de este segundo domingo de setiembre, ha sido un toque de atención frente al empuje de los cambios que son reclamados por una necesidad perentoria.
El presidente quiere mostrarse como un personaje sereno y seguro ante las circunstancias que generan los chispazos de la jefa del senado. Pero los cortocircuítos provocados por las apetencias políticas de Máximo Kirchner se encontraron con que los brillantes resultados demasiado apresurados en el atardecer del domingo, se habían leído al revés. De allí que el diputado haya tenido que corregir su entusiasmo inicial.
El mandatario nacional impulsado por una necesidad impostergable y acusiado por sus preocupaciones, advirtió que “nada va a alterar el camino que iniciamos en 2019”.
En Entre Ríos no será simple dar vuelta los resultados que llevaron a la victoria a Rogelio Frigerio, en especial la performance de este candidato en la zona del río Uruguay demasiado habituada a fuertes logros peronistas.
Gustavo Bordet tendrá ya bosquejados sus planes, aunque la tenida será difícil en especial para Enrique Cresto, tras probar el gusto amargo de una derrota que se pensaba imposible. Tampoco se deben olvidar los resultados obtenidos por el intendente de Chajarí, Pedro Galimberti, con un aporte muy respetable.
Una observación infaltable:¿porqué el presidente y ciertos gobernadores derrotados dan cuenta de prontas realizaciones antes del 14 de noviembre?
El clima imperante se calienta por el lado de la vicepresidenta y, como si algo faltara, su cuñada Alicia Kirchner enfrentó una vergonzante realidad: la caída catastrófica en las urnas.
Así les fue el domingo 12 de setiembre de 2021 y no extraña la forma en que deben encarar ahora los modos de una recuperación que exhibe cicatrices frescas y muy manifiestas ante la sociedad.
Cuando alguien alcanza la investidura presidencial, no siempre se asegura los atributos de su jerarquía. Por estos días y a la par de los dolores de cabeza por la mala performance electoral reciente, Alberto Fernández enfrenta una depuración del gabinete ministerial a instancias de la vicepresidenta pero con resistencia en varios estamentos.
Una situación no querida cercana a la mitad de su gestión, es un síntoma de debilidad que a nadie le gusta.
¿Será suficiente para calmar la angustia y atenuar la ansiedad, el estrés y la depresión de la vicepresidenta, el creer que desde la Casa Rosada el “jefe” anticipe la visita de Papá Noel con boletas en mano para revertir la dura caída?
Lamentablemente el recalentamiento del clima generado tras la debacle por la derrota imposible de predecir, ha desbordado la paciencia “cristinista”. La sumatoria de errores y una ambición desmedida es harto peligrosa y deberá dar cuenta inexorablemente, en especial recordando aquél mayo de 2019 cuando ambos Fernández decidieron bañarse en perdones.
Pero la crisis actual no sólo puede acarrear graves consecuencias por la pérdida de la mayoría oficialista en las cámaras tras la segunda vuelta electoral, sino que además la justicia aceleraría las causas adormecidas. Una fuente confió que un duro fallo condenatorio podría agudizarles los problemas al presidente por un lado, pero además resultarían catastróficos por el otro inevitablemente, allanándoles espacios muy valiosos a la oposición. El mandatario dilapidó autoridad sin orden y esto es peligroso.
(*) Especial para ANALISIS