
A los 93 años falleció, en Brasil, el ex dictador de Paraguay, Alfredo Stroessner. Durante 35 años gobernó su país con mano de hierro. Derrocado en 1989 se asiló en Brasil. El régimen que instauró en 1954 no se ahorró crueldades con los opositores. Con su muerte se extinguen las causas por violaciones a los derechos humanos en las que estaba denunciado, entre ellas la del médico paraguayo Agustín Goiburú, secuestrado en febrero de 1977 en Paraná, en el marco de la Operación Cóndor.
El ex dictador paraguayo Alfredo Stroessner (1954-1989) estaba internado desde fines de julio en el hospital Santa Luiza donde se hallaba internado desde fines de julio. Stroessner había sido operado de una hernia inguinal a fines de julio, seguida de una neumonía; desde entonces se hallaba sedado y con respiración artificial.
El general paraguayo Alfredo Stroessner instauró la dictadura más larga (1954-1989) y una de las más férreas de Sudamérica e impuso un culto religioso a su persona en su paupérrimo país, hasta que un golpe lo obligó a asilarse en Brasilia, donde hoy falleció.
Llegado al poder en plena Guerra Fría, partícipe del Plan Cóndor de coordinación represiva de los regímenes militares sudamericanos en los años 70, Stroessner tenía captura recomendada en Paraguay por delitos de lesa humanidad, en particular de muerte y desaparición de opositores. Entre ellos, por el secuetro y desaparición del dirigente y médico paraguayo Agustín Goiburú, en un operativo conjunto realizado en febrero de 1977 en la capital entrerriana, del que participaron agentes de inteligencia del vecino país y hombres del Ejército y la Policía Federal, Regional Paraná, que en las semanas previas realizó la tarea de seguimiento del profesional, quien cumplía funciones en el Hospital San Martín.
Apodado "El Rubio", ese hombre imponente de 1,90 metros de altura, que estremecía con su presencia hasta a sus colaboradores más cercanos, enfrentó el ocaso de su vida en la única compañía de uno de sus hijos, el coronel (expulsado del Ejército) Gustavo Stroessner, y acosado de dramas familiares.
Stroessner nació el 3 de noviembre de 1912 en la ciudad de Encarnación (algunas versiones indican que fue inscrito en el registro civil de una población fronteriza brasileña), a 370 km al sureste de Asunción. Hijo de un alemán originario de Baviera, Hugo Stroessner, y de la paraguaya Heriberta Matiauda, el "énico Líder" -otro apodo que le daban sus partidarios- ingresó como cadete militar en 1929 y participó como combatiente en la Guerra del Chaco entre Paraguay y Bolivia (1932-1935).
De su matrimonio con Eligia Mora, una humilde maestra de escuela, que murió en febrero de 2006 en Asunción, tuvo tres hijos: Gustavo, Graciela Concepción y Hugo Alfredo. Este último murió en 1993 a la edad de 46 años, por ingestión de barbitúricos.
Freddy estaba casado con Martha, hija del general Andrés Rodríguez, quien fue el número dos del régimen, antes de ser el autor del golpe que derrocó a Stroessner, el 3 de febrero de 1989. María Eugenia Heikel, ex esposa del coronel Gustavo Stroessner, estimó la fortuna de la familia en unos 300 millones de dólares.
El escritor Augusto Roa Bastos (1917-2005), que a causa de Stroesner tuvo que pasar la mayor parte de su vida en el exilio, lo calificaba de "tiranosaurio". Stroessner fue nombrado en 1951 comandante en jefe de unas fuerzas armadas que a lo largo del siglo XX se destacaron en asonadas y cuartelazos. Hasta su abrupta ascensión al poder, en menos de cinco años se sucedieron ocho gobiernos militares o de civiles mezclados con uniformados. El último fue el del propio Stroessner, quien el 4 de mayo de 1954 derrocó al civil Federico Chaves; el nuevo régimen duraría 35 años.
Se calcula que entre 1954 y 1989 hubo un millar de desapariciones y asesinatos por cuestiones políticas, en tanto que 2 millones de paraguayos optaron por el exilio político o económico. Los seguidores de Stroessner bautizaron calles, plazas, hospitales, escuelas, pueblos y ciudades con el nombre del dictador o el de sus familiares. Decenas de músicos le compusieron canciones y escritores a sueldo escribieron poesías y libros exaltando su figura.