Adiós al Carnaval del país: Gualeguaychú volvió a vibrar y celebrar en la última noche

(de ANALISIS DIGITAL)

“Vieron? Les vengo diciendo que Dios es carnavalero”. La frase del animador de Marí Marí, Juan Boari, que tantas veces repitió en las jornadas en que el mal tiempo tuvo contra las cuerdas a la organización del carnaval, se terminó haciendo realidad en su totalidad. Fue la primera vez, en los últimos años, que ninguna de las noches del Carnaval del país se suspendió por lluvia. Y este sábado volvió a suceder. Hubo tormenta de madrugada, mal tiempo en buena parte del día y recién a la tarde apareció el sol, como un código de complicidad para no arruinar la fiesta y que todo termine como se merece. Fue una noche algo fría para los comparseros y el público, pero las estrellas marcaron el rumbo y había que darle un buen broche final.

Marí Marí ya se despidió hasta el 2015, porque, como se sabe, no participó de la competencia y prefirió resignar el título. “La comparsa no se mancha; nos equivocamos y pagamos”, repitió Boari, en referencia a la crisis económica-financiera que hubo en Central Entrerriano, que provocó esta realidad de la comparsa más campeona de la ciudad. Pero el sello de los rojinegros se sintió en cada centímetro del Corsódromo. Cada noche, Marí Marí demostró que sigue siendo la comparsa más popular; la que más vivan los turistas cuando es nombrada por el locutor Silvio Solari en los minutos previos y la que levanta automáticamente al público de sus lugares, por fervor, pasión, los temas pegadizos y la bellezas de sus mujeres. Sus integrantes demostraron un algo grado de profesionalismo cada sábado. Podían haber transitado sin mucho esfuerzo esos 500 metros de recorrido, pero siempre lo hicieron con la frente alta, con la coreografía diagramada el año pasado y dejando todo por el prestigio de la comparsa, ganado durante tantos años.

Ara yeví y Kamarr fueron los competitivos para los 40 jurados que llegaron a Gualeguaychú en estas diez noches. Nadie puede dudar a esta altura que las comparsas del Tiro Federal y de Sirio Libanés, respectivamente, mostraron la mejor producción de la última década. Hubo inversión, trabajo colectivo, brillantes puestas en escena, carrozas muy creativas y costosas; buenas bandas musicales, coreografías individuales y colectivas; coordinación y dirección. La edición 2013 será recordada por todo esto y en particular por la paridad competitiva que existió entre las comparsas.

Quizás exista una pequeña diferencia de puntaje entre una y otra comparsa, pero no más que eso. Debe haber sido una tarea muy difícil para los jurados cada sábado. Y lo bueno de esta edición fue, precisamente, el criterio para elegir los jurados. A Gualeguaychú no llegó gente con escasa experiencia artística, sino todo lo contrario.

Por eso el final fue una fiesta, como se merecía Gualeguaychú y cada uno de los eslabones de las comparsas. Buena parte de Entre Ríos no dimensiona aún la importancia del Carnaval del país y menos aún la gente de la costa del Paraná; tampoco lo entiende en su totalidad el turista que llega desde diferentes puntos del territorio, que cree muchas veces que cada comparsa es apenas un lote de escuadras de hombres y mujeres, que danzan al ritmo de una escola de samba, con un principio y un final. Les cuesta entender que cada comparsa invierte no menos de 3 millones de pesos, que se trabaja por casi 10 meses; que cada director cuenta una historia en su desarrollo y que hay que saber mirarlo para comprender la magnitud del espectáculo creativo que desarrollan.

No son solamente esos 300 integrantes de cada comparsa. Hay cientos de familias a su alrededor, que buscan un título y una recompensa económica para sanear sus deudas, pero también para hacer obras en su club o apostar a la educación que dan en sus escuelas. No es lujuria y sexo, como dijera un sacerdote de Paraná, que pidió a sus fieles que no concurran al Carnaval. En Gualeguaychú y seguramente en cada uno de los pueblos donde se vive el carnaval de esta misma manera, hay demasiado esfuerzo; demasiadas noches sin dormir para terminar un traje o una carroza y eso tal vez no lo entienden algunos referentes de la Iglesia. Por allí quizás podrían preguntarle a la ahora ex monjita de Hasenkamp, por qué el carnaval genera tanta pasión.

El martes se sabrá la comparsa ganadora, que en el 2014 irá a la pista con las que retornan: O Bahía (Club de Pescadores) y Papelitos (Juventud Unida). Más allá de quien gane, el Carnaval del país siguió demostrando que está al tope de las fiestas carnestolendas. Siguen existiendo cuestiones a mejorar, pero este espectáculo a cielo abierto continúa validando el esfuerzo y la organización de dirigentes y clubes, para mejorar a esas entidades y apostar al turismo. No es el negocio de unos pocos; es el esfuerzo de demasiados, por más que algunos sigan sin entenderlo. Debe ser por eso que quizás continúe sobreviviendo con la misma pasión y magia de siempre.

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