Lilia Ferreyra: amor, convicciones y lucha

Por Guillermo Alfieri

Difundió documentos de Walsh y trató de recuperar los papeles robados por los dictadores. En 2010 declaró en la causa por el crimen de su compañero y exhibió el original de la estremecedora carta a los comandantes en jefe. Lilia Ferreyra murió el 31 de marzo de 2015.

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En 1998 hacíamos el programa Honrar la Vida por radio Contacto. Desde Paraná llamamos a Lilia Ferreyra, que trabajaba en el diario Página /12. Nos atendió con su voz cascada, amable y expresiva. Hablamos de la postura crítica de Walsh, desde su pertenencia al movimiento Montonero, sin actitud de renegado sino con lucidez intelectual para reconocer la derrota y reconducir estrategias.

Como un aporte a la historia del presente, Lilia Ferreyra autorizó la publicación de esos documentos, en la revista Controversia, N°4, editada en el distrito federal de México, con la inclusión de un prólogo por ella firmado, en 1980.

Le preguntamos cómo pasaban los días en clandestinidad, asediados por la persecución implacable, que ya había incendiado la casa que habían habitado en la zona de Tigre. Narró que se instalaron en San Vicente, en el sur bonaerense. Walsh escribía constantemente. Por ejemplo, un relato triste y melancólico de Buenos Aires y un cuento titulado “Juan se iba al río”.

Para entretenerse algo se enfrascaban en el go, juego para dos competidores, que colocan peones en el tablero formando territorios los más extensos posibles. Parte del día la dedicaban a cultivar la huerta, sin demasiado éxito. Por la noche, escuchaban el concierto de música clásica irradiada por Radio Nacional, con Walsh en papel de director de orquesta y Lilia Ferreyra como ensimismada espectadora. El nudo en la garganta que se notaba al otro lado de la línea telefónica se contagió en el estudio de la emisora paranaense.

Por fin, la reconstrucción del viaje en tren para una cita peligrosa que aceptó Walsh. La despedida en la salida de la estación Constitución. El beso y el mutuo compromiso de que el que volviera primero a San Vicente regaría los almácigos. Los que arribaron antes fueron los invasores, que destrozaron muebles y otras pertenencias y se llevaron hasta los textos literarios.

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Lilia Ferreyra nació en Junín. Acompañó a Walsh en la instancia límite de tratar de sobrevivir. En sus aportes a la memoria colectiva no tuvo cabida la trivialidad. En tiempos recientes se desempeñó como asesora en la secretaría Nacional de Derechos Humanos y de las actividades que se despliegan en el refuncionalizado edificio de la ESMA, aquella en la que se destruyó el cuerpo de Rodolfo Walsh, perforado en el tórax y el abdomen por las balas de un grupo operativo que en parte fue juzgado y sentenciado. Al menos, la coherente pareja consiguió salir del cercado territorio de la impunidad, antes de la reunión definitiva.

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