De ANALISIS DIGITAL
Con un mapa de Paraná ampliado en una gigantografía a sus espaldas, Rodríguez Allende marcó el recorrido que realizó Liliana Rivas manejando su Honda Fit la noche del homicidio. Su marido, Enzo Benedetich, viajaba en el lugar del acompañante y según se constató con los relatos de testigos, iba a ser agasajado con una cena en el restaurante El Costerito.
El abogado dio cuenta de los violentos cuatro disparos asestados al ex basquetbolista y cuestionó que la mujer haya recibido sólo un culatazo. Recordó que el protocolo de la autopsia indicó cómo las descargas del arma de fuego fueron perpetradas desde atrás, de izquierda a derecha y tres de los cuatro tiros fueron proyectados desde arriba hacia abajo.
Rodríguez Allende afirmó que Flores fue el autor material del asesinato. Dijo que el albañil estaba en el interior del auto, sentado atrás y del lado del conductor. En ese contexto, sostuvieron y ratificaron la coautoría de Rivas en el hecho. “Si bien no contamos con una prueba mal llamada directa, inducimos que por la multiplicidad de indicios, Liliana Rivas es la coautora y responsable del ilícito que se le adjudica”, alegó.
Además, manifestó que “si bien la mujer hizo uso de su derecho y no se pronunció durante el debate, lo hizo espontáneamente en el Hospital San Martín” y en dependencias policiales donde se evidenció una “coartada inverosímil”. Para la querella, parte de esa coartada fue “pasar por lo de una amiga para dejarle una goma de auxilio y por el cajero de calle Almafuerte y Zanni”. Inmediatamente inquirió: “Por qué no dejó el auto del lado del cajero”. El letrado desestimó el relato de Rivas en torno ese episodio puntual y dedujo que el pequeño diálogo que mantuvo con el agente apostado en el banco sólo tuvo el móvil de marcar su presencia en el lugar.
También preguntó si una persona que va a cometer un asalto, tal la primera versión que dio la mujer de lo sucedido en el cajero, inicia un recorrido como el que hicieron en el vehículo. “No es lógico que alguien que se sube a robar a un auto lo haga en la zona de un cajero. Además, no es lógico el tremendo recorrido que se hizo para arrebatar un pequeño botín de una cartera”, agregó. “Cuál fue el motivo para dispararle cuatro veces a Enzo y que ella sólo recibiera sólo un pequeño golpe. ¿Si alguien pretendía impunidad, por qué la dejó viva y con un pequeño corte?”, plantó la duda. “¿Benedetich forcejeó para que no le disparen? No, porque nunca pensó que iba a recibir tamaña agresión”, añadió.
A sala colmada, el letrado certificó: “Fue un plan plagado de mentiras. Al hospital llegó despacio, con las luces apagadas, en el camino no pidió auxilio. Quienes socorrieron la llegada al nosocomio hablaban de una persona descompuesta porque ella nunca dijo que su marido estaba baleado. Durante el velorio sostuvo en voz alta su primera versión. Después la cambió”, argumentó.
Recordó las declaraciones que dieron cuenta de la relación de pareja. “Le quemó ropa, zapatillas, le cortó prendas a la hija del ex basquetbolista, dijo que tenía relaciones homosexuales y deudas que nunca se probaron”, apuntó. Renarró algunos tramos de las pericias psicólogicas y psiquiátricas.
Rodríguez Allende puso el foco en la relación de Rivas con Flores. Afirmó que era de “demasiada confianza”. En ese sentido, ejemplificó con “las 48 llamadas que se concretaron de un teléfono a otro en el lapso de un mes”, destacó que el 4 de septiembre de 2009 se registraron 11 llamadas, el 25 del mismo mes hubo cerca de cuatro. “La fluida comunicación se cortó abruptamente el 26”, acotó, al tiempo que añadió que el albañil se suicidó por la culpa que le generó el homicidio. “Fue un plan perfectamente ideado para que parezca un robo”, remató.
El alegato de la Fiscalía
“Establezco 11 tesis que quiebran el estado de inocencia de Rivas. Si bien la esquematización de pruebas propuesta por la querella lleva a determinada matización que este ministerio no comparte, considero que la imputación se sostiene por el cambio de versiones que dio Rivas. Porque en el hospital se dio una voz impropia: que Enzo estaba descompuesto cuando estaba baleado. Los primeros relatos fueron imprecisos, pero esa imprecisión continuó”, dijo Ríos.
La fiscalía también descreyó del trayecto realizado en el vehículo. Consideró válidos los elementos probatorios aportados por los agentes de policía que se encontraban en el nosocomio.
Agregó que no se pudo establecer si la mujer se desmayó por el golpe, se obnubiló o se distrajo. Alegó que no se pudo explicar sistemáticamente cómo fue el abordaje del tercer protagonista al auto. Sostuvo que la imputada cambió el relato porque dudó si Osan (el agente que se encontraba en el cajero) estaba observando el auto estacionado por lo que no habría visto tal abordaje de un extraño. Marcó que las pericias indican que Benedetich nunca se resistió a un asalto y que “la violencia con que fue atacada la pareja fue discriminatoria porque la mujer sólo recibió un golpe en su cabeza”.
También, dijo que la versión del desmayo que proporcionó “no tiene ninguna apoyatura médica”. Recalcó la cantidad de llamadas entre los teléfonos de Rivas y Flores. Añadió que el último llamado de Flores fue al *444 para pedir saldo, horas antes del hecho. Sostuvo que la mujer del albañil “mintió” al haber declarado comunicaciones con su marido que “no están registradas en la antena”.
“Si bien para esclarecer la muerte de Flores se instruyó un proceso paralelo en el que se estableció que el albañil se suicidó, esa causa fue apelada por Zárate para reclamar un resarcimiento económico, por eso desestimó la tesis del suicidio en este debate”, argumentó.
Para concluir, Ríos acotó que “desde una perspectiva interna, las versiones son inconsistentes y desde una perspectiva externa, los relatos engarzan con la imputación”.
El alegato de la defensa
“Sostenemos que Rivas es inocente porque las pruebas hablan a las claras que no tuvo que ver con los hechos. Son tan escasos los elementos que endilgan el crimen que cuando la prueba no alcanza se la estira como un chicle y cuando se dice algo a favor de la imputada se le resta importancia”, comenzó su exposición Guillermo Vartorelli.
Ante el tribunal compuesto por Marcela Badano, Raúl Herzovich y Marcela Davite Acuña, argumentó que “hubo una explosión mediática y que eso influyó en la familia de Enzo Benedetich”. Señaló que “hubo numerosas versiones emanadas de la Policía y tomadas por la prensa” lo que tiñó algunos testimonios y “se construyó a un monstruo”. En ese sentido, indicó que la prueba “fue valorada de manera fraccionada”.
Destacó el aporte de la psicóloga de parte y afirmó que “nadie puede atreverse a dudar” del conocimiento de la profesional. “Ella fue clara, es imposible decir cómo va a reaccionar una persona ante un hecho violento”, recalcó.
Por otro lado, asentó: “Mostrando gran suspicacia y olfato policial, Cabrera (en ese momento segundo jefe de la Comisaría Segunda), manifestó sospechas a sus superiores sobre la reacción de la mujer en el hospital cuando le comunicaron la muerte de su marido, pero en realidad nadie lo vio”.
Cuestionó que se sostenga la imputación sobre el cambio de versión. “¿En qué condiciones estaba Rivas cuando cambió su relato? Las cosas se hicieron mal desde el principio, ella declaró en la Policía hasta altas horas de la madrugada después de enterrar a su marido”, criticó.
Además, preguntó por qué nunca se indagó si el ex basquetbolista tenía deudas. “Nunca se investigó otra línea, es decir, no si tenía deudas con bancos u organismos oficiales, sino otro tipo de compromisos”, arremetió.
Lanzó una acusación contra las pericias psicológicas. “Los test que se le hicieron fueron una tortura y ya están abandonados en todo el mundo. Además, las profesionales no pudieron explicar las contradicciones que surgieron en sus testimonios. Pero lo peor es que esas pericias fueron pilar de la acusación. Condenar a una persona a la friolera de una cadena perpetua sobre esta prueba es un absurdo”, asestó.
Vartorelli pidió al tribunal que corra vista por falso testimonio a Fabricio López, quien aseguró en el debate que Benedetich le deslizó que si algo le sucedía “era la loca”.
Desestimó el alegato de la Fiscalía que indicó que las llamadas telefónicas entre Flores y Zárate no existieron. “Sí, esas llamadas se hicieron, están registradas”, fustigó. Puso en duda que a Benedetich lo haya matado Flores porque era diestro, “lo indicaron todos los familiares, pero a Enzo le disparó un zurdo”. En ese sentido, agregó que para sostener la tesis propuesta por la parte acusatoria, el único que podía señalar que el albañil era responsable fue Lorenzi (un amigo al que Flores le habría dicho que debía hacer un trabajo por el que cobraría 7.000 pesos). Si sabía que iba a cobrar ese dinero, ¿por qué no lo dijo antes?”. El abogado también pidió que se corra vista por falso testimonio a Lorenzi.
Argumentó que Daniela Acosta (hija de Rivas) fue invitada a cenar esa noche junto a la pareja y preguntó: “¿Si esta mujer pensaba matar a su esposo hubiese invitado a su hija a que los acompañe?”.
Por su parte, Rubén Pagliotto remarcó que “el tratamiento mediático que se dio del caso fue construyendo un monstruo de 40 años”. Dijo que el proceso “estuvo demasiado contaminado por impurezas y marcó el olfato policial de Cabrera sobre el que se construyó una imagen de Rivas”. Agregó que “prueba de cargo no hay ninguna y que se partió de indicios”. Solicitó la exclusión de los testimonios probatorios de los agentes: César Cabrera, Fabián Michel, Carlos Schmunk, Marcelo Rodríguez, Ariel Monzón, pero el tribunal no hizo lugar al pedido.
“Las nulidades viciaron esta causa, por eso, esta defensa hace reserva del recurso de casación en la Justicia Federal y oportunamente en la Corte Interamericana de Derechos Humanos”, aseguró.
“En base a la inexistencia absoluta de pruebas o la existencia débil de indicios que fueron hilvanados, pedimos la absolución de culpa y cargo de Liliana Rivas. Además, solicitamos que no se haga lugar al revocamiento de la excarcelación porque la situación no ha cambiado. Si ella quisiera fugarse ya lo hubiese hecho, ya hubiese salido del país. Sin embargo, por motus propio entregó el pasaporte y fue religiosamente a firmar cada viernes”, remató.
Rivas rompió el silencio
Sobre el final de la jornada, cerca de las 16.30, la imputada rompió con el silencio mantenido durante dos semanas. “Lo único que puedo decir es que tengo la conciencia tranquila y que quiero que se haga justicia”, masculló suavemente ante la sala.
El hecho
Enzo Benedetich fue asesinado de cuatro balazos durante la noche del sábado 26 de septiembre de 2009 en la capital provincial. El ex basquetbolista estaba en el interior de su automóvil junto a su pareja, la principal testigo del hecho, hasta que se contradijo en el relato sobre lo sucedido. Fue así como personal de criminalística comenzó a sospechar.
Durante el inicio del proceso hubo otros hechos de relevancia como la muerte del policía Flores (que se instruyó en una causa paralela que concluyó en que el agente de seguridad se habría suicidado), quien era un amigo de la pareja y aparentemente habría mantenido una relación sentimental con Rivas.
El proceso
El juicio oral y público que tuvo lugar en la Sala Segunda de la Cámara de Crimen finalizará el próximo lunes con el adelanto de sentencia que dará el tribunal a las 18.
El extenso debate comenzó el 8 de agosto y por el estrado pasaron cerca de 60 testigos que se repartieron en seis audiencias. Entre ellos declararon familiares y amigos del ex basquetbolista y la empleada de Enersa. Compañeros de trabajos, médicos de guardia del Hospital San Martín, policías, psicólogas, psiquiatras, empleadas de la familia, un remisero y espectadores directos que marcaron el recorrido del Honda Fit el 26 de septiembre de 2009.
(Foto: ANALISIS DIGITAL)