
Un caso curioso se ha presentado dentro de la comunidad de la Iglesia Adventista del Séptimo Día de Paraná: un ex miembro, Alejandro Jajich, llevará a los tribunales un planteo por “discriminación” contra pastores y miembros de conducción al haber sido expulsado en 2004 bajo los cargos contenidos en el Manual de Iglesia: pertenecer a un movimiento “divisionista”, no “someterse” a la autoridad religiosa y además “no llevar una vida ordenada”.
“Pero todos son cargos sin pruebas, sin argumentos y con testigos falsos. Por eso empecé a pelear por este tema, y he cruzado una serie de cartas documento y telegramas que llegaron a las autoridades nacionales y a la Unión Austral (la máxima competencia regional de la Iglesia Adventista), pero nadie me respondió. Frente a eso, consulté a una serie de abogados, que no me quisieron representar, hasta que di con uno que aceptó”, le contó Jajich.
La presentación judicial cobrará la forma de una demanda por discriminación que el abogado Carlos Torrealday presentará ante los tribunales provinciales.
Jajich ingresó junto a su esposa a formar parte de la comunidad adventista en 1997 y entre ese año y 2004, cuando se produjo su “desglose”, un término técnico que significa su expulsión aunque en la iglesia prefieren usar otra denominación, “desfraternización”, ocupó distintos cargos. Pero desde su expulsión, Jajich y su esposa no pueden ingresar a ninguno de los cinco templos existentes en Paraná ni tampoco participar de celebraciones, como los bautismos.
En medio de la disputa por la observancia o no de principios religiosos —lo que oficialmente se le acusa— también hay un reclamo económico. Jajich se queja del “diezmo” —el 10 por ciento de sus ingresos—que pagó durante los siete años en los que fue parte de la comunidad adventista. Aunque en la iglesia dicen que ese planteo, si en verdad es llevado al terreno judicial, tendría un incierto futuro.
Los adventistas conforman una religión que tuvo su nacimiento a mediados de 1800 en los Estados Unidos y de allí se han expandido a más de 190 países, sumando más de 16 millones de miembros en todo el mundo. Sus fieles creen en la segunda venida de Cristo a la Tierra, después de la primera que terminó en muerte en la cruz, y ese “advenimiento” será “de gloria y majestad” y no de sufrimiento. Y se definen del “séptimo día” porque dedican el sábado, séptimo día de la semana, a adorar a Dios y al descanso.
En Entre Ríos tienen una presencia fuerte en Libertador San Martín, aunque sus iglesias están esparcidas en distintos puntos de la geografía provincial. Su llegada se produjo de la mano de los alemanes del Volga, buena parte de ellos protestantes, y entre ellos se destaca Jorge Riffel, que llegó aquí a principios de 1890, luego de permanecer en Tampa, Estados Unidos, donde tuvo un primer contacto con los adventistas. Ocho años después, en 1898, formó junto a otros seguidores un colegio, la base primitiva de lo que hoy es la Universidad Adventista del Plata.
Su estructura de funcionamiento establece la división del mundo en 12 sedes administrativas, subdivididas a su vez en uniones y asociaciones locales, cada una con su propia dirección. La Iglesia Central depende administrativamente de una asociación, y en el caso de la Argentina, la asociación a su vez conforma la Unión Austral en la que están incluidas las iglesias adventistas de Uruguay y Paraguay, que a su vez dependen de la División Sudamericana.
Según los datos que difunde la iglesia, en 2000 las iglesias organizadas eran 484 y 283 congregaciones. Las instituciones de la Iglesia Adventista se habían multiplicado con el correr de los años, como también la cantidad de miembros activos: 90.000. Además, existen seis sanatorios con buena capacidad de internación, 77 escuelas primarias, 15 colegios secundarios, cinco colegios para pupilos y una universidad, un centro de comunicaciones, una fábrica de alimentos con sucursales y una Casa Editora.
Dentro de esa estructura, Jajich dice que alcanzó el cargo de “director misionero” y “director de diáconos”, a los que sumó luego los cargos de “director de música” y “otros cargos más chicos” dentro de la iglesia local. Pero esa carrera se truncó cuando aparecieron los primeros cortocircuitos con las autoridades locales adventistas que, según dijo Jajich, no toleraron sus críticas. “A mi señora la echan injustamente, solamente por ser mi esposa. Pero a mí me echan injustamente, y no me dan derecho a defensa, y encima me discriminan”, señaló.
—¿Y por qué lo echan de la iglesia?
—Por haber cuestionado la capacidad de las personas que se eligieron para conducir la iglesia. Me echan por protestar, por decir que determinada persona no reunía las condiciones para ser dirigente. Por eso, además, me acusan de divisionista.