Fabián Moussa fue el abanderado del voleibol entrerriano durante la década del ‘90 y gran parte de la primera de 2000. Fue el artillero de los equipos del Remero que tornaron una costumbre dar la vuelta olímpica en el plano local y provincial, fue refuerzo lógico de cada equipo de la región que intervino en una competencia nacional y lideró al Rowing que golpeó las puertas del cielo cuando ganó el Campeonato Argentino de Clubes en 1996.
La pelota de voley siguió picando en su mente y golpeando al ritmo de su corazón. No fue fácil digerir el retiro, como tampoco intentar la vuelta; hubo que encontrar un hueco en la agenda y dar el primer paso (más bien, primer salto) y entonces sí estuvo presto: “Me preparé durante siete u ocho meses, hasta que en junio me presenté en el entrenamiento. Vine a ser un voluntario más para que el equipo crezca”, recordó en diálogo con El Diario.
“Creo que puedo ofrecer mi temperamento, sobre todo a los chicos jóvenes. Apuesto a eso y por eso los acompaño”, agregó, con gesto inocultable de felicidad, luego del último partido por el Oficial de la Asociación Paranaense.
“El regreso tiene que ver con las ganas por volver a jugar, de sentirme bien con lo que amo y hago con pasión. También mi hijo Fausto, que ve mis trofeos y pregunta ¿cómo es esto?”, argumentó el atacante.
Años atrás, con el alejamiento de Moussa comenzó a cerrarse el capítulo del predominio de su club en la esfera local y regional. Por entonces, sus proyectos personales le demandaron cada vez más y el desgaste por la imposibilidad de acceder a competencias de nivel superior le bloqueó el ánimo.
Sin embargo, su relación con la disciplina no cesó: fue el espectador de lujo al que todos miraron en cada partido y el tema recurrente en las conversaciones sobre añoranzas. Más que hablar de vuelta, el paranaense habló de su convicción: “Creo que no dejé nunca. Dejé de entrenar físicamente, pero seguí con la cabeza puesta en esto. No me perdía los partidos y empecé a seguir cada vez más cerca los entrenamientos. Me motivó el grupo y la dirección técnica”.
Empezó de menos a más y ahora rinde como si tuviera 20 años, a pesar de que en dos semanas cumplirá 40. Lógico que su óptica es distinta, pero tiene tanto condimento como en épocas pasadas. “Lo disfruto mucho. Pienso en el ahora, sin olvidar que tuve compañeros excelentes y hemos hecho todo”, expuso quien desde adolescente jugó en Primera e integró tres generaciones del PRC.
“Cada momento tuvo su gustito especial. Creo que ahora hay capacidad técnica muy importante y de a poco se mejorará la física. Las dos juntas son importantes para el voley actual”, completó, al dar una mirada hacia el pasado.
El goleador aceptó, en la despedida, referirse al instante sublime de elevarse para impactar la pelota: “Siento lo de siempre: que puedo, que amo esta camiseta, que amo el deporte”. Se siente bien y con ideas claras: “Aportando mi granito de arena para el grupo, porque el voley es un deporte de equipos”.
Foto: El Diario.