Libros Cautivos

Gabriela Fernández una de las responsables del documental «Libros Cautivos» haciendo su presentación en el Solar de las Artes. Invitada por Sadop comentó la investigación que denuncia la censura durante la dictadura, en la literatura infantil. 

Entrevista realizada a Gabriela Fernández realizada Por Ricardo Serruya.

Invitada por SADOP, estuvo en Santa Fe la Profesora  universitaria y realizadora audiovisual Gabriela Fernandez. Docente de la Universidad Nacional de la Plata y de la Universidad Nacional de las Artes, egresada de esa facultad realizó junto a otros docentes y egresados una tesis colectiva que finalizó en un documental llamado “Libros Cautivos”  que se centra en la censura –llevada a cabo en la dictadura- hacia los libros infantiles.

El documental resulta fundamental para conocer otra parte del cinismo protagonizado por los militares que asaltaron el poder en 1976.

Un muy caluroso y santafesino mediodía, Gabriela recibió en un hotel céntrico a este periodista que comenzó una interesante entrevista con la lógica pregunta de rigor. ¿Cómo nace este trabajo?

G. F. Con un grupo de profesores y egresados hicimos nuestra tesis de licenciatura. Ya ejercíamos la docencia pero  nos quedaba pendiente la tesis y decidimos hacer un proyecto que yo tenía en mente y  que venía trabajando desde  el año 2015 aproximadamente  sobre  el tema de la  literatura infantil  censurada por la última dictadura cívico milita en nuestro país. En ese marco contacté a una serie de compañeros que se dedican a áreas diferentes de la producción  audiovisual e hicimos este documental que estrenamos el año pasado

R.S  Resulta  muy interesante el  recorte de la investigación: censura en literatura infantil ya que, aunque a algunos les puede parece no se trata de un tema menor

G.F. Justamente una de las autoras que recurrimos  es  Judith Gociol,  que escribió junto a Hernán Invernizzi  el trabajo “Un golpe a los libros” ella dice que justamente que la dictadura no considero  a la literatura  infantil como algo menor, por el contrario  – y lo expresa textualmente- “la consideró un tema mayor porque en la infancia y en la constitución subjetiva de las infancias esta el futuro”.

Cuando  yo empiezo la investigación haciendo una entrevista, para un programa de televisión que teníamos, a Centros Culturales de la Ciudad de La Plata,  me encuentro con unas bibliotecólogas que trabajaban  con una colección que se llama “Libros que muerden” . Esa colección está en una biblioteca que se llama “La Chicharra” en  la ciudad de La Plata , donde un equipo se  encargó  de buscar los libros infantiles censurados por la dictadura. Cuando yo tomo contacto con ese material me pareció un tema de una enorme profundidad y de alguna manera poco explorado. Si bien para el ámbito educativo – docentes,  profesores de letras, etc. la temática interesa, es de gran relevancia,  me pareció que  no lo era para otros y que necesitaba ser difundido.

Otra de las cosas que me motivó muchísimo es la pregunta de una niña (que era yo). Yo  empecé primer grado en 1976 y la terminé en dictadura, o sea empecé la secundaria  en democracia. Toda esa vivencia de la primaria en dictadura me marcó muchísimo porque por más que éramos niños y niñas, los que estábamos cercanos a gente que era  militante o que estaba comprometida políticamente,  nos contaban lo que se podía contar, pero siendo niños y niñas sabíamos que algo pasaba en la escuela

R.S Además hay un abuelo que tiene mucho que ver no?

G.F. Justamente yo estoy muy emocionada de venir a Santa Fe y ser convocada por un sindicato que tiene que ver con los derechos de los trabajadores de la educación  porque la historia de mi abuelo está vinculado con esto: el era no docente de la Universidad  de la Plata  y  fue cesanteado, secuestrado y torturado y vivió el exilio interno porque tuvo que huir de La Plata. Yo con mis padres vivía en la Patagonia y él se vino a vivir con nosotros. Allí y con  mi abuelo  aprendí  a leer  de muy chiquita, en esas lecturas del diario “El Día”. Esa conexión con la lectura es la semilla,  la raíz que a mí  me trajo el interés por investigar esa época con toda la complejidad pero desde la mirada de la infancia.

R.S Todo influyo entonces, ese abuelo, esa primaria y luego tu pertenencia a la universidad pública

G.F. Si totalmente, yo siempre digo que hacer un trabajo documental de esta característica tiene dos patas:  por un lado es auto gestionado y por otro  tiene una inserción en un ámbito académico que es la universidad, tuvimos una beca pero muy acotada , pero eso nos permitió hacer algunas cosas, aunque aclaro mucho es  autogestión, o sea está el compromiso con la educación pública, esa pertenencia  que, personalmente, me lleva a estar orgullosa de este documental,  porque nació en el seno de la educación pública,  de la universidad estatal y que más  allá de mi historia personal  se convirtió en  tema de una tesis colectiva, lo que también le suma interés ya que, al ser un trabajo grupal,  hay distintos puntos de vista y distintas disciplinas que nos hace abordar diferentes  temáticas donde además cada uno aportó en la producción, el guión, el  sonido, el  montaje.

R.S.  Cuánta obsesión en la cabeza de los dictadores por plantear  prohibiciones. Leí en una entrevista que te hicieron hace un tiempo  donde afirmas que los militares llegaron a tener una oficina, toda una organización dedicada especialmente a controlar la literatura infantil

G.F. Así es. Hay una investigación realizada por Hernán Invernizzi y Judith Gociol donde encuentran una caja en el ex Banco Nacional  de Desarrollo  que tenían sellos que decía  “destruir después de leer” y documentación como  resoluciones, decretos, que dan cuenta de la censura a la literatura  en general y a la infantil es particular. Esos documentos son la prueba que así  como hubo un plan sistemático sobre la vida -que es lo más terrible- también hubo uno sobre los bienes culturales: la música, el  cine, pero a mí me interesó lo de la literatura infantil

R.S  ¿Qué temas eran los que más le preocupaban a los militares?

G.F. Los decretos hablan de toda una maquinaria  estatal, intelectual y  burocrática puesta al servicio de leer esos libros primero para conocerlos, luego  para  denunciarlos y finalmente eran sometidos a un estudio donde, incluso,  hubo participación universitaria. Se censuraban muchos aspectos

R.S ¿Por ejemplo?

G.F. Por ejemplo se censuraban los libros donde los animales hablaban.  Los animales no podían hablar,  no podían ser humanizados porque el ser humano es el centro de la creación, toda una cosmovisión cristiana.  Otros de los aspectos sucede en el libro “Un elefante ocupa mucho espacio” (*) donde un elefante propone una huelga: acá  lo que se censura es la participación social, porque  lo que  ellos tomaban como parámetro es la sospecha que a través de la literatura infantil se quería adoctrinar a las infancias hacia el accionar subversivo

R.S  Había un decreto incluso donde se decía que existía un plan para adoctrinar a las infancias y que por eso había que limitar el acceso a cierta literatura

G.F. Ellos proponían todo lo que tenía que ver con la familia accidental y cristiana. Se postulaba el modelo familiar conservador.  Todo lo que se saliese de esa línea debía censurarse.  Hay un cuento donde una nena se queda sola en su casa porque los padres salen a trabajar, ella empieza a dibujar un pueblo  que luego cobra vida, ese cuento es censurado porque tenía “fantasía ilimitada”. Esa frase me quedó resonando. Llama la atención.

R.S No permitían la ficción:  el animal no habla, un pueblo no cobra vida. Es también cortar utopía, los  sueños.

G.F. Todo lo que tenía que ver con la libertad, la ficción la creatividad,  la fantasía, el poder de otros mundos posibles, se cortaba de raíz. Vos decías la utopía y es cierto. No querían personas utópicas que planteen  el sueño por una sociedad  mejor. Como dice la gran escritora Graciela Montes (**), querían cercenar la fantasía, acorralar, controlar

R.S Me hace acordar el escrito de Eduardo Galeano “Pájaros prohibidos” donde cuenta que, entre tantas cosas  que tenían prohibidas los presos uruguayos durante la dictadura era la de recibir dibujos de mujeres embarazadas, parejas, mariposas, estrellas o pájaros y que en una visita, una nena de nombre Milay le lleva a su padre Didaskó Perez, que era maestro de escuela, un dibujo con pájaros que los censores se lo rompen. Cuenta Galeano que en la próxima visita esta nenita de tan solo 5 años, Milay, lleva un dibujo de árboles y que, como los árboles no estaban prohibidos lo dejan pasar. Su padre elogia el dibujo y pregunta que son esos circulitos de colores que aparecen en las copas de los árboles y su hija, con tierna sabiduría, lo hace callar y le dice, en secreto, que no diga nada, que son los ojos de los pájaros que le llevó a escondidas.

G.F. Fueron tan crueles que el corolario fue la famosa quema de libros del Centro Editor de América Latina. Yo me contacto con Ricardo Figueira y Amanda Toubes que eran trabajadores de esta editorial y Ricardo me muestra las fotos de la quema ordenada por un juez. En esa quema se secuestran cantidad de libros del depósito del Centro Editor por ser –según los dictadores- subversivos y había mucha literatura infantil. Un juez ordena que sea quemado y que una persona de la editorial registre el acto. Fue Ricardo, el propio trabajador del Centro Editor que tuvo que fotografiar su propio trabajo

R.S Una mutilación…

G.F.  Si una mutilación, un hecho tremendo para ellos como trabajadores y con una carga simbólica para nosotros como país, con un trascendencia enorme. Lo que nos conmueve es lo que hicieron con las vidas, pero como dice Ricardo si eran capaces de quemar libros eran capaces de hacer otras cosas.

Recordemos que este hecho, hace poco, fue negado  por une escritor, Marcelo Birmajer (***)cuando tenemos las imágenes, los documentos  y hay una causa judicial.

R.S. El hecho nos duele porque nos emparenta con peores movimientos ditactoriales del mundo como el nazismo o el fascismo

G.F. Totalmente. Por eso me parece que a 40 años de la recuperación  democrática es de suma trascendencia –y lo digo con humildad-  este trabajo: porque se trata de una obra colectiva, porque sale de la universidad pública, porque resulta  de relevancia seguir dando a conocer esa historia sobre los jóvenes y los chicos. Está  bueno que se sepan estas historias, es una forma de contarles lo que fue la dictadura, y en este caso, siendo audiovisual está narrado de forma sintética pero abarcando toda la complejidad que tiene el tema

R.S Rescatar la memoria siempre es importante   pero, creo, que en estos días, cuando ya pasaron más de 45 años de estos terribles episodios,  aparecen  algunos  discursos que se asemejan, lo rozan, dan miedo y debe alertarnos aún más

G.F. Algunos que se dicen políticos han hablado de adoctrinamiento y es terrible, porque se apropian de las palabras. Incluso algunos  pretenden apropiarse de la palabra libertad. Hay que  estar muy atentos y atentas,  porque esos discursos tienen una cierta particularidad y son aspectos de nuestra historia, de nuestra cultura que vuelven. Por esos los ejercicios de la memoria  tienen ese poder: nos ayudan a no repetir, a conocer nuestra historia, reflexionar y en ese acto de diálogo y de toma consciencia se empieza a  desarticular algunos términos como la palabra “adoctrinamiento”   y  nos hace preguntarnos de donde proviene esa idea y es ahí cuando descubrimos que se trata de un término propio de la dictadura

R.S ¿Qué no te pregunté que quisieras decir?

G.F. Que como hace mucho hay que seguir apostando a la  memoria, la  verdad y la  justicia. Con este trabajo, desde  nutro humilde lugar de profesora universitaria  y realizadora audiovisual intentamos colaborar con eso. Mi sueño es que este material llegue a las escuelas y se transforme en una herramienta, en  material artístico que nos ayude a pensar nuestra historia y a deconstruir estos términos  tan horrendos que vuelven a aparecer,  para que de verdad nunca más puedan cercenar la fantasía, la cultura, la capacidad de pensar un mundo mejor y de seguir soñando.

NOTA DEL AUTOR

(*) “Un elefante ocupa mucho espacio, libro infantil escrito por Elsa Bonermann , considerado uno las obras más mportantes dentro de la Literatura Infantil . Está compuesto por quince cuentos breves que abordan tema como la amistad, la justicia, la libertad, la solidaridad y la justicia

(**)Escritora y traductora argentina. Licenciada en  Letras.Fue directora durante dos décadas de la colección de literatura infantil «Los cuentos del Chiribitil», del Centro Editor de América Latina. Miembro fundador de la Asociación de Literatura Infantil y Juvenil de Argentina y cofundadora y codirectora de la revista cultural «La Mancha – Papeles de literatura infantil y juvenil” durante sus dos primeros años. Autora de más de setenta títulos de ficción para niños, algunos de los cuales han sido traducidos al alemán, francés, portugués, griego y catalán.

(***) Marcelo Birmarjer es escritor y guionista argentino. Sus obras abarcan distintos géneros como el cuento, la novela, el ensayo, el guion. Varios de sus libros se tradujeron al italiano, holandés, alemán y portugués . Graciela Fernandez se refiere a una entrevista a Birmarjer  en mayo del año 2022, organizada por estudiantes de periodismo de la Escuela de Comunicación del Grupo Perfil  donde el escrito expresó  “La dictadura no quemó libros, los militantes y las personas que tenían libros que la dictadura había prohibido los quemaban”. Birmarjer niega o desconoce que el juez De la Serna, perteneciente al Departamento Judicial de La Plata, en el marco de la causa 84669/78 ordenó la quema de libros de la Editorial Centro Editor de América Latina por considerarlos subversivos. No fue la única, solo por nombrar algunas se quemaron  públicamente, en   La Calera, Córdoba y en un baldío de Sarandí en el año 1980.

 

 

 

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