El arreglo de resultados en algunos partidos de las categorías inferiores del Ascenso arranca desde un simbólico kilómetro cero: las apuestas deportivas tienen bandera verde en Argentina desde 2021, desde la Ciudad de Buenos Aires hasta las provincias de Buenos Aires, Córdoba y Santa Fe aprobaron las jugadas online para empresas compuestas por un socio local y otro extranjero.
Pero detrás de esa cara visible, también reconvertida en poderosos anunciantes de los medios de comunicación, existe un submundo en el universo de las apuestas: cada vez más jugadores salen a la cancha a dejarse perder. Detrás de esas derrotas, existen grupos empresarios que digitan algunas acciones de los partidos en función del dinero que quieren ganar, por lo general, a través de casas apuestas de Asia que son ilegales en nuestro país y donde existe menos seguimiento sobre el fútbol de Sudamérica.
Un país donde apostar
Prohibidas en gran parte de los torneos de Europa para evitar la ludopatía y el arreglo de partidos, las licenciatarias legales se apresuraron a desembarcar en Sudamérica: hoy la mayoría de las ligas de nuestro continente están auspiciadas por casas de apuestas. En Argentina, a partir de entonces, quedó atrás el tiempo en el que el juego deportivo online sólo estaba permitido en el limbo de Misiones, en la frontera con Paraguay y Brasil.
La AFA firmó contrato como sponsor de una de las licenciatarias y primero River y después Boca llevaron a otras dos empresas al pecho de su camiseta. Vélez y Estudiantes son dos “arrepentidos” que este año quitaron ese tipo de patrocinio en su indumentaria.
En medio de la crisis económica del país y de un fútbol ávido de ingresos, la inyección de dinero de las casas de apuestas se convirtió en un sostén clave. Detrás de los derechos para la transmisión televisiva de los partidos, el segundo y el tercer ingreso de la AFA proviene de la industria del juego online: los “betting rights” (derechos para apostar sobre los torneos) y los “streaming betting rights” (autorización para mostrar esos partidos en los portales de apuestas).
Junto al bombardeo de propagandas en las transmisiones de partidos y las publicidades encabezadas por ídolos de la selección, influencers y periodistas, algunos temores se hicieron realidad: la ludopatía es un problema severo sobre todo para los menores, con múltiples testimonios de preocupación de parte de docentes de secundario y campañas públicas de prevención.
Pero la problemática es todavía más compleja y excede a la legalidad de las licenciatarias: los expertos en la industria aseguran que el mercado asiático –por lo general clandestino e inabarcable- implica un campo paralelo, indetectable y sucio que queda fértil para el lucro a partir de los resultados.
Click and bet
El arreglo de partidos, del que existieron múltiples denuncias en el fútbol asiático y europeo a comienzos de siglo, se movió para Sudamérica en los últimos años. Argentina no es la excepción.
Apostar en casas de Indonesia, Filipinas y Tailandia y en menor medida China, ilegales en nuestro país, es muy sencillo: basta con escribir “bet” en el buscador y aparecerán decenas de opciones por fuera de las licenciatarias reguladas en Argentina. Incluso, con un poco de conocimiento extra, esas posibilidades serán cientas.
“Son realmente incontables”, dice un futbolista semiprofesional, de 25 años, cuyo principal ingreso económico es, justamente, como “levantador de apuestas” online o “dueño de casino virtual”: ofrece distintas casas dónde jugar.
Que sean webs ilegales en nuestro país no implica necesariamente que no tengan autorización en Indonesia o el país de Asia en el que estén domiciliadas. De hecho, la advertencia de partidos arreglados que llegó a la AFA fue de una casa china que es el sponsor de un equipo de la Premier League de Inglaterra.
Lejos pero acá nomás
Las casas de apuestas, ya sean con o sin regulación, no están interesadas en los arreglos de resultados. Al contrario: su ganancia es que nadie sepa qué ocurrirá en el juego. Las webs legalizadas en nuestro país, además, se cuidan especialmente: tienen un departamento -llamado “de Integrity”- para detectar movimientos sospechosos antes y durante los partidos.
El 20 de octubre, entre otros ejemplos, al menos una casa dejó de ofrecer la posibilidad de apostar en vivo en el Deportivo Madryn 5-Almirante Brown 1, por la Primera Nacional -la antesala a la A-. “Saltaron cuotas y alteraciones muy extrañas, era evidente que el ambiente sabía que algo anormal iba a pasar”, contó un experto en la industria.
Asia es el continente por excelencia del submundo de las casas de apuestas. Allí, se mueven volúmenes enormes de dinero y atrae a los apostadores más fuertes del mundo, no sólo del deporte. En contraste, los (pocos) miles de dólares que se intentan ganar desde mercados menores como el argentino no llaman tanto la atención, por lo que para Sudamérica se abre un camino gigantesco para apostar por goles, resultados, corners, laterales y demás incidencias -en el primer tiempo, en el segundo, en los primeros 15 minutos, en los últimos- en una gran cantidad de torneos de nuestro país, desde ligas locales del Interior hasta el Ascenso de la AFA.
Además, como son casas ilegales en nuestro país -no todas en Asia-, tienen menos seguimiento de lo que sucede aquí.
Las casas del Sudeste Asiático funcionan diferente a las de Occidente: no tienen rastreos de protocolo de internet ni piden depósitos bancarios o tarjetas de crédito. Se puede apostar con billeteras virtuales e incluso criptomonedas. Aceptan, además, saltos muy dinámicos en las cuotas, casi en simultáneo al volumen de dinero que ingresa. Y un aspecto clave, casi no tienen límites para ganancias, a diferencia de las casas autorizadas, que no permiten que el apostador se lleve montos significativos en torneos menores como las Reservas y el Federal A.
Los clientes argentinos también recurren a brokers asiáticos que actúan como corredores: en una web juntan las cuotas de varias casas para distribuir el dinero en diferentes apuestas y evitan las sospechas de las empresas por posibles riesgos. “Pero los asiáticos, en sus propias reglas, pueden cancelar una jugada ya hecha si detectan alguna maniobra extraña. Devuelven el monto jugado y andá a reclamarle a ‘Míster Apuesta de Indonesia’”, explicó un especialista que conoce en profundidad el submundo de las apuestas.
Alarmas como “algo raro está pasando en este partido” suenan seguido entre los expertos en apuestas. Ya no es extraño que, horas antes de un encuentro, el triunfo del equipo de peor campaña pase de pagar -por ejemplo- 3 a 1,5, mientras que la cuota del rival, mejor posicionado en la tabla, suba de 2 a 4. Luego llega “la sorpresa deportiva”: el resultado favorecerá al equipo más frágil. El mercado, sin embargo, ya sabía lo que iba a ocurrir.
Cómo se cocina un resultado
“Grupos empresarios” informales y anónimos, que están conformados por diferentes actores del fútbol -ex árbitros, ex jugadores y ex intermediarios, por ejemplo-, conocen una doble realidad: las zonas grises que abren las apuestas -en especial en las casas asiáticas- y la dificultad económica que afrontan los jugadores de los torneos inferiores para vivir del fútbol. No se descarta que estos agentes argentinos tengan algún contacto con especialistas asiáticos.
Entonces llega el contacto con los jugadores del Ascenso, los más expuestos. Los futbolistas entran en esta larga cadena de apuestas como su último escalón, y acaso el más vulnerable. Las causas por las que algunos aceptan involucrarse son múltiples. La subsistencia económica en un país con más del 50% debajo de la línea de la pobreza no justifica, pero en parte explica.
La clase trabajadora del fútbol surfea entre pan duro, como la mayoría del país. En las categorías más bajas nadie –o casi nadie- vive de sus clubes. Los sueldos de los jugadores son muy bajos –a principios de año el mínimo en la Primera C era de $263.000 (poco menos de un Salario Mínimo Vital y Móvil), un monto que aumentó ligeramente a mitad de año-, y no siempre son pagados a tiempo por los clubes.
Incluso, como Argentina es un país en el que muchos sudamericanos quieren despegar su carrera deportiva, un futbolista del Ascenso contó a la UDI de elDiarioAR: “En mi equipo hay un jugador extranjero que paga para estar en el plantel. Un muchacho de Ecuador que pone US$8.000 al año”.
A esa economía en rojo se le suma, en algunos casos, la peculiar organización de los torneos que despliega la AFA, que deriva en un desinterés deportivo por ganar. La Primera C es un ejemplo: de 25 equipos, solo asciende uno y desciende otro. Con la llegada de octubre, ya cerca del final de la temporada, muchos equipos durante varias fechas no compiten por objetivos deportivos.
En ese contexto, “grupos empresarios” que forman parte del ambiente comenzaron a sondear hace pocos años a futbolistas del Ascenso a través de Whatsapp, cuentas de Instagram especialmente creadas para dicho fin o jugadores que ya están dentro de los planteles y tientan a sus compañeros. “Si quedan cinco fechas, el resultado no cambia nada, tenés problemas de guita y te ofrecen un dinero que tu club no te va a pagar…. la mayoría de los jugadores no lo va a aceptar, porque el amor al fútbol sigue siendo sagrado, pero más de uno puede tentarse”, asume el integrante de un plantel.
Por fuera del cono del silencio oficial, desde 2022 empezaron a conocerse testimonios de jugadores de las Primeras C y B que dijeron haber rechazado los contactos para dejarse perder, provocar penales o generar su propia expulsión.
Incluso en la A del fútbol femenino, la arquera de El Porvenir reveló que le ofrecieron US$3.000 por un partido, una cifra imposible de cobrar de su club. Pero la novedad de 2024 es que los grupos empresarios ya no contactan a jugadores aislados, dos o tres por equipo, sino que pueden “tener” a varios integrantes en un mismo plantel.