Un barrio, dos muertes jóvenes, el silencio y los que trabajan por un presente mejor

Desde diciembre se produjeron dos muertes violentas de jóvenes por uso armas de fuego en el barrio Macarone de Paraná. El silencio posterior que busca naturalizar la tragedia en un territorio castigado por múltiples carencias obliga a hablar más allá de las noticias estridentes de los crímenes. Un informe de Cuestión de Fondo (Canal 9 Litoral) repasó las historias, el contexto y los que trabajan para salir adelante.

El 22 de diciembre, una pelea entre dos grupos de jóvenes parecía una más de las que se venían produciendo por problemas que alguien denominó “barriales”, sin más precisiones, en plena hora de la siesta. Pero uno de ellos sacó un arma de fuego y empezó a disparar.

Al menos un balazo impactó en el abdomen de Brandon Dietz. Lo llevaron al hospital San Martín, donde al anochecer informaron que falleció. Tenía 22 años. Un adolescente de 17 fue implicado como presunto autor del crimen ocurrido en calle Neuquén y Cortada 22.

Un mes y medio después, más sangre joven iba a ser derramada en este barrio, en otras circunstancias. Un grupo de cinco chicos se encontraban pasando la madrugada del 8 de febrero, en calle Neuquén. Uno de ellos manipulaba una pistola calibre 9 milímetros. La cargaba, la descargaba, la desarmaba y la volvía a armar, mientras apuntaba hacia uno y otro lado. En una de esas ocasiones, creyendo que el arma se encontraba sin balas, apretó el gatillo. El proyectil salió e impactó en Lautaro Vidal.

El chico caminó unas cuadras y cayó al suelo. Sus amigos corrieron despavoridos, pero por los gritos se acercaron otros vecinos. Auxiliaron a Lautaro, lo subieron a una moto entre dos personas y lo llevaron así siete cuadras hasta el hospital San Roque. Allí los médicos que lo atendieron en la Guardia no pudieron hacer nada para salvarlo.

En medio de esta tragedia, hubo otras personas, probablemente mayores y adultos que suelen estar detrás de la provisión de armas, que hicieron desaparecer la pistola y hasta limpiaron la escena al levantar la vaina servida del disparo mortal.

Dos o tres días después del fallecimiento del chico, sucedió algo que describe un poco el panorama: los dueños del arma de fuego que causó la tragedia fueron a amenazar a la familia del adolescente que la tenía para recuperarla. Identificaron a un par del barrio Consejo por este hecho. Hay quienes no les importa nada, ni el dolor de una familia.

Luego, el silencio y la explicación oficial del hecho como “un accidente”.

Lautaro tenía 13 años, la edad que estaba por cumplir Eloísa Paniagua cuando fue asesinada por la represión policial 22 años antes. La chica del mismo barrio Macarone que hoy da su nombre a la calle donde Lautaro cayó sin vida aquella madrugada hace casi dos meses.

En medio de estas casualidades que trazan la historia de un barrio ubicado a 12 cuadras del centro cívico de la capital provincial, hay cientos de personas que se levantan cada mañana para salir adelante pese a las carencias que se profundizan, y muchos otros que llegan para trabajar con niños, adolescentes y familias construyendo puentes y tejiendo redes para la paz y la justicia social.

Hay organizaciones sociales. Está el Complejo Educativo de la Escuela María Reina Inmaculada. La Comisión Vecinal. Talleres municipales. Muchas personas que trabajan a contracorriente para darles un presente mejor. Pero el futuro, que no depende de ellos, continúa siendo incierto.

Otra cuestión que nadie respondió es ¿De dónde salen las armas? ¿Quién les provee armas a chicos?

Sobre el mercado de drogas en general hay algunas respuestas, algunos nombres. De hecho, una semana antes hubo allanamientos y detuvieron a unos narcos del barrio en el caso que se hizo famoso por el helicóptero de la Policía que voló un par de techos.

Pero sobre las armas esto es más difícil. La semana pasada hubo una audiencia en los Tribunales de Paraná por un hombre que llevaba un arma no registrada. ¿De dónde había salido esa arma? Era una de las armas secuestradas en Tribunales que alquilaba o vendía el experito balístico del STJ Antonio Vitale. Todavía hay muchas dando vueltas.

Pero detrás de los casos de chicos armados, casi siempre con pistolas 9 milímetros, hay banda más o menos desarrolladas con personas mayores de edad, adultas, que difícilmente aparecen.

La experiencia, el deporte y los consejos para salir adelante

Hace una década se abordó en Paraná una situación que era más complicada todavía en el barrio Lomas del Mirador. Luego de fuertes reclamos por seguridad, se trabajó con diferentes instituciones y disciplinas que se instalaron en el barrio, la Municipalidad comenzó a regularizar los títulos de propiedad del barrio. Y se pudo cambiar. Después, la problemática de la droga volvió a reflotar algunos problemas. Pero aún así no es lo que era en aquel entonces.

Uno de los sobrevivientes de aquella época, cuando era un adolescente, y que logró salir adelante, desde hace un tiempo trabaja con chicos del barrio Macarone. Les da clases de boxeo y hace lo que puede para contenerlos. Es Nicolás Pagliaruzza, conocido por todos como Paya: “Vos ves a la persona y no sabes qué tormento, qué problemas están pasando en su vida. Pero todos tenemos nuestros problemas y nuestras realidades distintas. Esto es un descargo bárbaro para los chicos. En Parque Berduc tenía como 15 chicos de del barrio Macarone y la mayoría iba a distraerse”, contó el boxeador.

“Uno siempre traté de aconsejarlos, desde la experiencia porque yo también viví miles de problemas, y más que eso uno no puede involucrarse porque de la puerta para allá ellos ya tienen su vida, tienen sus padres y por ahí es difícil darle un seguimiento. Uno no puede hacer más de enseñarle la disciplina y de contar mie experiencia para que para que vean que no es lindo andar en la calle”, agregó.

Sobre la edad más complicada para contener a los adolescentes en la actividad, Nicolás refirió: “A partir de los 14, 15 años, los chicos ya empiezan a andar un poquito más la calle, que es la edad ideal para que todos los chicos hagan deportes”.

Sobre las tragedias ocurridas en diciembre y febrero en el barrio, el joven recordó: “Las dos muertes eran chicos conocidos por mis alumnos, algunos quedaron impactados, shockeados, otros asustado porque pensaron que también les puede llegar a pasar lo mismo. Entonces sí les afectó muchísimo”.

Por último, Nicolás Pagliruzza se refirió a por qué el deporte que practica y enseña es importante para los chicos que quieren salir adelante: “El boxeo ya es un deporte distinto al que todos hacen desde chicos, cuando crecés te dan una pelota, es muy raro que te den un guante de boxeo o una bolsa. Pero cuando ven una bolsa se entusiasman y golpear la bolsa es un descargo terrible, lo ven como una buena contención. La alimentación es lo primordial para tener un buen rendimiento en el entrenamiento que por ahí no todos tienen acceso”.

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