El poder de la decencia

Por María Emma Bargagna

Bajo el lema “Medellín, la más educada”, y rodeado de jóvenes conquistados por la idea de acceder al gobierno sin recurrir a la compra ostensible o encubierta del votante, Fajardo logró cumplir un proyecto colectivo sostenido, multidisciplinario, estratégico, basado en la educación, la planificación territorial, la innovación, la conectividad, la inclusión social, la participación, el cuidado del medio ambiente y el respeto por los animales.

Sergio Fajardo demostró que se puede gobernar e inclusive ser reelegido y avanzar bajo un modelo ciudadano de gestión pública que, en oposición al modelo clientelista tradicional, es absolutamente transparente y rinde cuentas sin transar gobernabilidad a cambio de favores, ni durante el proceso electoral ni durante el ejercicio de la administración pública.

La revolución cultural de Medellín lo llevó a la gobernación de Antioquía y hoy disputa, bajo los mismos principios, la Presidencia de la República de Colombia, esta vez bajo el lema “el poder de la decencia”.

Su propuesta es un producto colectivo. Por lo mismo, es increíblemente rica y demuestra un profundo conocimiento de la realidad.

Fajardo lidera ese cambio con la frescura de la persona que cree firmemente en sus principios y los ejerce con coherencia. Dice “se puede” y luego, asume un compromiso público de no disponer un solo peso para comprar a nadie, para reducir a la esclavitud del voto condicionado a nadie. Y agrega, siempre en plural: “vamos a cuidar a Colombia”.

Creo firmemente que en Paraná es posible iniciar un proceso político similar al de Sergio Fajardo en Medellín y que quien lo lidere generará el compromiso espontáneo y renovado de muchas personas que bajaron los brazos asqueadas al conocer o vivenciar las peores prácticas políticas.

Creo, además, que esa experiencia de Medellín, en la que podemos inspirarnos para cambiar Paraná, es adecuada y necesaria hoy, más que antes, dada la crisis de credibilidad y legitimidad que hoy impregna la política.

Creo que existen en Paraná decenas de personas honradas y capacitadas que estarían dispuestas a poner el hombro si se les brinda una oportunidad de participar entre políticos decentes, que jerarquicen la Ciudad y sus habitantes por sobre cualquier otra especulación o finalidad de segundo orden.

Creo, también, que hacer ese camino en Paraná es posible. Y que hay que hacerlo. Que hay que hacerlo desde ayer. Y que si no se hizo, hay que hacerlo a partir de hoy. Pero hacerlo. Sin falta.

Foto archivo: Aim.

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