
(Imagen: El Miércoles)
Julio Majul había nacido en la primavera de 1948, en Gualeguaychú, indiscutiblemente su lugar en el mundo. Se autodefinía como “político, periodista, abogado, escritor, músico, tanguero y ajedrecista”. También fue un defensor de causas nobles: los derechos humanos, la memoria popular, el ambiente y la justicia social eran sus valores profundos y permanentes.
De lenguaje directo y frontal, era de esas personas que no piden permiso para decir lo que piensan, pero siempre fundamentado y con una enorme autoridad moral por su coherencia en su accionar. Además tenía una dulzura y ternura en su trato que lo hacían un verdadero “fuera de serie”.
Hace tiempo que venía sobrellevando problemas de salud, pese a los cuales seguía escribiendo notas sobre los temas que lo apasionaban. Varias de ellos se pueden encontrar en El Miércoles, con el que Julito, como lo llamaban sus amistades, colaboró con numerosos textos desde el 2005 hasta la fecha.
La crónica dirá que falleció este martes 12 de marzo después de las 13.30 en el Sanatorio San Lucas de Gualeguaychú donde estaba internado. Y añadiremos quienes lo conocimos que su legado es inmortal, que fue una bella persona, y que por suerte se lo dijimos en vida muchas veces.
Un abogado que honraba la memoria de Mariano Moreno, dando batallas éticas que todos daban por perdidas, y que sin embargo Julio afrontaba con su integridad y su coraje a prueba de todo. La última de esas batallas éticas, fue ir a la Corte Suprema de Justicia por el caso Amarras, el barrio privado de Gualeguaychú construido sobre un humedal, violando disposiciones ambientales. ¿Cuántos abogados quedan, capaces y dispuestos a dar esas peleas? Un ejemplar único que ojalá cundiera como modelo.
Una extensa trayectoria
Majul se había graduado en la UBA, y fue un defensor de los derechos humanos. Participó, a través de diferentes presentaciones judiciales, en la lucha por la aparición de personas en tiempos de la dictadura.
Fue un referente en el Partido Intransigente, donde comenzara a militar en 1972 hasta que renunció en 2009. Fue presidente del Comité Provincial durante 15 años y formó parte del Comité Nacional desde 1987 hasta el 2005.
También fue senador provincial por el departamento Gualeguaychú entre 2003 y 2007 en la lista del Nuevo Espacio Entrerriano que lideraba su amigo desde la infancia Emilio Martínez Garbino. Desde su banca, además de presentar numerosos proyectos, no dejó de marcar los puntos oscuros de la gestión bustista.
Entre sus pasiones estaban el periodismo, la literatura, el tango y el ajedrez, y fue un activo dirigente en su ciudad y en la provincia promoviendo el “juego ciencia”.
Fue uno de los fundadores —junto con otros historiadores, cooperativistas, periodistas, docentes y artistas de la provincia— del centro de estudios artiguista Junta Abya Yala por los Pueblos Libres (JAPL). Ellos lo homenajearon con un texto que se reproduce al final de esta nota, donde entre otros aspectos, aseguran que nada lo define mejor que señalar que “ha firmado sus palabras con su conducta”, “que sus convicciones se conjugan en él con un trato tan generoso y comprensivo, con un trato tan amable y dulce, que con su palabra y sus gestos y su trayectoria es capaz de dar calidez en todo momento y lugar, incluso en los debates más filosos”.
Había nacido el 14 de octubre de 1948, sus padres fueron Julián y Sarina.
Como abogado, en los últimos años encabezó la lucha judicial contra la instalación del barrio náutico Amarras en Pueblo Belgrano, por violar normas ambientales.
Fue editor del diario Noticias en Gualeguaychú durante una década, dentro de la cual estuvieron los difíciles años de la dictadura militar. Publicó numerosos artículos y escribió cuatro libros: Merd o Patria, Ideas para debatir la Constitución de Gualeguaychú, Fibras del Abya Yala y el más reciente, Kakistocracia.
Este último trabajo fue editado por la JAPL y Ultimo Recurso en 2022 y está subtitulado “Los dramas nacionales desde una mirada entrerriana”. Un libro cargado de amor por la Argentina, de decepción por las clases dirigentes (kakistocracia significa “el gobierno de los peores”) y de esperanza por ver “una patria libre y grande en lo económico, justa en lo social, raigalmente democrática, realmente federal, ambientalmente sana”. El programa que a Julio lo unía a una enorme cantidad de personas, atravesando afiliaciones partidarias, creencias religiosas y preferencias deportivas.
Julio Majul se caracterizó además por su sentido del humor. Como una característica saliente, sufrió de tartamudez desde la infancia. El año pasado, en una entrevista con los colegas de Radio Máxima salió en defensa del dirigente Wado De Pedro, cuando le cuestionaron que no podía ser candidato a vicepresidente por ser tartamudo. En la ocasión, Majul manifestó que “es un disparate grande y una falta de confianza en el pueblo. Con ese criterio no podríamos elegir a un presidente gay, o una presidenta lesbiana, o a un manco, es una cosa de locos. Yo fui tartamudo muchos años, y fui electo senador provincial con más del 50 por ciento de los votos”.
Fuente: El Miércoles Digital.