Por Tirso Fiorotto

La Comisión Pasaje del Candombe, de Paraná, difundió ayer una carta sobre el racismo que aquí reproducimos completa por su valor en la denuncia de esta problemática.

No se preocupe, señora, usted es blanca y nosotros sólo matamos negros. Esta fue la respuesta de un agente de la policía estadounidense a una mujer que, ante supuesta infracción de tránsito se negaba, por comprensible miedo, a bajar de su automóvil.

Semejante confesión atroz fue ratificada una vez más ante el asesinato en días pasados de otro ciudadano afroamericano por parte de cuatro agentes de policía del Estado de Minnesota. Ese hecho inhumano y aberrante desató una furia de proporciones mayúsculas en la supuesta “gran democracia del norte”. Y no es de extrañarse: hechos como el presente revelan una alienación estructural en gran parte de la comunidad norteamericana, pero que atraviesa a todas las naciones, incluida la nuestra.

Toda esta parafernalia reveladora de una profunda mediocridad interior y carencia de los más elementales valores humanos nos hacen pensar en cuántos difíciles caminos tendremos aún que recorrer como para que estas visiones de supremacías étnicas o “raciales”, que en realidad conllevan formas de sometimiento económico, cultural y social, sean remplazadas definitivamente por modos igualitarios, humanistas, justos y solidarios.

Esta ya cuestionada supremacía blanca ha dejado en su historia asesinatos y genocidios deleznables en los últimos quinientos años, entre ellos, en nuestra América, los que sufrieron y aún sufren los pueblos originarios y las poblaciones africanas y afrodescendientes. Los “barcos negreros” que transportaban esclavizados, bajo esa deleznable figura donde se legalizaba que un ser humano se pueda adueñar de otro, y disponer cual objeto de su vida y de su muerte, bajo tremendos castigos físicos y espirituales, desnudan todo un sistema de dominación y explotación.

En esta crisis global sanitaria que transitamos, afloran los odios, los temores de pérdida de privilegios, y exacerban diferentes formas de discriminación como modos de canalización de ese odio. Bajo la excusa de la necesidad de poner “orden” frecuentemente se encubre la violencia “disciplinadora”, sobres quienes son identificados como “amenazas”. Los pobres, las mujeres, los “negros”, los “viejos”, los migrantes... la lista es larga.

Pero, así como se exacerban los odios, también gran parte de la humanidad empieza a caminar la senda que nos lleve a formas más humanas de convivencia, que se manifiesta en miles de hechos concretos, en políticas públicas acertadas, en los ámbitos de donde surgen nuevas ideas/viejas ideas como propuestas fundantes.

La Comisión Pasaje del Candombe desea inscribir su accionar dentro de ese camino de búsqueda superadora, repudiando toda forma de discriminación, explotación y marginación, rescatando el sentido histórico de uno de nuestros mayores donde “nadie es más que nadie”.

¿Y por casa cómo andamos?

América latina no ha quedado al margen de aquellas pautas de conducta social aberrantes.  En nuestro país estas cuestiones no fueron diferentes, invisibilizadas por el mito del “crisol de razas”, que fue usado con el fin de encubrir una realidad: la de la supremacía blanca de origen europeo.

¿Qué nos cuenta la historia local?

En el asentamiento de la Baxada del Paraná, allá por 1740 algunos testimonios nos hablan ya de una temprana la presencia de “pardos”, denominación con que se identificaba a mestizos afrodescendientes. Hacia 1824, esta población había llegado al medio millar, como consta en un censo de la época. La ley de libertad de vientres y la prohibición del comercio de esclavos (1813) no lograban mitigar la condición de esclavitud y servilismo real de este importante sector de la comunidad que desempeñaba un rol fundamental en su funcionamiento, que se extendió aún más allá de la abolición de la esclavitud a través de la Constitución Nacional de 1853.

El Barrio del Candombe se fue conformando una comunidad de afrodescendientes libertos, en los alrededores de la actual Plaza Alvear y de la actual Iglesia San Miguel, al norte del núcleo central del poblado, ocupado por las familias de mayor condición y poderío económico. Paulatinamente, la expansión urbana favorecida por leyes públicas, fueron desplazando esta comunidad, a la cual le fue negada su posibilidad de desarrollo socioeconómico, en dirección al río, barrancas y zanjones y áreas marginales de la ciudad, donde aún hoy es posible distinguir a sus descendientes.

Como acto reivindicativo de aquellos antiguos pobladores negros la Comisión del Pasaje del Candombe hace público su repudio más enérgico a los sucesos de Minnesota en la esperanza de que sus secuelas contribuyan a superar tamañas crueldades propias de concepciones arcaicas y deleznables que ya deberían haber desaparecido de la condición humana si es que sus responsables se consideren como tales.

En esta línea reinvindicativa de grupos étnicos no occidentales radicados en nuestro Paraná y en la provincia, sistemáticamente invisibilizados y maltratados a pesar de que supieron ser parte fundamental en las luchas por la liberación nacional del siglo XXI, la difícil situación actual nos encuentra bregando por la creación del llamado Pasaje del Candombe.