
Por Carmen Úbeda (*)
“Pacto Fundacional de Mayo” celebrado en los albores de julio. Primera confusión al menos, cuando es un verdadero disparate. Como tantos… continuos, permanentes durante siete meses ideado por un presidente para quien a muchos todavía sorprende. Nada de las vacilaciones, de las contradicciones y de las mentiras puede sorprender de este “self made man” sin historia, sin trayectoria, sin territorio y especialmente sin emoción, más aún – se diga lo que se diga- sin ideología. A menos que se entienda por ideología el recorte escandaloso de una propuesta a la vez grandilocuente y vacía que se convirtió en una promesa insultante, grosera hasta la ofuscación. Pero, si más que ideología, entendemos un conjunto sistemático de ideas como necesarias para abrir una nueva dimensión en el país, ahí sí que ese dato estuvo ausente. Las entregas discusivas, paupérrimas en su vocabulario se limitaron a la reproducción agobiante de tres o cuatros mentores económicos o mal entendidos económicos. El anarcolibertario aseguraba aplicar una serie de medidas surreales que volaban como pájaros perdidos en su cabeza fragmentada. “Anarco”, no se pone en duda, “libertario”, sí en toda su dimensión. Precisamente anarco extremo porque no hay ley que este hombre sostenga más de doce horas. Y libertario es un atrevimiento ya que, negando el Estado, la existencia de una nación, los poderes republicanos, se sirvió rotundamente, sobre todo del primero, para eliminarlo, según su pretensión. ¿Cuál es su sentido de libertad? Un sólo ejemplo bastaría (habiendo miles) para corroborar que su conducta “política” está en las antípodas de una libertad “democrática”. La razón de la nuevamente reiterada inestabilidad, sea por el dólar, por la baja de los bonos y tantos, la atribuye con descaro a las operaciones de algunos periodistas acusándolos a aquellos de mayor honestidad intelectual y equilibrio discursivo.
Nada de planificación y mucha ineptitud
¿Quién se sorprende hoy después de siete meses de este hombre que desde el día dos demostró claramente junto con Luis Caputo su proyecto estrictamente financiero? ¿Cuál sería el modelo de acumulación? ¿Cuáles serían los resortes de desarrollo? ¿Cuáles, las estrategias del empleo y la inversión? La gente, el pueblo, los argentinos asistimos a su exhibición pavoneándose en el exceso de la petulancia, el egocentrismo y la soberbia, propias de un ignorante. Si se excluye de sus palabras y de sus plagios a Hayek, Friedman, Misis, Rothbard no hay alusiones históricas, contextuales, políticas sustantivas ni siquiera investigadas. Desconoce la historia del país o se basa en un cliché equívoco: Mayo de 1810 no es el principio de la continuidad de Julio de 1916. No hubo entre esas fechas y acontecimientos una evolución que llevara a la segunda directamente desde la primera. La primera fue el hartazgo de una burocracia mal venida que siguió jurando lealtad a Fernando VII y la segunda, la declaración de la Independencia, una soberanía que no se privó de posturas no solo contradictorias, sino francamente contrarias. Hasta el último minuto previo a la reunión. Si Belgrano, que venía de ganar la batalla del norte, o San Martín, que ya estaba preparando el ejercito de los Andes para liberar países hermanos, no hubieran apurado los acontecimientos, esta declaración no se daba. Sumado a ello combatían a los realistas, Güemes, en el Norte y Artigas, en el Sur. Resulta dislocado que en un apuro de demencia ansiosa celebre el “Pacto de Mayo” a la medianoche del 8 de julio en Tucumán y luego corra como un desquiciado a asistir al Tedeum u a presenciar el desfile en Buenos Aires. ¿Será que en ese ritual contrahecho pretende demostrar una conciencia federal? ¿No lo ven? En tanto, se autocatapulta como referente universal de una “derecha” que avanza en occidente, pero cuyas consecuencias son temerariamente imprevisibles. Si bien Europa parece haberse despabilado este fin de semana y la cachetada no se dejó esperar con el triunfo de una izquierda ni siquiera tímida, sino extrema en Francia. El mismo camino, algo más suavizado, parecen seguir Italia y el Reino Unido. Los viajes del líder mundial no protocolares y al borde de convertirse en delito por incumplimiento de los deberes de funcionario público, no sirvieron para galvanizar esa derecha arrasadora que sobrevendría.
Temas tabúes
Un anarquismo libertario de implícita derecha también podría expandirse por América Latina, según los delirios del presidente, que él, “que todo los ve”, no vio los giros tomados por México, Brasil, Bolivia, Chile, por ahora. Aunque manoseado, manipulado, seducido existe un Poder Legislativo nacional a cargo de la representación del pueblo ¿no vieron sus integrantes un final no deseado para el país con lo que este hombre proponía de arranque? ¿O no les convenía? Los avances y retrocesos en su megalómana ley, primero ómnibus y luego carro, contradijeron todo el tiempo la terquedad de lo que predicaba. Avances y retrocesos, iteraciones y contradicciones tienen un solo nombre: esquizofrenia, sin querer aludir a ningún tipo de enfermedad personal sino al uso simultáneo de afirmaciones contrarias. Aquel voto aún dominado por la ira y los pensamientos sucios y la complacencia de nuestros representantes contribuyen a este presente que tiene exactamente siete meses, no desde el día de ayer. Habrá lectores que se pregunten qué debía hacerse ante ello o qué está proponiendo quien escribe. Es muy difícil definir sin ser rápidamente etiquetados, aunque se puedan mencionar mecanismos respetuosos del estado de derecho y de la democracia que provee nuestra Constitución ante casos como estos.
Hay temas que no se pueden tocar y menos discutir, siendo la naturaleza de la democracia ese ejercicio, porque hay temor a ser interpretados como desestabilizadores, integrantes del club del helicóptero o directamente golpistas. Si algo está siendo discutido hoy en este mundo occidental que tanto defendemos es un sistema democrático que está desoyendo las demandas más prioritarias que lo definen. En cambio, en el país, se menciona con recelo la posibilidad de una exigencia contundente por parte de los otros poderes (una de cuyas funciones principales es esa), cuando el primer mandatario falta a la ley o a la constitución. La “casta” que, haciendo caso omiso a nuestro desacuerdo con la denominación, verdaderamente se encierra en la torre de marfil de sus mezquinos deseos. La “casta” (no limitada únicamente a los representantes políticos) demuestra sí en el caso del Poder Legislativo responder primero al partido, después a sus intereses y finalmente o nunca a los pueblos que representa y, en algunos casos, ni al partido, de ahí la implosión balcanizadora de los bloques a la que hoy asistimos (ejemplo actualísimo: la vergonzosa interna del PRO). A tal extremo llega esta inconducta que es mínima la organicidad respecto de su espacio político, escaso o mutante el acatamiento a los gobernadores y nula o retórica la respuesta al pueblo.
Optimismo negador o enfermas ilusiones
La suspensión del incentivo docente, la reducción vergonzosa al sector pasivo, el aumento escandaloso de las tarifas por los servicios irregularmente prestados, los despidos indiscriminados, la disminución de los salarios en relación con una errática inflación, ya son una serie de medidas invivibles. Los intereses abrumadores de cualquier préstamo, la desregulación generalizada que siempre perjudica a la industria nacional o regional, la restitución del Impuesto a las Ganancias (léase salarios), el “perdón” a los grandes evasores, las consecuencias desproporcionadas que la inflación supuestamente en baja produce en precios, en cualquier tipo de relaciones comerciales, prestaciones, servicios, la disminución del poder adquisitivo en general… el hundimiento de una típica clase media argentina tan diferente al resto de Latinoamérica durante casi 70 años, el delito anticonstitucional cuando se desconoce la coparticipación federal y las obligaciones que la Nación tiene con las provincias que sostienen ese estado nacional sustituyéndolas por pagos o cobros de mutuos favores, según la obsecuencia de quienes soliciten alguna limosna, son otros movimientos más devastadores aún.
Aunque “Las Bases…” hayan terminado en una mezcla rara de “Musetta y de Mimí” juntando leyes más dispares que las peras y el olmo, por demora u omisión han servido a la híper, ultradogmática postura de un presidente que mientras la sanción se demoraba seguía aplicando medidas “a piacere” con más visos de convertido que de convencido. Otra vez exhibe su fetichismo: lo importante era contar con el papel de una ley, aunque rota y remendada. Otra vez la transformación delirante del fracaso en triunfo. ¿A quién sorprende? ¿Aun a los expertos analistas políticos que le daban ese “semestre” de gracia ya tradicional sin avistar hacia dónde iba la criminalidad de un “autopercibido” líder mundial? Entonces, aquellos pocos que dijimos haber visto y hoy tímidamente proponemos medidas semejantes a rebeliones fiscales (en algún artículo anterior) o algo así somos llamados, sin empacho, golpistas, antidemocráticos, antirrepublicanos cuando estamos defendiendo precisamente ese sistema.
Un único modo de llamarlo
Más con temor que con osadía y alejada de toda afrenta, después de siete meses idénticos, es hora de decir que estamos en manos de un inmoral o amoral, como se mire, de un indecente (aunque él insista con las personas de bien), de un ser inhumano, ni siquiera cerca de su animalidad. Al decir de mi abuelo en el colmo de las ironías, es un hombre que tiene la conciencia limpia porque no la usa nunca. Esta sustancia empeorada por una retórica repugnante, de consabidos adjetivos cloacales referidos a todo, todos y todas los que mínimamente se opongan a una preposición suya. Todo lo que huela a “keynesianismo” o “comunismo”, todos los que tengan alguna expresión cercana a ellos y todas las mujeres: su misoginia es desembozada y aún la admiración por su hermana es trastocada con el masculino “el jefe”. Es un personaje tan ignorante para el lugar que ocupa que desconoce el tipo de comunicación en las distintas proxemias: íntima, semipública o pública sin cuidarse de una jerga prostibularia, lo que parece únicamente formal y que, bajo la mirada atónita de algunos, es festejada por muchos. De allí sus votos, por lo que asegura una legitimidad de origen, pero no de ejercicio. El insulto, la injuria, el agravio son fácilmente reconocidos como figuras delictivas, además de dañar a veces de modo irreversible a las personas y definitivamente, por las palabras soeces elegidas, al idioma que será emulado e imitado por un pueblo cada vez más vulgar. Conducta de la cual se es responsable individualmente, pero es incorporada colectivamente por su reproducción y aún más viniendo de una “autoridad”. Hasta aquí la mayoría puede interpretar los dichos como mera informalidad, pero no hay continente sin contenido. Más allá de la palabra ofensiva, está la violencia física que por ahora el hombre contiene con alguna buena medicación. También desconoce la necesaria relación entre autoridad y cierta solemnidad precisamente en el rol que desempeña. Es imposible el respeto sin una mínima distancia o con un sentimiento semejante a cierto gesto reverencial. Es ancestral, quizás desde la manada mamífera, pero por ahora el homo sapiens no ha superado en su evolución el hemisferio frontal, es decir, que lo ancestral y emocional priman en vínculos, relaciones, decisiones. Milei, como se dijo, es un déspota autócrata, más cercano a los “reyes malos” que a un presidente electo. Sin embargo, por lo menos podría mantener la clásica actitud afable, aunque hipócrita, de los monarcas y alguna clase de solemnidad en el ritual de la comunicación. Es connatural a la relación entre gobernantes y gobernados la institución de un ritual que hoy y aquí se está desconociendo por completo. Ritual en el sentido que le dio Confucio, como superación cualitativa del mero respeto a la ley que puede transgredirse o no y no el payasesco y efímero ritual en la trasnoche del 8 de julio. El ritual auténtico, en cambio, es internalizado colectivamente desde el ejemplo permanente de los mandantes y su no observancia es mucho más improbable. Esa prédica del siglo XX hasta el cansancio de que debemos tender a una sociedad sin roles nos ha dañado en un sentido o en el otro: o abuso del rol, como reacción, o ausencia, por sobreadhesión. La presencia de los roles sin exageración y mediados por el irremplazable respeto es lo que asegura la convivencia.
La educación no es sólo una palabra
Siendo un punto fundamental el decálogo pilar del “Pacto de Mayo en Julio” el tema educativo, el primero en transgredirlo es el presidente degradando el idioma y concretamente negándose a restituir el Fondo de Incentivo Docente, congelando la inversión educativa en una despreciable parquedad presupuestaria y reduciendo un ministerio central a una triste secretaría integrante de un megaministerio que atiende o desatiende temas tan diversos como relevantes en manos de una súperministra a la que ya empiezan a vérsele sus inmoralidades, sea por negligencia o desconocimiento. Es de destacar, sin embargo, que el titular del ministerio reducido a secretaría es un respetable especialista en Ciencias de la Educación cuyo convincente discurso ha sido conocido una sola vez por la ciudadanía. En él reafirma la imperiosa necesidad de una capacitación permanente de la docencia como el ABC de su ejercicio. Esta capacitación permanente requiere años sabáticos o similares, inversión, especialistas y, sobre todo, evaluación continua de instituciones y docentes. ¿Con qué presupuesto? Por parte del bien intencionado secretario, todo queda en el terreno de una inútil formulación de deseos. Sumado a la novedad de último momento dada por el presidente en cuanto que se creará un plan nacional de alfabetización. ¿Un plan nacional de alfabetización paralelo a la actividad obligada en los primeros años de escolarización establecida por el sistema? ¿Con qué presupuesto? Y sobre todo ¿por qué? Por no capacitar como corresponde a toda la docencia por no trabajar desde los ministerios concienzudamente. Se insiste, urge la capacitación docente antes que otro invento de plan, especialmente si se va a aplicar otra metodología de alfabetización, aunque también cometiendo una tamaña irregularidad proveniente de un ministerio de la Nación: cada provincia elegirá el método que aplicará para alfabetizar.
Miente, miente que algo queda
Los verdaderos pedagogos entienden el proceso educativo como una unidad entre información y formación ¿cuál habrá sido la formación del que llevamos a la presidencia? La mentira es el eje central de su discurso. Aun cuando abunde en números que lo envuelven de verosimilitud, tampoco dejan de ser mentirosos como lo es asegurar que estamos viviendo un déficit fiscal cero. Nada más lejos: es nominalmente cero, pero se obvian deudas de larga data entre el Estado y sus prestatarios y las otras, las billonarias deudas externas. Luego, tanto él como su ministro de Economía (léase finanzas y Wall Street) Luis Caputo, atribuyen el aumento sin prisa, pero sin pausa del dólar paralelo a operaciones oscuras y, entre bambalinas, se lo adjudican a Massa y a sus empresarios allegados. Esto último, ni se acepta ni se niega, pero no olvidar que operaciones por el estilo las hizo el mismo Caputo durante el régimen macrista (de fuentes directas).
Entuertos, mentiras, embustes, furias, desequilibrios, delirios, agravios cubren más de dos tercios en el retrato de este presidente ante el que algunos se están desayunando. En general, y de punta a punta del espectro ideológico (es de destacar el alejamiento total de dos o tres hombres que iban a pertenecer a su gabinete), entre el primero y el segundo mes de asumido cada uno de los representantes ideológicos paradójicamente coincidían en sus augurios, pero en el grueso de la población las tripas mandan más que el cerebro y fueron desoídos. Cualquier movimiento de timón en la actualidad, a nuestro entender, es tarde. Las cartas están echadas y no vuelven atrás. Se esperaría, en cambio, que las inconstitucionalidades cometidas descaradamente no tengan como respuesta sólo reclamos, sino que gobernadores, representantes, instituciones nacionales tomen la férrea vía de la justicia (si utópicamente estuviera limpia). Sin baches, sin tiempos en blanco, desde todos los ángulos y desde todas las jurisdicciones posibles.
Además, aunque los números de encuestadores muy creíbles, más o menos creíbles o poco creíbles y una duda razonable lo sigan beneficiando con soltura en su imagen positiva, otros métodos no cuantitativos señalan una calle agobiada, vencida o resignada y una clase media, masa crítica de su triunfo, progresivamente dubitativa. Si también comienza a perder fanáticos compartidos y fandom de las redes, las consecuencias no se pueden predecir. Tampoco debe desconocer el presidente (de ahí sus discursos cada vez más vacilantes) que se preparan otras operaciones silenciosas conducidas por personajes impensados del peronismo, del radicalismo, otros partidos y la persona más allegada a la fórmula (fuentes: muy allegados).
Esta descripción, aunque sobrecargada de adjetivos, es el resultado de observar con la mayor neutralidad posible, aunque no pueda asegurarse un final ni parecido. Lo único cierto es que tarde o temprano el verdugo es víctima de su propio veneno. Qué doloroso mencionar ahora cuando el costo ha significado nada menos que el sacrificio de personas, patrimonio y soberanía, al parecer irreversible.
(*) Especial para ANÁLISIS