
María Angélica Gastaldi, Rafael Gutierrez, Roberto Falistocco, Daniel Erbetta, Eduardo Spuler y Mario Netri. (Foto: conicherep.com)
Por Coni Cherep (*)
Y no es una metáfora. Es la descripción de un hecho, que como tal, no admite muchas interpretaciones. Salvo la de su integrantes, que se niegan a aceptar el paso del tiempo y especialmente, la necesidad de ventilar la cúpula de un poder que por independiente que sea, no debe dejar de cumplir con las normas vigentes y los cambios que demanda la sociedad.
Hay una reunión. Se ventilan cosas que nadie sale a confirmar ni a desmentir. Los seis integrantes de la Corte Suprema de Justicia de Santa Fe, parecen parapetados detrás de sus cómodos sillones, y mientras siguen tomando decisiones- algunas muy cuestionables, como el virtual entierro de la Causa Inundaciones- negocian la extensión de sus mandatos, antes que la sanción de otras leyes, los termine perjudicando.
Política. La justicia es política. Mucho más si se trata de la cúpula. Ninguno de los miembros actuales de la Corte, vienen de un repollo. Son amigos, ex parientes políticos, abogados personales, ex funcionarios o simplemente académicos que no habiendo aceptado en su momento cargos en el Ejecutivo, terminaron en la Corte, propuestos por ese mismo gobierno.
Nadie discute, y a estas alturas es innecesario, las virtudes profesionales de quienes integran la actual y vetusta corte santafesina. Lo que se pone bajo la lupa es el tiempo que llevan en ese lugar. Todos, incluso el último de los designados- Daniel Erbetta- que en los próximos meses cumplirá ya 17 años en su lugar.
17 años, apenas, para el rosarino ex decano de la Facultad de Derecho de la UNR. Pero a él, por ahora, lo salva la edad: 67 años. Su «juventud», excede los años que impone la aún más vetusta Constitución Provincial, que fijaba el limite en 65 años, pero se encuentra todavía dentro de los años que la Corte Nacional estipuló para la Provincia tras la escandalosa resistencia del ex cortesano Cassiano Iribarren, y que consagró que la edad debe igualarse a la de la Reforma Constitucional de 1994: 75 años.
Los jueces de la Corte pueden permanecer en sus cargos los años que tengan ganas, hasta que llegan a la edad límite: lo 75 años. Entonces, con la salvedad de Erbetta, el resto de los integrantes de la Corte deberían presentar de inmediato sus renuncias y dejar expedito el camino para que el gobernador y la Legislatura Provincial, con la opinión de todos los partidos políticos, integren un grupo nuevo que conduzca al Poder Judicial.
No es un capricho. Es la ley. Es un fallo de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, basado en la Constitución Nacional.
Cualquiera de los mortales que habitamos el país, tenemos la obligación de cumplir con las leyes y los fallos. La pregunta obvia es ¿cómo no lo harían los miembros de un tribunal superior de justicia?
Así que repasemos:
El Presidente del cuerpo, es Rafael Gutiérrez tiene 76 años. O los está por cumplir. Su dilatada y prestigiosa carrera, no es impedimento para recordar que llegó a ese lugar por las buenas y entones familiares relaciones con Carlos Reutemann. El «Lole» lo propuso en su segundo mandato, junto a su abogado personal, Eduardo Spuler, en 1999. Es decir, que Gutiérrez y el abogado del ex piloto, llevan casi 25 años en sus sillones.
El caso de Spuler es aún más llamativo: No sólo excede en edad el plazo estipulado por las Constituciones y los fallos judiciales, sino que desde hace varios años, tiene serias dificultades de salud para cumplir con sus obligaciones como Ministro. El abogado santafesino tiene 82 años, y aunque en las últimas horas reapareció públicamente, es un secreto a voces que pasa meses ausente de su despacho, y que en varias ocasiones, los fallos fueron llevados a su domicilio para que los suscribiera.
¿Por qué Spuler, con semejante antigüedad y una jubilación garantizada de muchos millones mensuales, se mantiene en su cargo? Misterios de la mente humana, o de la política judicial: Todos saben que Spuler hace y deshace, según le sugiera su jefe personal, Rafael Gutiérrez.
Gutiérrez y Spuler, representan al denominado «Loobie santafesino», o más bien capitalino, que intenta- según se filtra- evitar que la Corte termine siendo territorio exclusivamente rosarino.
Frente a eso, están los del sur. Los del supuesto, también, loobie rosarino:
Allí aparece la única mujer que ocupa una silla de seis y que recuperó protagonismo porque acaba de fundar su voto en la causa inundaciones, desconociendo las pruebas presentadas a lo largo de 20 años de disputa judicial, y es la ex funcionaria justicialista, Maria Angélica Gastaldi.
Antes de llegar a la Corte en 2001- hace 23 años- la magistrada ocupó una banca como diputada provincial por el PJ- Justicialista, no Judicial- desde diciembre de 1991, hasta agosto de 1993, y luego,de diciembre de 1995 a diciembre de 1999. Luego ocupó la Defensoría del Pueblo entre desde junio del 2000 a noviembre de 2001. Y entonces fue propuesta por el gobernador Carlos Reutemann, para ser Ministra de la Corte.
Gastaldi, de 78 años cumplidos, y también excede claramente los límites constitucionales para permanecer en el cargo y debería abandonarlo sin demasiadas dilaciones. Pero no. La mujer permanece en el lugar y parece decidida a «resistir» en coincidencia con otro ex funcionario justicialista que terminó en la Corte: Eduardo Falistocco.
El Doctor Falistocco tiene ya 78 años cumplido y fue designado ministro en las postrimerías del gobierno de Víctor Félix Reviglio, en 1990. Este año cumple 34 años en el sillón, que ocupó luego de haber sido funcionario político del propio Reviglio y de su antecesor José María Vernet.
El último integrante de este cuerpo algo añejo del poder judicial santafesino es el rosarino Mario Netri, que con 84 años y más de 30 en el cargo, es el único que ha tomado la decisión de renunciar al cargo, aunque se hará efectiva en octubre o noviembre de este año.
Es decir: de los seis integrantes de la Corte Suprema de Justicia de Santa Fe, cuatro fueron designados por Carlos Reutemann, uno por Victor Reviglio y otro, Erbetta, por Jorge Obeid.
En los últimos 17 años, ni Binner, ni Bonfatti, ni Lifschitz, ni Perotti y ahora Maximiliano Pullaro, han podido renovar aunque sea de manera parcial, los aires del máximo tribunal.
Es probable que la discusión de la nueva ley de jubilaciones de la provincia, provoque- como ya ha provocado en cargos judiciales «menores»- una ola de renuncias, para evitar que se les toque el privilegio de sus jubilaciones, con un eventual tope.
Pero más allá de eso, Santa Fe tiene la obligación institucional de modificar la composición de la Corte. Y es un buen momento para hacerlo, acompañando los cambios que se vienen dando en el resto de los poderes, a instancias de las demandas sociales.
La Corte, esta Corte, que cumplió sus objetivos de manera sobrada con quienes los designaron- sirvió para que Reutemann llegue hasta el final de sus días sin dar explicaciones por las muertes de diciembre de 2001 y las inundaciones de 2003, por dar dos ejemplos- debería dar una señal de grandeza, y ayudar al cambio que la sociedad demanda.
Todo lo demás, será señal de política menor, de disputas por obtener retazos de un poder que, como todo poder, se termina.
El poder, como la vida, se termina. Y algunos parecen no aceptarlo.
(*) Artículo publicado originalmente en el sitio conicherep.com