(Foto: ilustrativa)
(*) Por Eugenio Jacquemain
Cuando a uno le toca ocupar el rol de periodista, con la “objetividad” que parte la sociedad exige, sobre todo aquel sector al cual no le gusta nuestro mensaje, se nos está pidiendo hacer algo que nadie hace, que nadie puede hacer. La objetividad total no existe, uno se para en determinado lugar para dar su opinión, ya sea un simple ciudadano, un médico, un ingeniero, un político, y ¿por qué no un periodista?
Muchos de nosotros, ocupamos este rol en la sociedad gracias a lo público, gracias a la educación pública, viendo lo importante que es esto para la equidad en nuestro país. Entonces ¿Cómo no pararnos en este lugar para opinar e informar? ¿Por qué no seguir opinando lo mismo que hemos dicho gobierno tras gobierno? ¿Por qué no decirlo ahora cuando lo hicimos siempre?
Desde que pisé un aula hace ya muchísimos años en el jardín de infantes de la querida ENOVA de Gualeguaychú, todo mi derrotero fue en la educación pública, primario, secundario, terciario y dos carreras universitarias, ¿dónde quieren me pare para escribir esta nota?, no soy un topo en el Estado y mucho menos quiero destruirlo.
Esta opinión la vierte un egresado de la Facultad de Periodismo de la UNLP, un egresado de la educación pública, alguien que, gracias a ella, pudo estudiar, pudo culminar su carrera y hoy desarrollar la profesión que le gusta. Preguntémonos cuantos médicos, ingenieros, maestros o simplemente estudiantes, habría si no existiera la educación pública.
Muchos tuvimos acceso a un trabajo, a una vida digna gracias al acceso a la educación libre, gratuita y de excelente calidad que nos brindó el Estado, sí, no se horroricen algunos, usé la palabra gratuidad, por supuesto que alguien lo paga, entre ellos yo con mis impuestos que no son diferentes a los que pagan otros y tan válidos como los suyos, y me parece perfecto que se utilicen para garantizar la equidad en el acceso a la educación pública, a la salud pública y a la seguridad, tareas ineludibles del Estado.
Cada reclamo incomoda al gobierno de turno y ha sucedido con los sucesivos presidentes, gobernadores o intendentes, solo basta ver la catarata de funcionarios operadores que salen del ostracismo ante cada marcha o reclamo masivo que se da. Un ejemplo es la segunda marcha universitaria federal o incluso la marcha docente entrerriana que se dio a principios de este mes, que provocó un sinfín de declaraciones periodísticas de funcionarios provinciales y comunicados engalanados con una hermosa dialéctica maquillando la realidad.
Un funcionario electo por el pueblo debe escuchar al pueblo. El reclamo por la educación pública es transversal, las encuestas y la presencia en las marchas lo demuestran, no existe diferencia entre libertarios, peronistas, radicales o de izquierda, que codo a codo lo demuestran caminando por las calles de nuestro país. Hoy los funcionarios, enceguecidos con el objetivo del equilibrio fiscal, apuntan sus cañones a reducir todo lo que consideran costo y no inversión, a cortar el gasto de todo aquello que no produzca una “ganancia o rédito” económico, la ecuación debe dar cero y si queda superávit mejor.
Pero para que quede en positivo esa polinómica económica, hoy encontramos hospitales públicos sin insumos, salarios por debajo del índice de pobreza e incluso del índice de indigencia, rutas intransitables y argentinos que no comen. Si, por supuesto, esto no es de ahora, y para aquellos con facilidad de crítica, quien escribe no lo dice solamente ahora, lo ha dicho siempre y con todos los gobiernos.
¿Decir que en algunos hospitales públicos, se usan guantes de protección por parte de los médicos y enfermeros solo en determinadas ocasiones, porque no alcanzan para todas es subjetividad?
¿Decir que un médico residente nacional en una unidad cardíaca, una UTI o una sala, trabajando todos los días y teniendo guardias de más de 24 horas, seis veces al mes no llega a un millón de pesos es una cuestión ideológica?
¿Decir que hay gurises entrerrianos que si llueve durante días no pueden llegar a clases por el estado de los caminos es tomar una posición partidaria?
Como estas, se me ocurren decenas más de interrogantes, preguntas que he planteado a través del tiempo y con los diferentes gobiernos. Recibiendo una y otra vez el “hay que darles tiempo, recién arrancan”. Diferentes gobiernos, pero con un denominador común, el responsabilizar al anterior de los males contemporáneos o de lo que no pueden (o no quieren) solucionar, incluso acusaciones entre sucesivos gobernantes del mismo partido.
Hace unos días, una multitud marchó en defensa de la universidad, en defensa de la educación pública, en contra del anunciado veto a la Ley de financiamiento universitario, finalmente ratificado con justeza y extrañas alianzas. Mientras tanto, las usinas de rumores y redes, largaban carpetazos de desfinanciamiento por mal manejo de fondos, no rendimientos de gastos o la presencia de alumnos fantasma con una clara intención de deslegitimar el reclamo. Pero estos operadores anti marchas, con algunos socios en el periodismo, chocaron contra miles y miles de argentinos, a lo largo y ancho del país, sobre todos jóvenes, incluso miles y miles votantes del oficialismo, que no se amilanaron, que salieron a la calle a defender la educación pública, a los cuales poco les interesó la presencia en la misma de políticos u otros opositores que se colgaron del reclamo.
Nuevamente, la juventud argentina hace historia, el mismo grupo etario que, hace tan solo unos meses, era elogiada por algunas voces “por ver lo que se necesitaba para el país”, las mismas voces que hoy la cuestionan por “marchar engañados y convertirse en marionetas”, nuevamente, nuestros jóvenes nos muestran el camino, se movilizan, nos sacan de los sillones de la comodidad y del ostracismo y del “no te metás” a muchos.
Por supuesto que hay que hacer las auditorias necesarias, por supuesto que hay que controlar los gastos en las universidades (no solo eso), pero si hay irregularidades, estas no se solucionan desfinanciando la educación pública, desfinanciando la salud, porque eso es romper la columna vertebral de un país.
Se viene el debate por el Presupuesto Nacional 2025, allí habrá que dar nuevamente el debate sobre la educación pública, las leyes previsionales y la salud pública. Un Congreso Argentino, que se ha ido devaluando en el corazón de la ciudadanía a través de la historia por propias acciones, deberá fijar prioridades, diferenciar claramente los conceptos de costo y de inversión, ponerse del lado de la gente, olvidarse de promesas de embajadas, cargos o posibles verticalismos o retos, responder al ciudadano, desde el lugar que ese mismo ciudadano lo puso.
(*) Especial para ANALISIS