Con la inauguración de un monumento, se homenajeó en Hernández a Teresita Serra, militante desaparecida en 1976

Por Juan Cruz Varela
(desde Hernández)

La Municipalidad de Hernández, en el departamento Nogoyá, rindió este viernes un homenaje a María Teresita Serra, asesinada por la última dictadura en Rosario, al cumplirse 56 años de su nacimiento, con un emotivo acto en el que se descubrió un monumento que simboliza la lucha por la que dieron la vida los 30.000 desaparecidos y el reclamo de memoria, verdad y justicia. Unas 200 personas acompañaron a quien fuera hija adoptiva de esa pequeña localidad y a sus familiares, a pesar del intenso frío y el fuerte viento que resoplaba. Con emoción, Juan José Serra, hermano de Teresita, aseguró ante ANALISIS DIGITAL que “recordarla es recordar también la historia de una generación en la que perdimos a nuestra riqueza juvenil de aquella época, 30.000 dirigentes que hoy faltan en nuestra sociedad”. Del acto participó el diputado provincial José Ángel Allende (PJ-Nogoyá), quien en un improvisado discurso sorprendió al reivindicar a los militantes de la década del ‘70, algo que hace por primera vez, dado que varios de sus familiares directos siempre estuvieron ligados a personajes de la última dictadura y nunca se había expresado al respecto.

El imponente monumento de Valentina Fernández sin dudas moviliza. Mide cuatro metros de alto y la imagen de un hombre con un chico sobre sus hombros y una mujer a su lado liberándose y dejando atrás a las cadenas impresiona y conmueve. Ese símbolo de libertad, acompañado por los pañuelos que representan a la lucha de Madres y Abuelas y la antorcha de identidad, amor y entrega son un compromiso por la memoria. Como ese que dejaron los familiares que grabaron con sus pies y sus manos en el monumento de la artista oriunda de Nogoyá y que se resume en sus propias palabras: “Hernández es vértebra bien calcificada que unida a otras como ella se torna columna erguida, sana, fuerte y nos entrega desde su médula lo que puede dar: Justicia, ¡sí!; rencores, ¡no!; perdón, ¡si!; olvido, ¡no!”.

El monumento está enclavado frente al Centro Cívico y frente a la iglesia, en un lugar de paso obligado para los 1.800 habitantes del pequeño poblado ubicado 88 kilómetros al sur de la capital provincial. Allí creció, jugó, estudió y se formó Marita Serra. Por aquellas calles paseó sus ojos color del cielo y su sonrisa amplia. Y hasta allí volvió, a días de cumplir 56 años, en el recuerdo y la memoria.

“Van a pasar 30 años de la desaparición física de una vecina de nuestra ciudad. Desde este gobierno municipal queremos reflejar a través de esta obra de arte un sentimiento contenido a lo largo de muchos años”, arrancó su discurso el intendente Luis Gaioli, gestor de la iniciativa. “Creo que el paso del tiempo, el temor por no meterse, la ignorancia, tal vez la falta de compromiso, hicieron que este homenaje no se pudiera hacer antes. De todas maneras, nunca es tarde para reparar un error y por eso estamos aquí para brindar el reconocimiento de toda una sociedad a una vecina de nuestro pueblo que luchó por un país mejor, con ideales bien claros, jugándose por la liberad. Por eso, pedimos disculpas por la falta de reconocimiento a su debido tiempo. Pero el acto bien vale para enmendar un error. Aunque para nada va a mitigar el dolor de las personas que tienen un familiar desaparecido, por lo menos dejará un testimonio a las generaciones futuras para que no se repitan los errores del pasado”, agregó.

Por su parte, el secretario de Justicia, Seguridad y Derechos Humanos, José Carlos Halle, manifestó que “cuando los chicos nos interroguen por este monumento y por lo que pasó durante la dictadura, quizá podamos reconstruir la historia venciendo al olvido y recuperar lo perdido”, y agregó que “este es un acto más de compromiso del Estado entrerriano y del Estado municipal de lucha contra el olvido y para recuperar la memoria. Tener memoria es poder rescatar del olvido a la vida de compañeros que fueron desaparecidos por el terrorismo de Estado; y poder contarles a los chicos que se trataba de hombres y mujeres que hacían política para tratar de cambiar una sociedad que sabían injusta”, afirmó.

Sorpresas de la vida

Del acto participó el diputado provincial José Allende, quien al realizar un improvisado discurso sorprendió al reivindicar a los militantes de la década del ‘70, algo que hace por primera vez, dado que varios de sus familiares directos siempre estuvieron ligados a personajes de la última dictadura y nunca se había expresado al respecto. El legislador habló de “rescatar los valores de esta generación que luchó y dio su vida por un país distinto” sorprendió aún más al acotar que “en lugar de eso hay que soportar a dirigentes corruptos y ladrones que han ejercido el poder durante la democracia”, cuando es uno de los dirigentes más cuestionados, precisamente -entre otras cosas- por su crecimiento patrimonial en los últimos años.

Sabido es que durante la última dictadura, el padre del diputado Allende fue el representante en Entre Ríos del entonces almirante Emilio Eduardo Massera, en la conformación del denominado Partido de la Democracia Social que quiso instalar a nivel país y fracasó rotundamente, por el rol clave que tuvo el militar en tanta muerte, tortura, desaparición y secuestro. A su vez, otro pariente directo del legislador oficialista, el capitán retirado Marcos Rodríguez, está acusado en Formosa de participar de sesiones de tortura en el regimiento de dicha capital, durante el último gobierno militar, por lo cual Allende nunca hizo pronunciamiento alguno en torno al pasado reciente y menos en sintonía con los organismos de derechos humanos.

María Teresita Serra nació el 22 de julio de 1950 en Paraná. Una de tres hijos de Ramón José Serra y Antonia María Ursini, que al poco tiempo de nacida Marita se trasladaron a Hernández. Guardapolvo blanco impecable; muy delgada e inquieta; rubia de ojos vivaces, enormes alegres y tan celestes; paseó su sonrisa y buen humor por la Escuela Número 9 Félix Frías, donde cursó sus estudios primarios. Allí creció y vivió inolvidables tardes de primavera y verano, jugando en las barrosas calles del pueblo que pasaban entre muñecas, casitas y escondidas con amigos. Y también inviernos, esos que aguardaba para recibirlos en cumpleaños infantiles y para soplar velitas de las memorables tortas de nuez que su madre le preparaba para mimarla y malcriarla.

En Hernández también creció y las muñecas fueron dando paso a los libros y discusiones. Cursó la secundaria en la Escuela de Comercio Doctor Sabá Z. Hernández y luego se trasladó a Paraná, donde se recibió de maestra normal nacional en el Colegio Nuestra Señora del Huerto. Y en diciembre de 1968 llegó a Santa Fe para rendir las equivalencias que en ese momento se exigía a quienes no eran peritos mercantiles para comenzar a estudiar Ciencias Económicas en la Universidad Nacional del Litoral.

Hasta allí volvió hoy Juan José Serra, tres años menor que Marita y recuerda que “su historia nace tempranamente cuando se fue de Hernández buscando un nuevo porvenir, nuevas ansia de libertad y espíritu libertario”. Vivió en Santa Fe, luego en Paraná y en Concepción del Uruguay, de donde se fue perseguida por la terrible Triple A. Recaló en Rosario, donde continuó su militancia política en el Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT). “Yo la recuerdo con mucho cariño. Los dos nos fuimos casi juntos a estudiar afuera y éramos muy compañeros y amigos. Hasta que comenzamos una militancia política aunque con prácticas distintas, y en los últimos años prácticamente la comunicación era muy difícil por cuestiones de seguridad”.

Sin embargo, asegura que “recordar a Teresita es recordar también la historia de una generación en la que perdimos a nuestra riqueza juvenil de aquella época, 30.000 dirigentes que hoy faltan en nuestra sociedad. Pero también es recordar a quienes han preservado día a día la memoria, a quienes mantuvieron la lucha por la justicia y por recuperar la verdad, que es algo que trasciende todo lo que hemos buscado y se ha ocultado en estos años”, afirmó Juan José en diálogo con ANALISIS DIGITAL.

Asimismo, reconoció que “todos estos días han sido muy conmovedores porque no es solo el recordatorio sino que el objetivo es que todo esto se transforme en algo disparador de un debate en torno a la memoria, a la búsqueda de la verdad y la justicia por lo que sucedió con aquella generación. Por eso, como familiar no puedo menos que recordar con emoción esa gesta y saludar a todos quienes se comprometieron en Hernández y los grupos de familiares”, relató emocionado.

María Teresita Serra fue “detenida en averiguación de antecedentes policiales e ideológicos” el 10 de julio de 1976 en el departamento en el que vivía en el primer piso de la calle Paraguay 1.572 de Rosario. Una patota de la Policía santafesina, comandada por el entonces jefe de la Unidad Regional II, comandante mayor Agustín Feced se la llevó, arrastrándola de los pelos escaleras abajo desde su departamento. En respuesta a un recurso de habeas corpus presentado ante el juez federal Pedro Alegría Cáceres, el propio Feced reconoció, tres días después, que “siendo las 11.50 del día 10 de agosto ingresó al Servicio de Informaciones la llamada María Teresita Serra, en averiguación de antecedentes policiales e ideológicos, recuperando su libertad el mismo día siendo las 20 horas, por no registrar pedido de captura ni antecedentes ideológicos, esto por falta de mérito para continuar su detención”. Pero ella no volvió a aparecer.

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