Iglesia: apertura y mea culpa. Pugilismo verbal peronista. Tierras: blooper presidencial

Por Luis María Serroels, especial para ANALISIS DIGITAL

Las reflexiones del Arzobispo dejan jugosos elementos y en algunos aspectos no son novedosas. Por ejemplo, cuando se habla de la declinación en la fe que se advierte y que es sencillo descubrir en cada oficio cuando sobran lugares en los bancos de los templos. Pero especialmente, la menguada concurrencia de jóvenes enciende una luz de alarma.

“Para nosotros es un desafío estar más cerca de la gente. Antes la gente iba mucho más al templo, estaba más predispuesta a escuchar un mensaje”, reconoce Puíggari en declaraciones hechas a El Diario. Y añade: “Hoy creo que no. Y este es el gran desafío que nos lanza la Iglesia en Aparecida” (ciudad brasileña donde en 2007 se reunió el Episcopado Latinoamericano).

Habla de “volver a entusiasmar a esos cristianos que lo han sido y que se han ido enfriando”. Pero esta realidad incontrastable, ya ha sido reconocida en los últimos años. Por ejemplo, en 2005 el entonces Arzobispo Emérito de Paraná y actual Cardenal Estanislao Esteban Karlic, admitió en una entrevista que le hiciera el diario Uno, de Mendoza, que “preocupa mucho la baja en la concurrencia de fieles católicos a las iglesias”, puntualizando con gran humildad, que “puede ser que la gente no vea el ejemplo de Jesús en nosotros”. Peticionó públicamente que “si los fieles creen que no alcanza la labor de la Iglesia, entonces nos lo tienen que decir y nosotros agradecer”.

Manifestó Karlic que “debemos preguntarnos si les estamos dando a los fieles el mensaje del Evangelio y si lo estamos haciendo de un modo que ellos lo entiendan y, fundamentalmente, si lo estamos haciendo desde el testimonio vívido”.

En una homilía pronunciada el 28 de febrero de 2010, el Obispo de Viedma, Miguel Esteban Hesayne, asumía la situación compleja reinante diciendo que en la Argentina de hoy, “con una masa de bautizados y millones de carenciados de lo básico para vivir en dignidad, el Dios de Jesús está clamando por mujeres y varones que construyan una Iglesia samaritana y comunional”. Y señalaba en otro momento: “Que los cristianos no tengan que preguntarse dónde están los cristianos, dónde está la Iglesia de Jesucristo”.

También el año pasado y en un reportaje concedido al diario La Nación, el Obispo de San Isidro y presidente de la Pastoral Social, monseñor Jorge Casaretto, reconoció que la institución católica perdió fieles, aunque aseguró que la presencia moral de la Iglesia sigue siendo fuerte en nuestro país. De todas maneras y al intentar abordar específicamente la cuestión del debilitamiento en la fe, el prelado afirmó que “siempre hay un núcleo de seguidores fieles, pero en la cultura actual hay una gran desconfianza a todo lo que es demasiado institucional, a las estructuras muy fuertes y la Iglesia puede aparecer como una institución sólida y fuerte, pero a veces eso genera desconfianza e indiferencia”. Aclaró que “puede ser que hayamos perdido fieles en la misa dominical, pero me parece que la presencia moral de la Iglesia sigue siendo fuerte en la Argentina”.

Volviendo a nuestro ámbito, seguramente los análisis de monseñor Puíggari parten de una revisión honesta del escenario que hoy se ofrece. Probablemente habrá ceños fruncidos en muchos sacerdotes y laicos, frente a una situación real y palpable que deja en los conceptos a que hemos hecho referencia, mucha tela para cortar. Toda reflexión que enfile a trazar nuevas líneas en el anuncio y la comunicación de las verdades evangélicas, no debería prescindir de criterios aportados por el laicado.

Se observan en muchos casos, sermones poco seductores, carentes de un contenido de denuncia que impulse al análisis en el seno del hogar y la familia. No se trata solamente de mantener la fe de los creyentes, sino de atraer y entusiasmar mediante la trasmisión de la palabra de Dios a los que no se deciden a ingresar a los templos. Aunque la acción misionera no es exclusiva de los clérigos sino de todo cristiano, es en las iglesias donde se debe poner el mayor acento, cuidado y empeño. Porque se dan casos de homilías que evaden la realidad, con cierto manejo deficitario del idioma nacional y, peor aún, con sesgos rituales que los fieles creían superados (se ha llegado a oficiar la misa con tramos en latín, aún en los salmos básicos entonados, donde los creyentes asisten pasivamente como si estuvieran en una sala escuchando un coro, alejados de una directa participación). Esa inclinación hacia un período preconciliar perimido, resulta anacrónica y ciertamente peligrosa. Y es un factor a tener en cuenta al momento de diseñar líneas pastorales efectivas, poniendo el tono de la retórica a la altura de las ansiedades y problemáticas actuales de una sociedad en permanente cambio.

Según ciertas encuestas, el 90 por ciento de los argentinos cree en Dios pero la cantidad de católicos es cada vez menor y sólo la quinta parte concurre regularmente a misa, por eso es lógica la preocupación de la estructura institucional de este credo. El problema va más allá de la deserción de fieles, sino que alcanza a la falta de compromiso con los valores cristianos de las nuevas generaciones.

La actitud del nuevo Arzobispo paranaense es muy clara y hasta podría calificarse como alentadora para los integrantes de su Arquidiócesis. Tan alentadora como la masiva concurrencia a los templos durante la Semana Santa, aunque el objetivo es lograr que no se produzca únicamente para estas celebraciones ecuménicas.

Pero las bases de esta suerte de recuperación que se propone, no deben perder de vista algunos interrogantes. ¿Se tiene absolutamente todo el conocimiento sobre la realidad social fuera de la parroquia? ¿Bastan los elementos recogidos en esa suerte de encuesta irrefutable que es cada acto de confesión? La pureza doctrinal no supone tener que elevarse del suelo como un haliscafo, sino posar fuertemente las plantas en él. Lamentablemente no todos los predicadores lo han comprendido.

El poder político no vacila en atacar y descalificar a las instituciones confesionales cuando se les denuncian desigualdades sociales y desde el altar se les condena a los diseñadores de la economía sus perversos modelos de exclusión (“la educación es la base de la inclusión social”, dijo Puíggari). Pocos tienen en cuenta la tarea pastoral que se realiza en los rincones más aislados. Son ellos hospitales, cárceles, orfelinatos, comedores y otros sitios que reclaman solidaridad y donde hombres y mujeres consagrados, junto a un laicado comprometido, asisten a enfermos, reclusos y familias abandonadas en villas paupérrimas en que el Estado se muestra ausente. Cómo no mencionar también la tarea educacional en todos los niveles. Todo ello constituye un testimonio que debe prevalecer.

Muchos políticos que habitualmente no se comprometen y se desentienden del pensamiento religioso, en un inusitado ataque de fe acuden a visitar a los obispos cuando comienza un período electoral. Ya es un clásico de las campañas proselitistas.

Es cierto que a lo largo de la historia ha habido miembros eclesiales que han incurrido en quiebres morales que incluso los han llevado ante los jueces. Y que han cometido equivocaciones y desviaciones convalidando doctrinas de seguridad nacional mal entendidas que significaron ataques contra la dignidad humana, carentes de frenos éticos y de respeto por las leyes del hombre y de Dios. Y que además, han ocupado lugares en palcos indeseables.

A estos hechos toda la comunidad los conoce y la Iglesia los ha terminado aceptando. Pero no debe perderse de vista que ciertas cosas resultan más evidentes cuando más esporádicas. Los servicios humanitarios y solidarios que a diario prestan miles de entidades ligadas a ella en los sitios más críticos e inhóspitos y en las condiciones más desfavorables, son un dato irrefutable. Teresa de Calcuta y Juan Pablo II (el Papa de la humildad que este domingo será beatificado), marcaron un sendero que es imitado por miles de personas en el mundo. Esta cara del compromiso evangélico muchas veces no es tenida en cuenta por los detractores crónicos.

No debemos dejar pasar el pronunciamiento del Arzobispo sobre el creciente consumo de drogas. “Es una hipoteca social frente a la cual sólo hay parches”, sentenció, no sin antes involucrar a la dirigencia política (tan higiénica ella con su lavado de manos). De ahora en más, quienes se encuentren con Juan Alberto Puiggari en lugares insospechados de la ciudad, cualquiera sea de la condición socio-económica que allí impere, no deberán sorprenderse.

Pugilismo verbal peronista

En algún tiempo para un peronista no había nada mejor que otro peronista (sexta verdad de las 20 enunciadas por Juan Perón). Cuando la campaña electoral de 2007, desde la Lista 100 que proponía a Julio Solanas-Enrique Cresto (nieto) para la gobernación, se cansó de denostar al binomio Sergo Urribarri- José Lauritto, del oficialismo, sostenido por el entonces mandatario Jorge Busti. De un lado al otro partían misiles dialécticos hirientes y hasta se llegó a adelantar los comicios para el mes de marzo (o sea, nueve meses antes del traspaso del mando), para desarticular las estructuras electorales y estrategias proselitistas de los opositores.

Un nuevo round de este pugilismo verbal se dio esta semana, cuando el ministro de Salud, Ángel Giano, le respondió duramente al diputado Busti tras declaraciones de éste referidas a la situación de la droga en la provincia y su estimación de que nada se hace al respecto. El funcionario recordó episodios ocurridos durante la última gestión bustista y resumió su referencia con un juicio desafiante: “miente y miente porque piensa que algo quedará (…) porque además tiene miedo a perder”.

El ministro le imputó al candidato del Frente Entrerriano Federal, que llegó a contar con 400.000 pesos para construír un centro público de rehabilitación al adicto y que en sus dos últimas gestiones (y en la segunda de Sergio Montiel), esos recursos no se utilizaron. La incursión oratoria de Ghiano tuvo su punto culminante cuando invitó al ex mandatario a “debatir para ver qué es salud”.

La artillería gruesa no demoró en partir desde el bunker contrario, siendo la primera disparadora la ex diputada nacional y ahora candidata a intendente de Concordia, María de los Angeles Petit. Con cañón de alto calibre, le dijo al ministro que “sólo le quedan seis meses, ya no es tiempo para seguir mintiendo”, aderezando sus expresiones con esta frase: “Si fuera por los anuncios que realizó durante estos tres años y medio, la provincia no tendría tan deteriorado el sistema de salud”. Y remató afirmando que “no hay política de salud en la provincia”. En cuanto a la drogadicción, señaló irónicamente que “talvez el ministro crea que combatir la droga se hace adquiriendo pipetas para medir el consumo, que es la única política que ha logrado desarrollar, mientras la droga hace estragos en nuestra juventud”.

Como si este entrecruce verbal no alcanzara, el diputado provincial Daniel Bescos (PF) recomendó a Giano “interiorizarse de la penosa situación de la salud pública entrerriana y, a partir del reconocimiento del estado deplorable en que se encuentra el Hospital San Martín y muchos otros centros hospitalarios de la provincia, comenzar a planificar una política de salud en serio…”. El legislador preguntó porqué el Poder Ejecutivo actual vetó la ley que prohíbe la venta a menores de edad de pegamentos que contengan tolueno.

La norma había sido aprobada unánimemente por ambas cámaras (este tipo de productos inhalados constituyen el paso previo a las adicciones más peligrosas), y tras el veto, la Asamblea Legislativa consiguió imponer la sanción de lo que finalmente se convirtió el 12 de marzo de 2008 en la Ley 9.837. Pero luego de tres años, Sergio Urribarri aún no la ha reglamentado (¿conocerá Giano esta situación? ¿Habrá urgido al Poder Ejecutivo a disponer una medida tan necesaria?).

A pocas horas de este choque, la ex secretaria de Salud, Adriana Bevacqua, definió con conceptos descalificadores la situación del mayor nosocomio entrerriano, después de encuentros mantenidos con el personal donde escuchó sus demandas.

No estaría mal que el debate propuesto por el ministro se lleve a cabo y se difunda por los medios de comunicación, con un moderador experimentado. Y que en esta tenida, todo cuanto se diga esté sustentado en datos y cifras reales y concretas, para que la verdad prevalezca limpia y transparente. Si el alto funcionario se ofusca tanto ante las imputaciones de sus ex compañeros, ¿cómo reaccionará con las recientes declaraciones del Arzobispo Juan Alberto Puíggari sobre la droga? ¿De qué lo acusará? Mientras se aguarda el propuesto encuentro, una señora le decía a otra en un supermercado: ¡Qué maravilla como se pelean los peronchos!

Tierras: blooper presidencial

El miércoles 27 al mediodía, la presidente de la Nación anunció el envío al Congreso de un proyecto de ley que pone límites a la adquisición de tierras nacionales por parte de inversores extranjeros.La iniciativa adquiere todas las características de un burdo acto de campaña, cargado de oportunismo demagogo y ello se desprende de lo que hemos de mencionar en este comentario.

Aclaremos de antemano que el problema de la compra salvaje de extensiones de nuestro territorio, a manos de magnates, corporaciones multinacionales y hasta figuras del cine internacional, no es nuevo. Ya en marzo de 2003, cuando gobernaba Eduardo Duhalde y a pocas semanas de los comicios generales, en la sección Reflexiones de Cierre del Semanario Análisis, bajo el título El camino hacia una Argentina en subasta, denunciamos el despojo que se venía consumando, favorecido ello por un poder político ausente que renunciaba a la reafirmación de nuestra soberanía. Sólo restaba que se publiquen avisos en los diarios de todo el mundo invitando a comprar suelo patrio, donde adquirentes foráneos construyen pistas de aterrizaje sin declarar y hasta se apoderaron de un lago.

El 18 de marzo de 2004, ya siendo presidente Néstor Kirchner, volvimos sobre el tema en esa misma columna, poniendo el acento en que ya había transcurrido un año de la anterior denuncia y citando que siendo senador provincial, el doctor Daniel Rosas Paz le había remitido una nota a Kirchner trasmitiéndole su preocupación por la falta de tratamiento de un proyecto de ley que apuntaba a regular y prohíbir la venta de tierras a personas extranjeras, sean físicas o jurídicas (la Constitución entrerriana aborda el tema en su artículo 86º).

La iniciativa era de Elisa Carrió junto a otros legisladores y procuraba nada menos que evitar que nos quedemos sin territorio sobre el cual vivir. “La venta de nuestro territorio entraña un riesgo mayúsculo, constituyendo una cuestión central de soberanía y ello adquiere mayor relevancia si afecta áreas de especial valor estratégico”, resaltaba Rosas Paz, mencionando la zona del Delta del Paraná y áreas de frontera del país. En la nota se le pidió a Kirchner que elabore un proyecto que retome lo ya propuesto por la doctora Carrió. Ello no sucedió nunca.

El domingo 25 de julio de 2010, el periodista Mario Alarcón Muñíz se ocupó del tema recordando que en 2002 la tenencia foránea de la tierra sumaba 7 millones de hectáreas y que ocho años después ya alanzaba los 34 millones, es decir que casi se quintuplicaba la superficie entregada. A semejante ritmo, el columnista vaticinaba que para 2020 se habrían vendido los 170 millones de hectáreas del área productiva nacional incluyendo tierra, lagos ríos, bosques, rutas, pueblos, minas o potenciales zonas de explotación minera y, desde luego, el subsuelo, con sus codiciados reservorios de agua.

Alarcón Muñíz rememoró que esta “invasión sin cañones” ya había sido advertida críticamente por la Federación Agraria Argentina. Qué paradoja: al acto en que Cristina Fernández anunció su extemporáneo proyecto (porque ya hay unos 20 en el parlamento), no fue invitado el titular de la FAA, Eduardo Buzzi, quien acusó a la mandataria de plagiar aquella iniciativa.

En la Introducción del libro Tierras S.A. de Daniel Enz y Andrés Klipphan (editado en noviuembre de 2006) se citan los estudios de la Federación, donde se da cuenta de que 270.000 kilómetros cuadrados (un 10 por ciento) del territorio nacional, se encuentran en manos extranjeras. Y añaden que en 2006, 40 millones y medio de hectáreas correspondientes a las mejores tierras cultivables del país, estaban en venta o en proceso de ser vendidas a inversores (personas físicas, empresas o sociedades anónimas). Casi 24 millones de esas tierras habían sido compradas por firmas transnacionales y otros 16 millones se hallaban hipotecados en la banca pública.

Así las cosas, la idea de CFK de aparece como protectora del suelo nacional cuando el kirchnerismo lo ignoró en más de siete años en el poder, resulta un acto de demagogia químicamente pura y un verdadero blooper, producto de una inaceptable desinformación. Querer apropiarse de proyectos ya presentados resulta un paso inconcebible y un desprecio por el Poder Legislativo. Hasta la semana que viene y felíz Día del Trabajador.

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