Garfunkel le indicó al custodio Amando Niz que "había luz en el baño". ¿Cómo lo supo? Porque la vio en la hendija que queda debajo de la puerta. Entonces le pidió "que se fijase, porque ella estaba temblorosa".

Fuentes de la Fiscalía relataron que el custodio empujó "un poco" la puerta, que entonces sí quedó apenas abierta. Niz vio sangre en el piso. La puerta no podía abrirse más sin realizar un gran esfuerzo. Niz "apenas intentó abrir la puerta, pero cuando se dio cuenta que no podía, no insistió". El policía detectó que "del otro lado de la puerta había un pequeño espacio, una mirilla, que posibilitaba ver hacia el interior del baño, y ahí lo pudo ver a Nisman caído en el piso". Entonces le dijo a Garfunkel: "Acá está”.

El cadáver de Nisman fue hallado en posición "decúbito dorsal", con "el miembro superior derecho semiflexionado y rotado hacia la extremidad cefálica". La descripción fue anotada por la "especialista en medicina legal" Gabriela Ester Piroso, quien llegó al departamento de Nisman convocada, al igual que Fein y el primer juez de la causa, Manuel De Campos, por la Prefectura y la seguridad del ex titular de la UFI Amia. El cuerpo estaba "con la cabeza apoyada sobre la puerta de ingreso al baño".

Ello fue constatado por el médico de la empresa Swiss Medical José Raúl Carrera Mendoza, de nacionalidad ecuatoriana, y por la enfermera que lo acompañó cuando asistieron a un llamado por "código rojo".

"No pude abrir mucho la puerta porque la cabeza estaba del lado que yo trataba de abrir y si empujaba mucho le iba a doblar el cuello", declaró el facultativo ante la fiscal Fein.

Tal como ya había trascendido, había un arma debajo del hombro izquierdo del cadáver, que estaba ligeramente levantado y apoyado sobre un lateral de la bañera, y quedó en línea directa con la hendija de la puerta del baño del lado de las bisagras.

Uno de los puntos controversiales que enfrenta al peritaje oficial con el que realizaron los expertos de parte de la querellante Sandra Arroyo Salgado, ex mujer de Nisman, tiene que ver con la presencia de uno o dos cargadores del arma. Fuentes de la fiscalía explicaron que sólo había uno, que se sacó del arma por cuestiones de procedimiento.

Era el arma del empleado informático Diego Lagomarsino, quien declaró habérsela prestado un día antes.

Hay un detalle que pasó inadvertido hasta ahora y que acaso explique por qué Nisman parecía tener urgencia en contar con un arma. El difunto fiscal tenía un arma propia en la baulera de la casa de su madre. Garfunkel declaró que no sabía cómo ese armamento había ido a parar a su casa. Supuso que Nisman lo llevó cuando se separó de la jueza de San Isidro Sandra Arroyo Salgado, en octubre de 2011.

El arma estaba registrada en 1993 y desde entonces no habían sido renovados sus papeles. Técnicamente, Nisman no era "tenedor" de esa arma propia. Que, además, estaba guardada en un estuche y con su documentación en la casa de Sara Garfunkel, pero sin balas. El allanamiento dispuesto por Fein no las halló.

Si Nisman pensaba usar el arma, la propia –que carecía de balas– no le servía. El no podía comprarlas; entonces pudo haber recurrido a quienes tenía más cerca y sí podían contar con armas completas. Cuando Lagomarsino ofreció dejarle la documentación de la Bersa calibre 22 que –dijo– le estaba prestando, Nisman le respondió que la guardara para "comprar balas".

El escenario descripto parece situar a Nisman encerrado en el baño en el que encontraría la muerte. ¿Pudo alguien entrar o salir de ese lugar? Sí, volando, o levitando. No hay en el baño, y tampoco en el departamento, marcas de pisadas ensangrentadas.

Pero en ese supuesto e improbable caso, esa segunda persona debió haber salido del departamento por algún lugar. De acuerdo con la descripción del departamento que hicieron los expertos en criminalística de la Policía Federal que analizaron el lugar, las ventanas estaban en "modo de abertura pequeña" y dedujeron "a simple vista" que ese espacio "es inaccesible para el paso de una persona".

Para despejar dudas, la fiscal Fein decidió convocar nuevamente, para la semana próxima, a ocho custodios de Nisman. Por ahora, ninguno de ellos está imputado por la muerte. No ya por el homicidio, sino por la omisión de haberlo cuidado para evitar su deceso, publicó Tiempo Argentino.