
Por JCB de ANALISIS DIGITAL
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“Se terminó la lista de testigos”, se escuchó en el público de la audiencia por el juicio que busca saber qué pasó con el mellizo varón de Raquel Negro y Tulio Valenzuela, como así también determinar las responsabilidades penales de los tres médicos propietarios del IPP: Miguel Torrealday, David Vainstub y Jorge Rossi.
Sin embargo, la querella hizo un pedido sobre algunos testigos que debieron haber sido convocados y que, hasta el momento, no han sido llamados a brindar su testimonio. Con estos pocos casos a resolver su situación, se atraviesa el final de una extensa lista de testigos propuestos por las tres partes: la fiscalía a cargo de José Candioti, las querellas y las defensas de los acusados.
Lo más importante de la jornada tuvo que ver con una solicitud de los abogados defensores Walter Rolandelli y Miguel Cullen, para que los doctores Juan Ferraroti y Alfredo Berduc sean sometidos a un careo para resolver las contradicciones que surgieron de sus testimonios sobre un mismo hecho: el estado de salud del mellizo varón. Este pedido no sufrió ninguna oposición por parte de la fiscalía y la querella. Berduc aseguró ante el juez que el hermano de Sabrina Gullino estaba cianótico y con problemas de salud al momento de estar internado en el Hospital Militar. Por su parte, Ferraroti desmintió a Berduc y aseguró que cuando el observó los bebés no notó que la piel del varón esté de tono azulado ni que sufra algún malestar.
El careo no tiene fecha confirmada pero se trabajará desde el Tribunal Oral Federal (TOF) para garantizar su realización, teniendo en cuenta el estado de salud del doctor Ferraroti, a quien se le tomó declaración en su propio domicilio durante estas audiencias. La fecha estimativa es la del 10 de septiembre, día en el que también se realizará la inspección ocular en la sede del IPP, ubicada en calle España antes de llegar a Libertad. Para la misma, la querella solicitó la presencia de algunos testigos.
Otra de las novedades del día tuvo que ver con la solicitud de la secretaria del TOF, quien le pidió a los oficiales de Gendarmería Nacional que están en la sala que no saquen más fotos durante el desarrollo de las audiencias. Sucedió tras el reclamo de los organismos de derechos humanos ante reiteradas veces que los distintos gendarmes se toman la atribución de fotografiar a testigos y participantes de las audiencias, en un acto que permite la sospecha sobre el destino de dicha información.
En cuanto a las pericias caligráficas a realizarse sobre el libro de producción del IPP, donde se registraban los ingresos y egresos de las internaciones, se adelantó que los resultados estarán listos –aproximadamente- el 19 de septiembre. Es por esto que los alegatos se están programando para finales de septiembre, aun en fecha a confirmar.
Los testigos de miércoles
Tres testimonios dieron su relato ante López Arango. En todos los casos, los testigos hicieron importantes aportes a la investigación.
En primer lugar, declaró bajo juramento Mario Fermín Romero. Él estaba estudiando enfermería y estuvo en el Hospital Militar como cursante durante el año 1978, momento en que los mellizos Valenzuela nacieron y estuvieron en la terapia intensiva del nosocomio de los cuarteles de Paraná. Su testimonio fue confuso y dubitativo, comparándose con su propio relato en la etapa procesal anterior.
Romero aseguró haber estado “no más de cinco minutos” con los bebés en la sala de terapia. Aseguró que junto a él estaban dos enfermeras, que “tenían en brazos a los bebés”. “Lo que recuerdo es que me dijeron que era una nena y un nene, que el varoncito corría riesgo de vida porque me dijeron que estaba grave”, explicó Romero. Sobre el estado de salud del hermano de Sabrina Gullino fue que se centró el interrogatorio y sus respuestas ante las preguntas de las partes.
En primer término, relató que junto a las enfermeras habían decidido bautizar a esos bebés sin la presencia de la familia: “La creencia religiosa, el católico, generalmente se tiende al bebé que está en peligro de muerte se le da un agua de socorro o una asistencia espiritual, entonces en ese momento, como ocurría eso y le dimos la asistencia”.
Se le preguntó sobre los nombres que se le pusieron a los bebés. Indicó que dispusieron que la bebé mujer se llame Soledad y el varón Facundo. Se le preguntó porque se habían elegidos esos nombres y Romero explicó que habían optado por Soledad, ya que el estado de salud del varón hacía prever que ella se iba a quedar sola.
En la primera declaración, Romero había asegurado que durante su presencia en la sala de terapia intensiva se le habían realizado maniobras de reanimación y masajes cardíacos al bebé varón. Pero en el interrogatorio de este miércoles, Romero dijo que no recordaba si había presenciado tal acontecimiento porque había perdido los recuerdos sobre algunos hechos.
De ser certero todo el relato, en cinco minutos Romero debe haber presenciado los ejercicios de rehabilitación y participado del bautismo de los bebés en la sala de terapia intensiva del Hospital Militar.
“Se le hizo un agua de socorro, una asistencia espiritual. No hubo médicos presentes en el bautismo. Fue una cosa en conjunto con las enfermeras, fue la única vez en mi vida que me pasó. Yo no vi a nadie más. En ese momento, no nos preguntamos porque teníamos que ponerle nombre a bebés sin familiares. En el momento, como si se quiere, era una urgencia espiritual. De esa forma lo tomé yo. Desconozco quien estaba a cargo de la sala de terapia. Habitualmente no había bebés ahí. No recuerdo quien me autorizó a ingresar a la sala”, agregó quien además, afirmó que eran “soldados con una insignia” que los hacía estar “durante casi todo el día”. También dijo que cree recordar que su participación en la escena fue de noche.
En segundo lugar, declaró el exfiscal de Estado Jorge Alberto Legascue. Compareció por su experiencia como asesor dentro del Ministerio de Salud en la provincia. Aseguró que si bien en Paraná rigen los sistemas de internaciones abiertas, donde cualquier médico puede derivar a sus pacientes a los distintos sanatorios, una vez ingresado el paciente queda bajo la supervisión de los médicos del servicio especializado: “A partir de que la persona, sea un bebé o un hombre grande, ingresa en un nosocomio privado que cuenta con la aparatología especializada en la dolencia por la cual es derivado el paciente, esa clínica tiene una suerte de exclusividad en el manejo de la patología, si a esto se le llama cerrado o abierta no importa, es así”.
“Lo cual no obsta a que el médico derivante, no se interese y no implica que se le cierre la puerta para ir a ver y solicitar como va la evolución de su paciente. Pero que quede claro, que la marcha y la evolución del paciente es de exclusividad de la dotación de recursos humanos del servicio especializado para el cual se le derivó un paciente”, aseguró el abogado en relación a como se trabaja en la provincia en el ámbito de la salud. Explicó que si bien hay marco normativo, “es una vieja costumbre arraigada que se cumple perfectamente y jamás ha traído complicaciones”.
“En el año 78, el 4 de noviembre, nace mi primer hijo varón en La Entrerriana. No se contaba con los servicios de neonatología. Era ochomesino y fue al IPP, de donde debo elogiar la profesionalidad con la que me hijo fue sacado adelante. Ahí aprendí también que lo que acabo de decir precedentemente, en cuanto a que el manejo de la patología, es cerrado para los que trabajan en el IPP. El chico o la persona que ingresa, una vez ingresada, es como el instituto o sanatorio tiene una especie de soberanía sobre el tratamiento médico del paciente”, ratificó.
En tercer lugar, declaró el psicólogo y referente de Abuelas de Plaza de Mayo en Rosario, Iván Fiva. Explicó cuestiones ligadas a los procesos psíquicos por los que atraviesa una persona apropiada y los familiares de desaparecidos. Además, relató su acompañamiento a Sabrina Gullino: “La búsqueda de Sabrina Gullino fue a partir de una serie de investigaciones judiciales, el área de investigaciones de Abuelas aportó datos. A mí me tocó encontrarme con Sabrina en las instancias finales, casi por una casualidad, porque en esos momentos Sabrina se comunicó con sus propias dudas, la recibí, pero en el momento en que llegó a Abuelas ella también tenía que presentarse en las causas judiciales abiertas. Se cumplió una serie de contención institucional, que fue conformando una relación, hubo que acompañarla en todo lo que implica ese proceso”, explicó
Señaló que el genocidio argentino y el Terrorismo de Estado en nuestro país tuvo “características inéditas” ya que “lo que ha sido demostrado, que ha tenido rasgos de sistematicidad, es que los niños apropiados permanecieron en un alto grado de casos con los mismos perpetradores del secuestro y muerte de sus padres”. “Tiene como principal destinatario al niño que lo sufre pero también a la familia que no tiene manera de saber que ha sido del destino de ese chico”, agregó e hizo mención al uso como un ‘botín de guerra’ por parte de los militares.
“Cuando hay un chico apropiado, cada día que pasa se cuenta como un día menos para poder establecer vínculo con esa persona. Y esto es muy difícil de soportar, sobre todo para los familiares más adultos es más complicado aún. Sabrina ha sufrido su apropiación pero a la vez se ha convertido en una familiar que busca. El encuentro de ese hermano se transforma también en un elemento importante para la reconstrucción de su historia de vida. Padece sobre ella todo lo que tiene que ver con la apropiación y se prolonga lo que implica seguir a la espera de ese familiar en todo lo que tiene que ver con su historia”, explicó Fiva.