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La corrupción también es una epidemia

Por Nahuel Maciel (*)

En las últimas 48 horas se ha instalado un tema que es necesario analizarlo a la luz de un contexto más amplio que la emergencia sanitaria que embarga a los argentinos y a una inmensa mayoría del planeta.

Antes de ingresar de lleno al tema, una observación: ante una pandemia mundial, hubiera sido de sentido común una actuación conjunta por parte de todos los países. Es incomprensible que un mal planetario, sea combatido por países individuales sin tener en cuenta al de al lado.

Una curiosidad: una pandemia mundial, cuyas respuestas son individuales por países. Algo mal se está haciendo en el mundo.

Pero, vayamos al planteo inicial: “que la corrupción de unos, no justifique la corrupción de otros”.

Caso uno

El caso uno es sobre las reales motivaciones “de las cacerolas” que reclaman la reducción de sueldos de los políticos en tiempos de pandemia por el coronavirus.

La reflexión es tomada por un “hilo de Twitter” realizado por el usuario Nicolás Dvoskin, quien planteó con ingenio, palabras más, palabras menos, lo siguiente:

* En el gobierno nacional hay 20 Ministerios.  Supongamos que en cada Ministerio hay 20 funcionarios políticos de alto rango. Son mucho menos igual, pero hagamos la suposición. Ahora supongamos que en promedio cada uno gana 200 mil pesos por mes. Es muchísimo menos igual.

* Hay 257 diputados y 72 senadores nacionales. Sumemos 50 funcionarios de alto rango en ambas Cámaras. Supongamos que en promedio cada uno gana 200 mil pesos por mes. De nuevo, es menos que eso, pero igual sigamos con la suposición.

* Hay 24 provincias. Supongamos que en cada una de ellas hay 40 funcionarios del Poder Ejecutivo y 60 legisladores provinciales con sueldos de 200 mil pesos cada uno por mes. El cálculo sigue con ingresos por encima de la realidad.

* Sumemos: 400 personas en el Poder Ejecutivo Nacional; 380 en el Congreso; 2.400 en las provincias ganando 200 mil pesos por mes cada una de ellas. Son 3.180 personas percibiendo en total 636 millones de pesos cada mes. En un año son 7.600 millones de pesos.

* Supongamos que todo ese funcionariado pasa a ser ad honorem durante nueve años. Todos, sin excepción. El “ahorro” sería durante esos nueve años de 68.400 millones de pesos. Cobran cero pesos durante nueve años.

* Bueno, esos 68.400 millones de pesos es la misma cantidad de plata que de un día para el otro, en 2018, el entonces presidente Mauricio Macri decidió condonarle en nombre de todos los argentinos al Grupo Macri los cánones impagos del Correo Argentino.

* De nuevo: Macri presidente le regaló a Macri empresario el equivalente a nueve años de todos los sueldos de todos los funcionarios de los Ejecutivos y Legislativos nacional y provinciales.

Hay caceroleos alentados por los trolls de Marcos Peña para que los funcionarios actuales se bajen los sueldos. Hay una lógica que no cierra.

De todos modos, la reducción de sueldos tiene un costado simbólico y político en el contexto de esta crisis. Pero esa es otra discusión.

Caso dos

El caso dos desnuda a aquellos que dicen una cosa, pero simultáneamente hacen otra. Se trata del típico discurso “trucho” que, en este específico caso, referencia a referentes del PRO que se autodenominan “republicanos” y aconsejan que bajo ninguna circunstancia “hay que burlar la ley” o en todo caso el que la burla, que se atenga a las consecuencias.

Este es el caso de la ex ministra de Seguridad de la Nación, Patricia Bullrich.

Actualmente esta señora es la presidenta del PRO. Como vicepresidente del PRO se encuentra Eduardo Macchiavelli.

Bullrich dejó de ser funcionaria el 10 de diciembre pasado. En consecuencia, no está comprendida entre las personas exceptuadas para circular en el marco de la cuarentena.

Macchiavelli es secretario de Ambiente de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y la nombró a Bullrich “interinamente” en esa área a los solos efectos de que tenga un permiso como funcionaria para transitar durante esta cuarentena.

Algo “trucho” por donde se lo analice más allá de las formalidades “institucionales”. Burlar así al sistema en el mejor de los casos los exhibe contradictorios con ese discurso de ser respetuoso de la ley y equilibrado en las decisiones.

Observación

Algunos pensarán con memoria ¿y qué decir de la corrupción que han hecho los peronistas? Hay para escribir una biblioteca completa al respecto.

Pero, en este caso, la corrupción de unos no puede (nunca) justificar la corrupción de otros.

Discusión de fondo

Frente a la pandemia ha crecido la percepción del ciudadano respecto del liderazgo del Presidente Alberto Fernández, al menos así se corrobora por todos los análisis que se han realizado al respecto y el respaldo a su gestión promedia el 80 por ciento de aprobación.

Pero, cuando anunció la continuidad de la cuarentena hasta el 12 de abril inclusive; se refirió a que no iba a permitir que las grandes empresas líderes despidieran a sus trabajadores por la pandemia. Y les aclaró algo en criollo: les dijo que “llegó el momento de ganar menos”. No de perder, sino ganar menos. La referencia fue directa e indiscutida: Paolo Rocca, de Techint.

La respuesta fue orquestada desde la oposición, que alentó los cacerolazos desde ventanas y balcones, tal como sucedió el lunes y martes; exigiendo que los políticos se bajen el sueldo. Otra vez, leer caso uno de este mismo artículo.

“Una economía que cae se levanta; pero una vida que cae no la levantamos más”, graficó el Presidente en el mensaje televisado en el que extendió la obligación del distanciamiento social y el de quedarse en casa hasta Semana Santa.

El objetivo de esa decisión no es quebrantar a las empresas; sino ganar el tiempo suficiente para que el sistema de Salud pública (tan vapuleado desde hace cuatro años) pueda dar las mejores respuestas y contención para cuando llegue el pico más alto de la pandemia; esto es, a fines de abril y comienzo de mayo. Al extender la cuarentena la idea es que muera la menor cantidad de personas; aunque es evidente que para cierto sector eso sea incomprensible.

Se insiste con un planteo: el debate alrededor de la rebaja de los sueldos pareciera que tuviera como objetivo alimentar la grieta que tanto oxigena hoy a la oposición que realmente fortalecer al sistema público de Salud.

No son tiempos para “avivadas” como las de proponer algo, pero pretender otra cosa; o la de Bullrich, ser nombrada en un cargo para tener un beneficio que de otro modo no le hubiera correspondido.

(*) Este artículo de Opinión se publicó originalmente en el diario El Argentino.

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