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Ni halcones ni palomas, búhos

Búho

El búho es un ave que ve de noche.

Por Mario Barletta*

Hay una clasificación ornitológica de la oposición que establece que nos dividimos entre halcones y palomas. Con esta analogía se trata de identificar posiciones duras -sustentadas por halcones-, y posiciones blandas -sostenidas por palomas-. Si aceptamos a las aves como analogía de la oposición quiero plantear la necesidad de menos halcones y palomas y más búhos.

Confieso desde el inicio que no me gusta la clasificación en halcones y palomas, en buena medida porque tiene su origen en la estrategia militar y entiendo que tenemos que construir metáforas de la competencia política democrática en reemplazo de las que concebimos por asociación a los conflictos armados.

Como observa el lingüista George Lakoff "la metáfora impregna la vida cotidiana, el lenguaje y la acción" y por eso mismo advierte la posibilidad de cambiar la metáfora bélica con la que comprendemos la discusión -"tus afirmaciones son indefendibles", "atacó todos mis puntos débiles", "destruí su argumento"-, por metáforas en las que debatir sea una actividad cooperativa: "equilibrada y estéticamente agradable". Si cambiamos la metáfora, cambiaremos la estructura misma de la discusión abandonando las ideas de ataque, defensa y contraataque.

La metáfora halcones y palomas

En su genealogía los halcones eran los partidarios de la utilización de la fuerza para resolver un conflicto mientras que las palomas abogaban por la utilización de métodos pacíficos para evitar el uso de la fuerza. Uno de los momentos históricos que popularizó el enfrentamiento entre halcones y palomas en torno a la resolución de un conflicto, fue la crisis de los misiles cubanos de 1962, episodio de la Guerra Fría entre Estados Unidos y la Unión Soviética en el cual la humanidad estuvo al borde de la guerra nuclear. Por eso decía que no me atrae particularmente la taxonomía.

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Más aún, en la actualidad argentina la interpretación de la coyuntura a partir de la rivalidad de halcones y palomas nos sumerge en por lo menos tres malentendidos innecesarios, que arrojan más confusión que claridad en el panorama político nacional. El primero de estos malentendidos que hay que despejar es el de las distancias: la metáfora lleva implícita la idea de los halcones como más lejanos al gobierno de los Fernández y ubica a las palomas supuestamente más cerca de las posiciones de la Casa Rosada. La realidad es que no hay cercanía al gobierno de ninguno de los dirigentes de Juntos por el Cambio. En todo caso hay diferentes roles institucionales que determinan que a algunos de nuestros dirigentes les toque sentarse en las conferencias de prensa en la misma mesa del presidente o de funcionarios nacionales.

La metáfora lleva implícita la idea de los halcones como más lejanos al gobierno de los Fernández y ubica a las palomas supuestamente más cerca de las posiciones de la Casa Rosada. La realidad es que no hay cercanía al gobierno de ninguno de los dirigentes de Juntos por el Cambio

La segunda falsa premisa de la división es que se traza una línea como si una parte de la oposición estuviera siempre en contra y la otra siempre a favor de las medidas y declaraciones del oficialismo. Los archivos y las votaciones parlamentarias demuestran claramente que esa división no se ajusta a la realidad, lo que auténticamente ocurre es que Juntos por el Cambio vota con unidad de criterio en la enorme mayoría de los proyectos legislativos.

El tercer malentendido que trae consigo la metáfora de las aves es el de jerarquizar el criterio de la dureza de la oposición. Las oposiciones políticas en democracia no deben ser juzgadas por su dureza sino por su responsabilidad para desempeñar funciones de control, balance de poder, representación y especialmente por su capacidad para ofrecer alternativas a las políticas en curso. La calidad de esas alternativas depende mucho más del trabajo cooperativo de los opositores que de sus enfrentamientos internos, por eso prefiero dejar a un lado la división ornitológica.

Las oposiciones políticas en democracia no deben ser juzgadas por su dureza sino por su responsabilidad para desempeñar funciones de control, balance de poder, representación y especialmente por su capacidad para ofrecer alternativas a las políticas en curso

En todo caso, si estuviéramos obligados a elegir aves como analogía de la oposición, prefiero entonces que haya menos halcones y palomas, para quedarnos con el búho. El búho es símbolo de inteligencia, sabiduría y conocimiento. Hoy ser oposición requiere haber aprendido de los errores, entender que las dificultades de la Argentina son serias y, por sobre todas las cosas, construir una alternativa a la resignación populista, porque de eso depende que este país se desarrolle o perpetúe su ciclo de decadencia.

El búho es un ave que ve de noche.

(*Exembajador en Uruguay y expresidente de la UCR)

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