Por Manuel Lazo 

Concluido el exitoso ciclo del grupo Alma de Montiel, el joven acordeonista de Colonia Avellaneda comenzó la búsqueda de una nueva propuesta sin resignar su estilo de ejecutar el instrumento y menos aún su clara identidad con la música del Litoral. Hubo otras presentaciones previas a la actuación de Piedras Blancas el pasado fin de semana en el marco del aniversario de esa localidad del Departamento La Paz, pero fue allí que el joven artista, en quinteto, mostró un grupo consolidado que evidencia un intenso trabajo previo junto a excelentes jóvenes músicos entre los que se destaca Enzo Demartini, (guitarra y acordeón) que alterna sus presentaciones con Juan Manuel Bilat y con el Chango Spasiuk que lo incorporó recientemente a su grupo. Martín Bilat en bajo acústico, Martín Aquilini en percusión y Andrés Mc Intyre en guitarra y voz completan una banda que suena con un admirable nivel profesional.

El repertortorio incluye clásicos como Posadeña linda de Ramón Ayala, Viejo Caa Catí de Albérico Mansilla y Edgar Romero Maciel, entre otros y alcanza un clima alto que invita al baile cuando a dos acordeonas, Juan Manuel Bilat y Enzo Demartini interpretan sin interrupciones, Granja San Antonio, Acordeona tuya porá y Cherubichà. Ese es un segmento que despierta el júbilo del público y el que libera una fuerte energía desde el escenario.  Así sucede el resto de la actuación hasta que una sublime versión de Aurora, de Monchito Merlo, pone freno al desenfreno con los fuelles que se ponen cangüi (tristones y melodiosos) para que la danza se haga ese ritual que el Paí Julián Zini definía con la figura del bailarín que “lleva arrastrando los pies en sinuoso viboreo; amaga, gira, se hamaca, se planta en el zapateo; y como el pavo real va erguido, pomposo y lento, con el porte cortesano de un antiguo caballero”.

Probablemente la misión más difícil para Juan Manuel Bilat en la búsqueda de la nueva propuesta, haya sido desvincularse de un estilo que por muchos años impuso Alma de Montiel con la voz y el decir de Facundo Díaz. Alma de Montiel fue un proyecto que recorrió el país y que llegó a ser el nombre de cartelera más convocante en el Festival del chamamé de Federal. De aquello, en este nuevo camino, quedan Juan Manuel y Martín (bajo acústico) y avanzan convencidos que otra historia exitosa ha comenzado a escribirse. El cantor es un joven felicianero (ex Norteños) cuya pertenencia a esa región donde el Montiel se abraza con el payubre le da el sentimiento necesario para que el chamamé salga ya no de la garganta sino del alma. Barítono y tenor se lo escucha cómodo con un registro admirable y un fraseo ideal para esta nueva búsqueda.

En síntesis, Juan Manuel Bilat, es un nombre que no debiera estar ausente en nuestros festivales mientras busca ese lugar largamente merecido en las grandes carteleras del país.