Por Luis María Serroels (*) 

Sólo resta un puñado de días para que la ciudadanía vuelva a ser convocada a las urnas para refrescar la integración de ambas cámaras legislativas. Y es bueno tenerlo en cuenta al momento de analizar los guarismos que arrojaron las PASO realizadas el 12 de setiembre pasado. La apuesta que el oficialismo enfrenta en el cuarto oscuro, no parece avizorar una modificación numérica salvadora para el kirchnerismo, si se atiene a los estudios de encuestadoras serias.

La muy respetable vicegobernadora entrerriana ha bregado por convocar a votar “por una Argentina que no quiere volver al pasado”.

Las obras públicas exhibidas y que con autoridad enumera, son una realidad, pero no se advierte paralelamente la grave situación del gobierno nacional que tampoco quiere volver al pasado y que está emparentado con la política de corrupción de la actual vicepresidenta.

Esta es una de las cosas por las que los argentinos “no quieren volver al pasado”. Se afirma sobre esta necesidad, precisamente porque la lluvia de inconductas y enriquecimiento ilícito en banda de Cristina Fernández de Kirchner tiene pendientes graves causas.

No es posible consolidar políticas de Estado saneadas, en tanto el primer magistrado de la Nación nada le cuestiona a la persona que cometió tantas acciones reprochables. Y que en algunas ocasiones puede llegar a reemplazar al presidente según la Constitución, sin que le rocen las hazañas que le permitieron la categoría de millonaria.

Gobiernos justicialistas entrerrianos han venido accediendo al poder legítimamente mediante la vía de las urnas y sin solución de continuidad. Debe ponerse en claro quienes han sido los verdaderos aliados de la ética, la honradez y la transparencia, en tanto hubo quien se aprovechó de múltiples circunstancias para enriquecerse hasta el hartazgo y que además pretendió llegar a sentarse en el sillón mayor de la Casa Rosada.

Aquí existen los mano largas que están siendo juzgados desde la cúspide del Poder Judicial para restablecer la honestidad que fuera revolcada a piacere. Existe alguien que se ha cobijado dentro del ámbito de la Ccancillería y está a cargo de dos embajadas simultáneamente (por decisión de un ex ministro que condujo las relaciones exteriores sostenido en un título de Ingeniero Agrónomo).

Un primer magistrado provincial se ensució con el lodo de la corrupción (no obstante haber sido premiado con un nuevo término constitucional) y como si fuera poco, se les atribuyen la tenencia de 7,5 millones de la verde y atractiva moneda.

El ex gobernador y ex diputado nacional Sergio Urribarri –de él estamos hablando- se dio tiempo para transitar por las huellas de la corrupción, desdeñando la decencia y sumergiéndose en sociedad con algunos familiares.

Aquí se menciona una suma de U$S100 millones y lo que más sobresale es que no se habla de oportunidades aisladas, sino de malas artes mediante una maquinaria bien lubricada. La honradez, integridad, rectitud y probidad en estos individuos, son virtudes absolutamente impracticables.    

Las malas mañas que afloraron a partir del armado y la estrategia ideada por el clan Urribarri, pareciera que un Presidente de la Nación y un canciller acordaron permitirle a un corrupto instalarlo en el mundo de la diplomacia. Está muy claro que tanta culpa también es de quienes protegieron sus andanzas.

Un aserto marca que los analfabetos políticos no pueden llegar a estadistas. Y los funcionarios corrompidos que no son penalizados, son socios de la corrupción.

(*) Especial para ANALISIS