
Por Manuel Lazo
Desde la organización del evento, se indicó que la atractiva oferta, con seguridad volverá a reunir a miles de personas en el anfiteatro natural ubicado a orillas del río Paraná, en Diamante.
Por sobre la natural subjetividad, a veces inevitable por nuestra orgullosa pertenencia entrerriana, se impone la necesidad de exaltar la calidad del espectáculo que Diamante ofrece al país donde los jinetes que representan a distintas provincias argentinas y a países vecinos, hacen una admirable ostentación de coraje compitiendo por el título nacional en las categorías de basto y crines, y cuya final se concretará el 9 de enero.
Para alcanzar esa distinción, los “montadores” deberán acumular el puntaje necesario durante las primeras cuatro noches para acceder a la gran final, hecho que impone no sólo sostenerse sobre el lomo de los bravos reservados, sino también ajustarse a un estricto reglamento en el que la “faena” es observada atentamente por los jurados.
Quienes concurren cada año al festival de Diamante, saben que este espectáculo es, sin dudas, el que despierta mayor admiración. Y es así porque para lograrlo, confluyen dos aspectos fundamentales para dar garantía de calidad: los tropilleros reservan para este festival sus mejores potros y la comisión organizadora invita a los más calificados jinetes del país tras haber realizado una paciente observación de sus habilidades durante todo el año. Es en esa fusión donde estriba el éxito y el reconocimiento nacional que Diamante ha conquistado legítimamente.
Como complemento, es justo señalar que los apadrinadores, esos hombres de brazos fuertes y montados en temperamentales caballos que reconocen hasta el sonido de la campana que anuncia el comienzo de cada monta, ofrecen una admirable habilidad para estar junto al jinete en el momento justo, ya sea al cumplirse el tiempo o en situaciones de riesgo que requieren de una probada experiencia. Ellos también despiertan el asombro del público cuando con notable habilidad rescatan al “montador” de situaciones de riesgo. En muchas oportunidades se ha visto, por ejemplo en veloz carrera, cortar a cuchillo una estribera para desenganchar a un jinete que quedó colgado de los estribos.
La jineteada, y no doma como erróneamente suele denominarse a este espectáculo ya que existe una gran diferencia entre una acción y la otra, pasó de un entretenimiento del gaucho en las estancias a una competencia que como quedó dicho, ya tiene su propio reglamento según la categoría de la que se trate. A diferencia de la primera, la doma consiste en amansar al yeguarizo hasta hacerlo “de riendas”. En espectáculos como el que se verá en Diamante, bastará una simple observación para determinar que ese animal no es dócil cuando con toda su fuerza tira del maniador sujeto al palenque tratando de cortarlo. Domar requiere de otras habilidades que también son expuestas en público en las llamadas pruebas de mansedumbre.
Danza, canto y música
Durante las cinco noches del Festival de Diamante se presentarán en el escenario “Carlos Santa María”, calificados exponentes de nuestras manifestaciones artísticas. La danza ofrecerá su ya habitual espectáculo en el campo “Martín Fierro” con el Ballet “Diamante baila”, el que como todos los años ofrecerá con un centenar de parejas el Pericón Nacional en un espectacular despliegue coreográfico que ocupa todo el campo de jineteadas. Las danzas tradicionales serán mostradas por el Ballet “Haciendo Patria”, agrupación que ostenta importantes títulos en su rubro conseguidos en distintos escenarios del país.
La chamarrita, ritmo que nos identifica como entrerrianos, tendrá en los grupos diamantinos a sus principales exponentes. En ese género, Diamante conforma un verdadero fenómeno que es la natural consecuencia del Festival y de la labor de reconocidos músicos y cantores que marcaron el camino. Para comprenderlo es necesario remitirse a la obra de cultores como Carlos Santa María, Néstor Cuestas, Miguel González, Rómulo Acosta y otros no menos importantes que supieron transmitirle a la juventud el valor de esa música.
El chamamé, como género también arraigado en Entre Ríos por pertenecer a la región Litoral tendrá en la cartelera a destacados exponentes dándole así un perfil regional al espectáculo que de ese modo adquiere una identidad propia que lo diferencia del resto de los festivales.
Para completar una oferta amplia desde el aspecto artístico, cada noche habrá intérpretes de distintas provincias. Los Tekis, Roxana Carabajal, Abel Pintos y Por siempre Tucu ofrecerán al público un variado repertorio con ritmos de bailecitos, sayas, carnavalitos, chacareras y zambas.
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Con buen criterio, la comisión organizadora decidió este año priorizar en la conformación de la cartelera, los ritmos regionales, hecho que ha motivado que algunos prejuzguen que por la ausencia de “grandes figuras”, el festival disminuirá en su jerarquía. Aún respetando la libertad de quienes opinan de ese modo, ANALISIS DIGITAL se permite recomendar por su calidad interpretativa, a nombres que para algunos son “desconocidos”, pero que sin embargo tienen idéntica jerarquía, y hasta en algunos casos superior a la de los artistas “taquilleros”. De esta realidad que ha relegado a la música de nuestra región, son responsables los denominados “grandes medios” de comunicación y los programadores que no han resistido a la tentación de convocar “figuras” que se repiten en la mayoría de los festivales del país. Por esto es que nos permitimos destacar la presencia en Diamante (por primera vez) del grupo correntino “Amandayé”, cuya calidad en los arreglos vocales es sencillamente admirable, Javier Colli en cuarteto un acordeonista de Concordia radicado en la ciudad de Santa Fe, creador junto al desaparecido guitarrista Horacio Castillo de La Tríada y admirado por figuras como Raúl Barboza y el Chango Spasiuk. A esos nombres sumamos los de Mario Suárez una de las mejores voces del Litoral, al dúo que conforman Franco Giaquinto y Marcos Pereyra de Victoria y al bonaerense Pablo Achaval, un cantor de una voz maravillosa a quien con seguridad su paciente trabajo le dará los frutos que merece por su notable talento.
Reclamado por el público de las jineteadas, desde el mangrullo de los relatos, actuará Carlos Ramón Fernández, conocido popularmente como “el chacarero cantor”.
Para dar lucimiento al mayor espectáculo folklórico de nuestra región, los organizadores dispusieron el armado de una técnica de última generación que contará con sonido line array (línea modular), moderno sistema de iluminación y pantallas de led que facilitarán la observación del espectáculo desde todos los sectores.