A pesar de las leyes nacionales y provinciales y las ordenanzas municipales vigentes que prohíben la venta de cualquier tipo de anteojos en lugares no habilitados (es decir, los únicos sitios permitidos son las ópticas), se aproxima el verano y las calles de la ciudad se inundaron de lentes de sol de todo tipo. Los paneles de madera se alinean todos los días en la Peatonal, exhibiendo anteojos de los más diversos estilos y colores, pero de procedencia cuestionada.
Por ello, María Nelva Delbino y Cynthia Correa, presidenta y secretaria respectivamente de la Asociación de Ópticos de Entre Ríos, reclamaron que “los funcionarios hagan cumplir las normas vigentes”, y advirtieron sobre los daños a la vista que pueden provocar comprar esos elementos en lugares no seguros.
La ley nacional 17.132 dispone que los anteojos de todo tipo (protectores, correctores o filtrantes) tienen que ser vendidos exclusivamente en ópticas habilitadas, que además deben exhibir el título profesional del óptico director técnico de la misma. Todo esto, obviamente, bajo prescripción médica; es decir, con previa presentación por parte del comprador del anteojo de la receta oftalmológica correspondiente. En el mismo sentido, rigen la ley provincial 9068 y algunas ordenanzas municipales.
A pesar de que la norma provincial tiene muchos años —data de la década del ‘50—, en los últimos tiempos hubo un masivo ingreso de productos ópticos importados, tantos para el sol como los denominados pregraduados.
Hoy en día, los anteojos pregraduados o “descartables”, que son fabricados industrialmente sin atender las distintas cualidades visuales, se pueden adquirir en diferentes lugares, ya sea puestos callejeros, kioscos, farmacias, supermercados, estaciones de servicio y hasta por Internet. La venta de anteojos pregraduados en el país es de millones de unidades por año y, tomando como referencia un precio de 20 pesos promedio por anteojo, el negocio global es multimillonario.
Directamente, el ingreso al país de anteojos pregraduados está prohibido. “No se pueden vender anteojos prearmados porque cada paciente que llega viene con una receta única y con un centrado único”, explicaron a El Diario las integrantes de la Asociación de Ópticos.
Es que los lentes tienen graduaciones especiales de acuerdo a las necesidades de quien los usa y un anteojo que no es el correcto puede ocasionar serias e irreversibles lesiones. “El óptico está capacitado y equipado para controlar los anteojos que se venden. En cambio, la persona que opera en la calle, vende la mercadería que le dieron. No sabe si está en condiciones, si tiene filtro o no, o si está deformado. Puede ser que el anteojo no traiga filtro de rayos ultravioleta, pueden estar deformados y por eso tener algo de aumento”, hicieron notar las profesionales.
Generalmente, los lentes para sol que se venden en la calle son de plástico.
“Lo recomendable es que sean de material orgánico y policarbonato, porque vienen con filtros protectores”, señalaron.
Por otra parte, denunciaron que la mayoría de los anteojos que se venden en la vía pública no tiene estampillas de la Aduana, a pesar de que se trata de mercadería importada. “Es doblemente ilegal: no sólo no cumplen con las normas sanitarias, sino tampoco con las comerciales”, subrayaron.
Eso explica, además de las diferencias de calidad, que se ofrezcan a bajos precios. Según manifestaron, las autoridades de la Asociación, han sido recibidas por funcionarios comunales a quienes les han transmitido esta inquietud, pero todavía no han obtenido respuestas.