Automovilismo: perfil del "Gurí" Martínez, flamante campeón del Turismo Carretera

Aún llegan las repercusiones por el título obtenido por Omar Martínez en el Turismo Carretera el pasado domingo en La Plata. Los festejos fueron interminables, todavía los fanáticos de Ford no se cansan de entonar sus cánticos en contra de los hinchas de Chevrolet y las demás marcas del circo del TC. Todo gracias al “Gurí”, quien con su estilo cancino e inconfundible, se consagró al fin, de la mano de su Doña y ayudado desde arriba por Dios, como él lo definió al final de la competencia. En esta crónica se destacan hechos de su vida íntima, su trayectoria y la felicidad que siente el piloto por esta enorme satisfacción que le brindó al pueblo entrerriano.

Las cosas nunca fueron fáciles para Omar Martínez en el automovilismo nacional. Todo tuvo un costo extra y eso templó su espíritu mucho más de lo que creen aquellos facilistas que lo tildan de "pecho frío". Desde su origen humilde debió luchar siempre un poco más para abrirse paso en un ambiente difícil. Porque no contó con el respaldo económico que acompañó a Guillermo Ortelli, el legado de un apellido que heredaron los Di Palma o la chapa internacional que trajo Norberto Fontana.

Sí tuvo a su favor esa imagen de chico callado del interior, que le hizo ganar simpatías en sus años juveniles y junto con su origen entrerriano le valieron el apodo de “Gurí”, que lo acompaña aun hoy, cuando ya pisa los 39 años, y es esposo y padre.

El respaldo familiar resultó decisivo en aquellos primeros años con la velocidad para cimentar este buen presente. Mamá Haydee amasó y amasó empanadas para las rifas desde donde salían fondos para los primeros autos de carrera. Papá Enrique hizo malabares con la economía. Ariel y Rubén acompañaron como dos buenos hermanos. Fiel a sus raíces, como generalmente lo es la gente del interior, el “Gurí” no lo olvidó cuando poco a poco fue insertándose en el ruido grande.

Hoy la imagen del “Gurí” junto con su familia es un clásico en cualquier circuito del país. Casi infaltable es la presencia de su esposa Patricia, que suele seguir las carreras desde esa casa rodante que hace un par de año compró para viajar con su familia y además estar con ellos cuando termina de clasificar o correr. Una tierna imagen resulta ver a sus hijos Paulita (5 años) y Agustín (2) en sus brazos en los podios. Un ejemplo de buen entrerriano da su padre Enrique cebando mate en los boxes. Y para que el “Gurí” no se sienta solo en la pista, en la butaca derecha del Falcón lo acompaña Iván Heidenreich, su primo.

A la distancia, en Paraná, gozan o sufren sus dos hermanos. Ambos se incorporan al núcleo familiar en los circuitos cuando el “Gurí” corre en la capital entrerriana. Una rutina que hasta el 8 de julio cumplía también mamá Haydee. Pero ese martes, tras tomar un té, se durmió para siempre... Cinco días después, sobreponiéndose al dolor, Martínez quebró el maleficio que le impedía ganar en Buenos Aires. Cuatro meses más tarde rompió el que lo separaba de su primera corona en el TC. "La Doña me está ayudando desde el cielo...", repite. Como para no creerle.

"La ayuda de mi familia fue muy importante para superar los malos momentos", reconoce el “Gurí”. El título perdido en Río Gallegos en 2001 representó una gran prueba. Ese respaldo de los suyos le sirvió como empujón para la idea de armar su propio equipo a principios de 2002, tras separarse de Alberto Canapino.

Como siempre, el “Gurí” hizo camino al andar. Así, la consolidación empezó a verse el año pasado con la incorporación del joven y ascendente chasista Maximiliano Juárez y Carlos Alberto Johnny Laborito, un tradicional motorista del TC. Gente de perfil bajo, pero capaz y trabajadora, como el resto del equipo. Era el complemento que necesitaba para hacer realidad este sueño de campeón de TC. El mismo que como reflejo de una vida, costó mucho, pero finalmente llegó.

Fuente: Clarín Digital.

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