Daniel Tirso Fiorotto (*)
Las barras, que pueden ser usadas a veces para los más diversos fines, anotan una supuesta debilidad del adversario para machacar allí, a ver si consiguen una reacción adversa o ponen nervioso al jugador. ¿Cuál es la debilidad del paraguayo, el boliviano? Su pobreza. Son inmigrantes pobres, obreros de la tierra muchos de ellos. La hinchada se burla de los pobres, se burla de los trabajadores.
Ante la gravedad de la discriminación negativa en las canchas, las autoridades debieran actuar de modo muy sencillo: dos veces que generen ese ambiente discriminatorio, y a la B.
El club es el equipo, los técnicos, los directivos, la hinchada. Todo eso es el club. Y tiene que pagar por sus atropellos.
Muchos caemos
Un intercambio entre amigos sobre el humor basado en caricaturas de dioses y profetas, que ofenden a muchos creyentes, nos reveló algún chiste discriminatorio contra los homosexuales, del Negro Fontanarrosa, nada menos.
Es decir, hasta las personas más admirables cometen tropiezos. Es nuestra comunidad, nosotros formamos parte de una comunidad que discrimina.
Los chistes con ofensas son moneda corriente. Negros, judíos, homosexuales, gallegos, mujeres… Generalmente el macho blanco es el más inmune, porque la cultura occidental judeocristiana lo ha puesto encima de todo. Incluso dios es macho blanco, en las imágenes. Qué agregar. La discriminación negativa tiene bases hondas y milenarias. Eso de que un dios dispuso que una especie (casualidad, la nuestra) se sirviera del resto es una puerta de entrada a todo un mundo de intolerancia y soberbia.
Hace pocos días, un señor llamado Souleymane fue atacado en el metro de París por aficionados del club Chelsea. Los gritos contra este ciudadano duraron un rato largo.
La víctima explicó: "Tomé el siguiente tren y volví a casa sin decir nada a nadie, ni siquiera a mi esposa o hijos ¿Qué les hubiera dicho a mis hijos? ¿Que a papá le echaron del metro porque es negro?".
Luego se conoció el caso porque alguien lo había filmado con su celular.
Las patotas futboleras, como los borrachos, suelen sincerar en público lo que muchos piensan en privado. O tienen incorporado, como prejuicio.
En la Argentina, un país venido del indio, el negro, el gaucho, unos chorros tardíos de sangre europea llevan a esos estúpidos de las barras de fútbol a burlarse de algunos adversarios por bolivianos o paraguayos. Porque además de la pobreza allí incide la prepotencia del blanco, la pretendida superioridad. Es decir, lo que pasó en el metro de Francia pasa en la Argentina a diario, con distintos grados.
Contra la brutalidad, no hay modo. Habría que detenerlos para mostrarlos un rato frente al espejo, hasta que adviertan que aquí somos tan bolivianos y paraguayos como argentinos, es decir, no tenemos diferencia alguna. Sin embargo, el ataque desatado hace 500 años todavía se manifiesta en las personas y más en las patotas.
No olvidemos que un europeo de los que más defendió a los indios, Bartolomé de las Casas, propuso que en vez de esclavizar a los habitantes del Abya yala había que esclavizar a los africanos… Y no olvidemos que uno de los mayores defensores del gaucho, José Hernández, dejó a los indios y a los negros por el piso en su obra cumbre.
¿Dónde aprendemos?
Tenemos dónde aprender. En casa, en la escuela, donde nos hablan del “padre del aula”, y ese “padre del aula” pensaba que los gauchos sólo servían para regar el suelo con su sangre.
Es decir: en un juicio a un barrabrava por discriminación negativa, su abogado tendría que sugerirle que diga que él aprendió a discriminar a los demás en la escuela, con el padre del aula.
Una nena de una escuela céntrica de Paraná contaba que, en una pelea tonta del recreo, una de sus amigas le gritó judía de mierda a otra amiguita, y así se fueron corriendo por la vereda.
Una había hallado un talón de Aquiles, para atacar. ¿Dónde aprendió eso?
La revista Charlie de Francia sufrió un atentado por los chistes que se burlaban de libros sagrados.
Los árabes son atacados permanentemente en occidente, pero en estos días ha cobrado fama las determinaciones del Estado Islámico, que al parecer pasó a degüello a varios.
En esa guerra, la muerte de veinte personas pasadas a degüello provoca ira en el planeta. La muerte de cientos de miles por las bombas yanquis, en cambio, se naturalizan. Es una suerte de discriminación negativa, esa de medir con distintas varas.
Lo de occidente no es un chiste. La discriminación negativa es un mal del mundo, y en nuestra región bien podría sintetizarse en el racismo.
No es un problema para ocultar, ni para excusarse, porque se ha metido en todos los ámbitos.
Ojo con los chistes
Algunos sostienen que hay que privarse de chistes, cuando del otro lado hay personas que han sufrido horrores por la discriminación negativa.
Sólo alguien que ignora de verdad la tragedia de la negritud podrá decir “negro de mierda”.
La esclavitud del negro no da par bromas, el holocausto no da para bromas, la sumisión y violación de la mujer no da para bromas. Y tampoco dan para bromas las creencias profundas de los pueblos.
Los circos llevaban mujeres barbudas. Una de ellas, Julia Pastrana, sufrió horrores. La exhibieron en vida y luego de su muerte. Sólo quien ignore la tragedia de esta mexicana podrá hacer burlas con la mujer barbuda del circo.
A los pueblos que han visto llover bombas sobre inocentes no les mandemos chistes sobre sus creencias. Ni a favor ni en contra. No chistes.
Basta, basta de chistes. La bromita, basta. Después los chicos naturalizan las bromas y reproducen.
La Argentina, que constituyó con el esclavismo brasileño, el imperialismo británico y el golpismo uruguayo, una triple alianza que destruyó al Paraguay, que masacró a todo un pueblo, no puede hacer chistes sobre el cadáver de sus víctimas. Y no hay justificaciones que valgan. Sólo el que ignore las atrocidades que hicimos con los paraguayos podrá sostener un chistecito.
Basta de chistes sobre las mujeres golpeadas. No más bromas. ¿Cuántas mujeres sufren todo tipo de trastornos, y hasta pierden la vida, en una sociedad que naturalizó por siglos la reducción de la mujer a estado de servidumbre, y la prepotencia del hombre?
Sin excusas para matar
Esto que hemos dicho no equivale a convalidar el uso de la violencia en venganza por los chistes. No. Una burla no se paga con sangre.
Pero no es la suerte de los artistas franceses lo que nos obliga a revisar nuestras actitudes. No es el miedo. El tema es saber en qué medida nuestro derecho a la risa, a la ironía, no está chocando contra derechos de mayor raigambre.
En nuestra comunidad, en Paraná, en Entre Ríos, la discriminación negativa es diaria, masiva, y genera tremendas injusticias y divisiones sociales.
El color de la piel, la vestimenta, el partido político con el que se simpatiza, la religión, el estatus que dan las graduaciones universitarias (nuevas formas adquiridas por los títulos de nobleza), la clase social, el apellido, el lugar de nacimiento, el sexo, la ocupación, las leyes de herencia, el pago de las deudas del estado, la adjudicación de espacios en los medios masivos según las normas del mercado, el aspecto corporal, los impuestos sobre alimentos, los mínimos en los servicios, son modos de discriminación negativa que no deben analizarse por separado. A veces se potencian unos a otros.
Empujar a los campesinos al destierro es una discriminación a la entrerriana. Que cualquiera pueda comprar tierra menos el campesino, es otra discriminación a la entrerriana.
En nuestra provincia hay proveedores del servicio de agua que cobran un mínimo. Si la familia no gasta nada por algún motivo, paga igual. De modo que entre dos personas que no consumen, una paga el 10% de sus ingresos, y la otra de al lado paga el 0,0000000000001 de sus ingresos. Discriminación negativa. Más paga el que menos tiene. Y eso ocurre incluso en las llamadas “cooperativas”.
La cultura, un remedio
Hemos demostrado, en este espacio, que una mujer sola con varios niños a cargo puede pagar el maíz mucho más caro, si se compara con lo que paga una multinacional por el mismo producto para llevarlo al exterior. El Estado mismo (y no es obra de uno u otro gobierno, porque esta estructura atraviesa gestiones) es principal discriminador.
Simpatizar con el partido de gobierno facilitará el acceso a un empleo público. No importa el mérito, el talento, la formación, la voluntad de trabajo. Entonces, el joven que consigue un empleo tendrá trabajo, salario, capacitación, obra social, tarjeta de crédito, oportunidades crediticias, vacaciones pagas, y en poco tiempo logrará inclusive estabilidad. El otro, con similares o mayores méritos, no tendrá trabajo ni salario ni obra social ni vacaciones pagas ni oportunidades crediticias ni consideración pública, porque será un desocupado. Eso, con sólo hacer un guiño al jefe de turno. Discriminación desde el estado.
Hay casos en que las leyes, y hasta la Constitución, se convierten en humoradas. Porque los mismos que la juran, la violan. Y cada uno que llega, hace lo mismo como quien dijera “ahora nos toca a nosotros”, y reproduce los vicios que antes cuestionó.
En la Argentina, la arbitrariedad en el uso de fondos públicos genera constantes discriminaciones negativas. En los clubes, en los sindicatos, entre los artistas, entere los periodistas, entre las empresas.
Hay quienes pueden comprar un medio masivo con dinero de la publicidad del estado que van a recibir, porque un amigo se lo garantiza. Hay empresas que crecen con la garantía de obras del estado, burlando licitaciones.
Es sabido que en los más diversos rubros, vivir en Buenos Aires da más facilidades. Allí, incluso, los servicios son más baratos, y funcionan (pagados por el conjunto del país).
En la Argentina hay lugares donde todas las escuelas poseen gas natural, y lugares con ninguna escuela provista de gas natural, pero todos en su conjunto pagan la distribución desigual.
Los subsidios a los ricos y los aportes al entretenimiento banal (mientras falta hasta curita en los hospitales) son moneda corriente en una Argentina asaltada por la alta burguesía.
Se recordará el tiempo de los bonos, por falta de billetes. Dos decenas de provincias emitieron papeles, la casa Rosada sólo consideró los de la provincia de Buenos Aires. Discriminación negativa sin escrúpulos. De la Rúa lo hizo. El peronismo fue muy puntilloso en dar los bancos al capital privado. Las provincias alistadas en la servidumbre obedecieron, Entre Ríos entre ellas. Buenos Aires ciudad y Buenos Aires provincia quedaron con bancos propios… ¿Qué agregar?
Cuando es el estado mismo el que discrimina negativamente, de ahí pueden derivar muchos modos de segregación en la comunidad, porque no hay quien dé el ejemplo, faltan testimonios.
Conocer, saber del otro, estudiar la historia, la economía, la sociedad, las migraciones, los derechos, los derroteros de las distintas culturas, conocernos en suma, sería un antídoto contra la discriminación nuestra da cada día. Y evitaría la proliferación de chistecitos en apariencia inofensivos que van sembrando el camino de la intolerancia, la ofensa, la injusticia.
Fuente: Uno