“A los 7 años ya quería estar en un escenario”

Soledad Comisso

-¿Cuándo comenzó tu interés por el folclore?
-En La Paz, ciudad en la que nací y me crié, se hacía el Festival de la Pesca Variada de Río, que aún se sigue haciendo. Ahí, de día se hacía todo lo relacionado al río y de noche era el festival folclórico. Cuando yo tenía 7 años vino a la ciudad una compañía de baile de Buenos Aires y vi una puesta en escena de una obra de Luis Landriscina que mezclaba una parte de teatro y otra de ballet folclórico y ahí fue cuando le dije a mí mamá que yo quería estar arriba del escenario. No sabía cómo ni cuándo, pero yo quería eso. Y ese mismo año se enteró mi madre de que abría en la ciudad un estudio con una profesora de ahí, pero dependiente de esta academia, así que me inscribí y comencé a estudiar.

-¿Y cómo llegaste a la danza clásica?
-Seguí estudiando folclore hasta que me recibí de maestro de Danzas Nativas y a la par también había empezado a estudiar teatro. Recuerdo que un día me pidieron que hiciera un rol que tenía que ver con danza clásica y ahí me decidí a dedicarme a eso.

-¿Cuándo y adónde te fuiste a estudiar?
-Cuando terminé el colegio secundario, influenciado por un grupo de amigos que vinieron a estudiar Comunicación Social a Paraná, yo también vine. Pero paralelamente empecé a estudiar danza y ahí conocí a un maestro que me entusiasmó para me presentara al ingreso del curso de varones del Teatro Colón. Yo no estaba muy convencido de hacerlo, pero al final me presenté. Éramos muchísimos chicos y quedamos solamente nueve. Ése fue un punto de inflexión que me hizo pensar que si entre tantos yo quedé, era porque tenía condiciones para bailar o al menos para desarrollar un potencial. Así que me quedé estudiando en el Teatro Colón. Fue una experiencia única. Estudié mucho y la pasé muy bien, aunque es una carrera de mucho sacrificio porque la exigencia física es mucha y tenés que relegar otras cosas de tu vida.

-¿Cuánto entrenabas por día?
-En la cúspide de mi carrera, que fue después del Colón, entrenaba alrededor de 11 horas diarias. Porque tenía por un lado lo que era training, que te da velocidad y estado, y la otra parte de estudio, donde te planteás un problema de pasos y tenés que resolverlo. Componer una resolución de pasos, posiciones, ver la potencia y la fuerza para sacar los saltos, etcétera. Además de todo eso, como yo soy una persona muy curiosa, también hice tap, jazz, tango y canto. Hueco que tenía libre lo dedicaba a estudiar o también a trabajar.

(Más información en la edición gráfica de ANALISIS de esta semana)

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