Burruchaga, Claudio Pedro Bonggi y Cristian Humberto Pablo Rivero están acusados por los delitos de transporte de estupefacientes, en abuso de autoridad y falsificación de documento público, por un hecho ocurrido el 17 de noviembre de 2005, cuando efectivos de la Delegación Concordia de la Policía Federal incautaron un paquete que contenía 152 gramos de cocaína distribuidos en ocho tizas y en un trozo compacto en forma de alfajor, que eran transportados por dos hermanos a bordo de un Fiat 147 que realizaba un servicio de entrega de encomiendas en Colón, San José y Villa Elisa.
El paquete. Gerardo Silva, el dueño de la empresa de transporte de encomiendas y uno de los involucrados por la actuación policial, declaró ayer que unos minutos antes de las 10, mientras terminaba de recoger los encargos en Colón, recibió un llamado para buscar un paquete en San Martín y Ramírez, para entregar en un domicilio de Villa Elisa.
Silva no duda en que fue desde el teléfono de Burruchaga que efectuaron ese llamado, tal como lo confirmó el informe de entrecruzamiento de llamadas. El policía reconoce haber efectuado la llamada, pero difiere en el contenido del mensaje: mientras Silva asegura que lo convocaron a recoger el paquete que luego se supo que contenía la droga, Burruchaga dice que lo llamó para preguntar si estaba trabajando, publicó El Diario.
Según dijo Gerardo Silva, su hermano Amadeo, que trabaja con él y estaba realizando trámites en el centro de Colón, lo llamó inmediatamente después para decirle que había completado su tarea y pedirle que lo buscara para emprender la vuelta a Villa Elisa. Entonces, ambos marcharon a completar el recorrido que finalizó en San Martín y Ramírez. “Cuando estaba llegando, veo una persona que me hace señas, se aproxima al auto, me entrega un paquete y me pregunta si conozco la dirección”, recordó ayer, ocho años después, ante el tribunal. “Yo no alcanzo a verle la cara”, agregó además Silva.
Silva también comprometió a Burruchaga al describir cómo se desarrolló el procedimiento en el que se detectó el paquete que contenía la droga: contó que se sorprendió al ver el operativo sobre la ruta, pero que sorteó el control y siguió viaje; pero enseguida recibió un llamado de alguien que le preguntaba “con mucha vehemencia” dónde estaba. Aquí coincide su versión con la que dio el policía imputado, tanto en el llamado como en su contenido.
Los hermanos Silva fueron nuevamente interceptados en la entrada de Villa Elisa por una comisión policial al mando de Burruchaga. Amadeo Silva dijo que pasaron “entre cinco y 10 minutos” entre un procedimiento y otro.
Entonces los hicieron descender y ellos mismos ayudaron a bajar los paquetes que estaban en la parte trasera del vehículo. Según Amadeo, “ese paquete (el que tenía la droga) quedó solo en el auto”. El hombre no supo explicar por qué. “Yo me acuerdo que bajé las cosas y en un momento quedé a un costado”, ensayó como respuesta a las dudas del tribunal. Su hermano Gerardo refirió que en ese momento Burruchaga exclamó: “Ésa es la bolsa”. Lo cierto es que “el paquete quedó ahí hasta que llegó el perro”, de acuerdo a la versión de Amadeo, en referencia al can detector de narcóticos traído desde Paraná, y dando a entender que el animal sólo olfateó ese envoltorio que había quedado separado del resto.
También declaró ayer un policía que tenía a su cargo el operativo de control de rutas que produjo la primera requisa al vehículo. Horacio Itterman dijo haber sido convocado unos días antes por Burruchaga para realizar el procedimiento aunque no le dieron los detalles de la investigación preliminar.
El policía refirió que tenía instrucciones para detener un automóvil Fiat 147, cuya chapa patente tenía numeración 000 y que así lo hizo, constatando la documentación de sus ocupantes (los hermanos Silva), del vehículo y registrando las encomiendas. “No vimos nada y le dimos el pase”, explicó Itterman. “Enseguida llegó el personal de la brigada preguntando por el auto, les explicamos que lo habíamos dejado continuar porque tenían todo en regla; entonces Burruchaga nos dijo que éramos unos inútiles y que no servíamos para nada”.
Itterman insistió en que la disposición era la de montar un “control rutinario”, que no tenía una orden expresa para “detenerlo” y que no encontró “nada raro”.
Tras la audiencia de ayer, en la que declararon otras tres personas, finalizó la etapa de producción de pruebas. Para hoy están previstos los alegatos de las partes: el fiscal José Ignacio Candioti; el defensor oficial Mario Franchi, en representación de Bonggi y Rivero; y Julio Federik, en representación de Burruchaga. El tribunal podría dar a conocer el veredicto hoy mismo, si los jueces Lilia Carnero, Roberto López Arango y Noemí Berros llegaran a un acuerdo.
El entregador
La investigación nunca pudo determinar la identidad de la persona que entregó el paquete que luego los policías incautaron en el Fiat 147. Gerardo Silva, que resultó imputado en primera instancia, contó ayer que un policía de la Jefatura Departamental de Colón le ofreció mostrarle la foto de otro agente para ver si lo reconocía. Silva dijo que se negó porque intuyó que podría quedar entrampado en una interna policial. “Si tienen problemas internos, arréglenlos ustedes”, fue su respuesta al ofrecimiento.