Por Néstor Banega
Especial para ANÁLISIS

Cada gestión, a la hora de gobernar, echa mano a cuanta herramienta tiene a su alcance. Primero, para sostenerse en el poder, capeando alguna crisis producida por factores externos o por torpezas propias.

Para no ceder en sus pretensiones hará lo necesario y hasta un poco más. Desafiando los límites, poniendo en crisis sistemas y conceptos, agotando los centenarios consejos desgranados en El Príncipe por Nicolás Maquiavelo. Innovando sin piedad.  

Los analistas de la política lucen desorientados, los circunstanciales adversarios están sorprendidos. No la vieron. No la ven. O no la quieren ver.

Evitar el desgobierno, ocultar las debilidades, alejar la posibilidad de destierros, movilizan la creatividad de los que acceden a una administración y la usan para poner en jaque a los que perdieron su posición.

El cambio de ciclo y de época, la velocidad de los acontecimientos, junto con la irrupción de una ola conservadora de alcance mundial, fortalecida por los fracasos de sus antecesores, permitieron -entre otras cuestiones- que el panelista Javier Gerardo Milei se convierta en presidente de la Nación Argentina.

La sorpresa dio paso a una realidad que puso y pone en crisis el derrotero de los tradicionales partidos o espacios políticos que constituyeron en los últimos cuarenta años la oferta electoral.

Sin duda las estrategias desplegadas, para llegar y sostenerse en el poder que aplica el libertario, son exitosas.

Profundizando las aristas del personaje que le permitió abrirse camino en tiempo récord, aprovechando la crisis identitaria y el desconcierto de sus opositores, se consolida.

En una nota publicada en diciembre de 2023 opinamos que no era posible gobernar de espaldas al Congreso y a los ponchazos. Es evidente que no imaginamos que el desbande provocado por el libertario pondría todo patas para arriba.

Entre otras cosas, en todo este tiempo, desbarrancaron posturas de sus opositores que hasta entonces parecían inconmovibles.

Pusimos tono de advertencia al vislumbrar las intenciones explícitas del libertario, pero, a la luz de la coyuntura, casi nadie las tomó en cuenta.

Al borde de los seis meses gobierna, a pesar de tener absoluta minoría en el Congreso, sin leyes aprobadas, a puro Decreto de Necesidad y Urgencia. Instrumentos que son sistemáticamente ignorados por quienes deben ocuparse de tratarlos. Congreso desdibujado y a los tumbos, que en las últimas horas dictamina a favor de los deseos íntimos de Sturzzenegger.

Todo al revés

La minoría parece mayoría y asistimos a la destrucción del fondo y las formas. En lugar de promover equilibrios, el presidente se ocupa de ahondar diferencias y con eso se afirma y gana poder.

Hizo del insulto una marca registrada y esto es posible porque los insultados se lo permitieron y permiten.

Tomemos el ejemplo que nos ofrece el gobernador de la provincia de Córdoba, a quien Milei calificó de traidor y de ser parte de una lógica primate. El presidente consideró que no debía pedirle disculpas por nada. Y efectivamente, no pidió disculpas. Redobló la apuesta.

La tibieza de Llaryora quedó patentizada. Cuando recibió insultos insinuó tener algún tipo de dignidad y afirmó que “encapricharse no conduce a ningún lado”.

Arriesgó ante el embate del libertario que “Argentina necesita más acuerdos y más diálogos”. Preciosura de frase. Reclamó convocatorias que nunca llegaron y lanzó, en referencia al presidente, que Milei tenía “un desconocimiento supino de lo que es el interior de Argentina”. Daban ganas de aplaudirlo.

Pero hace apenas unos días hubo un acto sin pacto en la docta y un desdibujado mandatario provincial lució gris, desvencijado y sin arrogancia. Estaba en su propio territorio. En lugar de ganar algo de respeto se sometió manso a los silbidos. Se entregó. En otros tiempos esto podría ser calificado de patético.

Algún historiador diría que se trató de una derrota. Es que promediaba febrero y el gobernador Cordobés sostenía una defensa del Fondo de Incentivo Docente, explicando las consecuencias que tendrían las decisiones de Milei para los docentes.

Ya no hay fondo para los docentes. Para el gobernador de Córdoba, silbidos. Quien sabe si le quedará vergüenza.

Una muestra clara de las herramientas que el libertario viene aplicando. Indiferencia hacia las críticas y mirar para otro lado. Insultar. Le sigue dando resultados.

Hubo una movilización contundente en defensa de la Universidad Pública. Fue absolutamente ignorada y según el presidente sólo eran lágrimas de zurdos. De inmediato la invisibilizó y sin responder a las demandas, siguió en la suya.

Después armó sus propias duchas de multitud y así como fue a Córdoba (la misma provincia desde la que Liniers organizó la resistencia a la Revolución de mayo de 1810), llenó el Luna Park para seguir lanzando golpes y hacer un show al mejor estilo de los que allí desplegaba Lali Espósito. Mucho ruido, luces y aplausos de los fanáticos.

Tensión y ruido para poner en crisis todo el sistema, aplicando dosis de crueldad, cinismo y desaprensión, refutando la realidad del hambre sin entregar alimentos.

Todas estas acciones le han servido, le sirven a Milei, que mientras no alcanza el gas en plena ola de frío, recorre el mundo hablando de inteligencia artificial y recibiendo premios otorgados por líderes o fundaciones que aceptan un solo pensamiento: el propio.

Ha creado un personaje lleno de atracciones. Construye su propio circo y logra sostenerse en el centro de la atención. Hizo añicos las convicciones de quienes en teoría piensan diferente y les generó envidia y una fuerte contradicción. Algunos hasta se le quieren parecer.

Como no saben, no quieren o no pueden reconstruir lazos con sus seguidores, se rinden ante semejante espectáculo.

Sin identidad y desconcertados, quienes deberían poner freno a las ansias destructivas que en nombre de la libertad encara Milei, prefieren claudicar y firmar dictámenes de un proyecto de pretensiones infundadas.

Milei se consolida y al mismo tiempo sus adversarios hacen el ridículo.

Es que generando tensiones y haciendo mucho ruido, el presidente ha logrado, más allá de las advertencias que cayeron en saco roto, una estrategia de gobierno exitosa. Y va por más. Va por todo.

Para eso cuenta con la ayuda inestimable de los que dejaron sus convicciones en alguna parte y no las quieren encontrar.