
Por Darío Dayub (*)
Durante muchos años tarareamos las decenas de hermosas versiones del bolero "Perfidia", mientras añorábamos, quizás, algún amor no correspondido con sabor a injusticia. A casi cien años de la creación del mismo, y en pleno proceso cultural deconstructivo, empezamos a entender que el amor no funciona con esa lógica y que quien de modo contumaz la sigue solo vuelve peligrosamente tóxico al mismo.
Las realidades solo se nos presentan y obligan, en su coyuntura, a tomar decisiones en acotada libertad.
Lo raro es que quienes mas han declamado y militado políticamente esta deconstrucción, son hoy los mas apegados también aquel viejo concepto tóxico del “amor”. Literalmente se ha vuelto un peligro social el miedo del gobernador a tomar medidas locales que puedan darle al presidente un mensaje erróneo de perfidia en su "amor". Si en el mismo, como ya se dijo, esa lógica no funciona, menos aun lo hace en materia de "amoríos políticos"; sobre todo, como en el caso, si el mismo se parece mas a los "pasajeros de verano" que a uno real, atento los antecedentes aventureros de nuestro gobernador según el puerto donde las urnas lo han dejado parado.
En esa, su lógica, todos los que, como pueden, alzan la voz pidiéndole se aggiorne un poco a la problemática provincial, terminan siendo puestos, sin distinción, como enemigos de su "leal amor" velado bajo el titulo de “irresponsables”.
En medio de ese modo de ejercer el poder, que atrasa todos los años que tiene aquel bolero, ha quedando toda una sociedad que espera y desespera por respuestas con soluciones. No alcanza con dejarla "asomarse por la ventana" para ventilarse con medidas de placebo a toda vista improvisadas y asistemáticas. Tampoco que sobreestime la paciencia entrerriana intentando aleccionar al único municipio que se atrevió a usar la razón frente a este problema, mientras se los ve en todos los actos pavonearse sin ninguno de los recaudos sanitarios obligatorios.
Los amores cambiaron señor gobernador, tanto como nuestra historia reciente nos enseñó que las pasiones irracionales como herramienta política solo le producen daño a quienes dependen de las decisiones de ésta. Y así, como aquel viejo concepto del "amor" mata a diario, cuando se lo pretende aplicar en política puede poner en riesgo a toda una generación.
Amores y odios no es, entonces, la respuesta.
¡No tenga miedo! Que nadie, en esta crisis, lo va a culpar de "Perfidia" por sacar del estanco a su provincia.
(*) Especial para ANALISIS.