Por Jorge Daneri (*)
Todas las avenidas de “Ciudad Paisaje” pasarán a ser, como “todos los verdes” de calle Racedo. Los espacios recuperados a ciclistas y peatones, se abrirán también a los tranvías, de grandes ventanas y andares de paseos sin prisa. Tendrán prioridad para todas y todos, los niños y las niñas.
Los nuevos bulevares se transformarán en corredores bioculturales, con ferias populares, agroecológicas, artesanías, artistas diversos, coros y orquestas. Los escultores serán los regalones de los espacios creativos y públicos como en la Resistencia, capital de los chaqueños.
En todas las esquinas, existirán bibliotecas colectivas gratuitas al aire libre, administradas por las comisiones vecinales y cooperadoras de las escuelas públicas.
Cada dos o tres cuadras, pequeños anfiteatros para los coros y orquestas barriales, los cantores anónimos, como para el Negro Aguirre, Silvina López, Natalia Carossi, Jorge Fandermole, el Zurdo Martínez, que estará sentado con su sombrero en todas las esquinas, entonando esperanzas juveniles desde esas nubes bajas siempre enamoradas de los árboles viejos.
Los autos y las motos dejarán su arrogancia, muy poco necesarios, pasarán a ser.
Los bulevares se trasladarán hacia los barrios, para que los cinturones verdes puedan enraizarse en el tejido urbano con saludables alimentos.
Las ciclovías serán el encuentro de vecinos trabajadores que en total naturalidad recorrerán otra libertad, quizás, la libertad.
El Estado será el mayor aliado y garante de la nueva y vieja ciudad, será el custodio orgulloso de esta ética de la renovada libertad de “todos los verdes” en “la ciudad paisaje”.
No será necesario recurrir a la Justicia, porque la justicia será ese acuerdo social y político donde ella, la justicia social y ambiental se abrazarán en la coherencia de lo sencillo, creativo y amorosamente posible.
Muchos ciudadanos, vecinos, no nos creemos los otros cuentos de más de lo mismo, creemos que otros mundos muy pequeños y nuestros, muy de estos rincones al sur del mundo, desde los recuerdos cívicos y urbanos de la infancia y el río, son la esperanza de que esos otros mundos sí son posible.
Es la democracia social y ambiental la que construirá nuestras sociedades sustentables. Ahora, aún, sin el Estado local, mañana, quizás a partir de mañana, todos juntos, lo iniciaremos, finalmente, arrancaremos este sueño, este futuro nuestro.
(*) Integrante de la Asociación Argentina de Abogados Ambientalistas (AAAA) y de la Unidad de Vinculación Ecológica (UVE) de Fundación La Hendija de Paraná. Artículo publicado en ERA Verde.