El campo minado que rodea a Bordet

Por Hugo Remedi
(para ANÁLISIS DIGITAL)

Contraste demoledor: cuando el actual gobernador Sergio Urribarri ganó la reelección en los comicios del 23 de octubre de 2011 sacó el 55,98% de los sufragios en juego (368.111). Gustavo Bordet, en tanto, cosechó el domingo pasado un poco más de 303.000 sufragios, es decir, un porcentaje cercano al 42,30%.

Producto de la misma elección, Urribarri ganó en todos los departamentos de la provincia, y como consecuencia se quedó con la totalidad de los inquilinos de la cámara alta de la provincia, es decir los 17 senadores provinciales. Bordet, en cambio, quedó en minoría: el oficialismo ganó 8, perdió 8 con Cambiemos y Villaguay con el candidato de UNA.

Cuando Urribarri ganó en 2011 fue tanta alevosa la diferencia de votos con el segundo (Atilio Benedetti 18,80%) que de arranque nomás se quedó con 19 diputados provinciales, a los que con el tiempo se sumaron los 6 del entonces Frente Entrerriano Federal que llevó a Jorge Busti como candidato a gobernador.

Cuando el oficialismo ganó las elecciones de 2011, el urribarrismo K se quedó con la mayoría de las intendencias de primera categoría: 31 en total. Hoy, Cambiemos aspiró 19 de ellas. En contraste, el oficialismo apenas pudo quedarse con una decena de municipios, logrando retener a tres de los más importantes, Concordia, Gualeguaychú y Concepción del Uruguay; Cambiemos por su lado recuperó Paraná y se apropió electoralmente de otros municipios cabecera como La Paz, Victoria, Gualeguay, Diamante, Rosario del Tala.

Lo peor de la primera conclusión es que de las veleidades de líder indiscutido que supo hacer valer el actual mandatario para imponer su voluntad a rajatablas con la complicidad de la obsecuencia de dirigentes peronistas de toda la provincia, deberá hacerse cargo ahora, el futuro gobernador, el actual intendente de Concordia Gustavo Bordet. Camino a agravarse notoriamente si no gana Daniel Scioli en el ballotage del próximo 22 de noviembre.

Condicionado por funcionarios y legisladores que en su gran mayoría digitó Urribarri, Bordet tendrá ya antes de asumir varios frentes abiertos, uno de los principales, el interno, que no para de llorar y clama por romper con la obediencia debida.

Hoy, prudentemente los grandes perdedores utilizan la frase “notorias ausencias en las elecciones” para no decir abiertamente todavía, y de un modo literal, que fueron traicionados. Pasado el 22, otro será el lenguaje para hacer la catarsis.

En clave electoral

A ello habrá que sumarle lo que muchos denominan una grave descompensación económica de la provincia, y como agravante, la ausencia de una caja nacional “generosa” (de no ganar Scioli) como sí tuvo Urribarri con la presidenta Cristina. Se viene el fin de ciclo de los favores regalones.

No en vano, se especula con que Bordet haya suspendido el anuncio de la conformación de su gabinete provincial para después del 22 de noviembre, en el afán de “motivarlos” a todos los que vienen a que antes de ponerse el saco, transpiren la camiseta a tono con las circunstancias adversas imperantes. Del resultado de entonces dependerá la conformación del nuevo escenario provincial.

En segundos, todo cambió para mal en la escudería oficialista.

Bordet no podrá quejarse porque no sucede a un opositor, solo tendrá que hacerse cargo del toro y ver cómo lo doma, enfrentando a una oposición que de prácticamente inexistente pasó a envalentonarse como gendarme de una gestión que por lo bajo, analiza “racionalización” de todo tipo como para equilibrar la libreta del almacenero.

Imaginarse nomás a un posible presidente como Mauricio Macri haciendo puente al gobernador entrante, con el intendente de Paraná, o con los de las ciudades que ganó Cambiemos.

A todo ello, se sumará la necesidad de aguantar o contener a todos los integrantes de estructuras municipales oficialistas que perdieron y además a la infantería que rodea a los legisladores provinciales, hoy varios de ellos caídos en desgracia.

En el ajedrez urribarrista, uno de los movimientos contemplados era llegar a la Nación, como le prometió Scioli al gobernador de la provincia, y liberar algunos cargos provinciales para que los ocupen quienes dieron a riesgo su conformidad, bajo esas condiciones. Hoy todo está en peligro y, como en colectivo lleno, muchos están a los codazos y hombrazos para ocupar lugares. Nadie quiere volver a su casa con la cabeza gacha luego de una vida llena de dichas.

De ganar Scioli, y Urribarri puesto al frente del Ministerio del Interior, la suculenta caja que tendrá a mano podría tranquilizar la impaciencia de Bordet cuando llegue a dimensionar los números de la provincia. A eso aspira. No obstante, ordenar la casa significará pisar variados callos VIP de alto costo.

Significativamente, ese estado de debilidad que hoy enfrenta Bordet, no debería disgustar demasiado a un gobernador en retirada y que en caso de no llegar al escenario nacional, se pondrá al frente de la Cámara de Diputados con toda la intención de retener parte del poderío político que tuvo durante todos estos años con seguridad, marcando la cancha de los cuatro años que se vienen.

A Bordet lo convencieron y lo prepararon para ir arriba del barco; jamás le dijeron que también existía la posibilidad de que llegado el caso tuviese que cambiar el modelo de los remos.

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