El ya no ser irrita al kirchnerismo

Luis María Serroels
Especial para ANALISIS Digital

Distintos episodios que se van dando ponen a prueba la capacidad operativa del nuevo gobierno. Valga como botón de muestra la reacción inmediata de la Casa Rosada frente a este fenómeno tan aciago y doloroso como recurrente de las inundaciones en la Mesopotamia. El poder ha tomado este desafío como una causa nacional: en materia de sensibilidad, lo que le ocurre a un argentino les pasa a todos los argentinos. Se trata de reverdecer el sentimiento de solidaridad que anida en el ADN de la sociedad nacional.

¿Cómo señalar los distintos ánimos y diferenciar las conductas? Muy sencillo. Cuando la tragedia de Cromañón o la otra tragedia ocurrida en la Estación Once del Ferrocarril Sarmiento, Cristina Fernández permaneció ausente (en este último hecho manifestó pesar pero se fue a Santa Cruz). Este hecho tuvo responsables corruptos en el Estado y en empresas privadas. Las sentencias leídas el martes 29 satisfacen e indignan por partes iguales. Lo relevante fue que se deberá investigar a Julio De Vido.

Ambos episodios dejaron un saldo de 246 muertos y en el accidente ferroviario 789 pasajeros aún hoy sufren secuelas físicas y psíquicas.

En ocasión de las inundaciones registradas en abril de 2013 en La Plata, CFK no supo tomar las riendas de la situación, pero sus militantes de La Cámpora se dedicaron a distribuir donaciones de la población luciendo remeras que los identificaba y que los convertía en protagonistas de la cruzada solidaria. Cuando sucedió este hecho, se informó sobre 51 víctimas fatales pero finalmente sumaron 89, desliz atribuido al “incumplimiento de obligaciones normativas de las autoridades sanitarias y judiciales”.

En agosto de 2015 el agua volvió a causar desastres en la capital bonaerense, fruto de la carencia de una apropiada infraestructura hidráulica. Mientras el fantasma de las aguas volvía a adueñarse de la tranquilidad de la población platense, el gobernador y entonces flamante triunfador en las PASO, Daniel Scioli, volaba hacia Italia para reponerse de su estresante tarea proselitista. Ese abandono tenía su paradigma en la Quinta de Olivos.

Por estos días y ante el colosal avance de las aguas mesopotámicas que dejan a su paso dolor, desesperación y miseria por pérdidas irrecuperables y un futuro impredecible, Mauricio Macri –quien también necesitaba descanso-, interrumpió sus vacaciones y se dirigió a la zona de desastre con funcionarios de su gabinete para organizar la ayuda y disponer medidas. El tema es sencillo: ante las desgracias, hay quienes huyen y quienes las enfrentan.

Lo que se observó en Concordia este fin de semana no fue ficción. En medio de la tristeza provocada por un fenómeno hídrico que casi supera al de 1959, el nuevo presidente fue a compartir la durísima tarea con autoridades entrerrianas que nada bien lo habían tratado durante la campaña electoral.

Fue lo expeditivo ante la improvisación; la asistencia ante el abandono. La convivencia en el infortunio entre autoridades de diferente signo político, fue un hecho que no puede pasar desapercibido y denota una elogiable forma de tolerancia, extraviada en época reciente. Hasta el intendente de Paraná, Sergio Varisco, se trasladó a Concordia para ofrecerle ayuda a su par, Enrique Cresto.

Mientras esto ocurre en la Mesopotamia, Scioli –aún no superado el síndrome de la derrota- debe soportar que María Eugenia Vidal revele la existencia de “esqueletos” (deudas no documentadas) por $ 54.000 millones que, con otros “regalos” financieros, obligan a enfrentar pagos por $ 98.000 millones con plazos perentorios de cancelación que demandan auxilio crediticio.

Y como si fuera poco, el Frente para la Victoria y por orden de Cristina Fernández, no dio el quórum para tratar el Presupuesto 2016. Esto significa que el nuevo año empezará sin que la principal provincia argentina tenga su ley de leyes (¿reacciones de perdedor, quizás?). ¡Qué ironía! El mismo día de esta trapisonda, la hermana política de CFK no vacilaba en pedirle auxilio financiero a Macri para poder pagar los sueldos en Santa Cruz.

En medio de todo esto, un gran revuelo absorbió la atención a horas de la Navidad. La intervención de la AFSCA y el posterior desalojo ordenado por un juez, dieron la dimensión de cuánto está dispuesto a hacer el kirchnerismo para resistir la escoba macrista. El caso del desplazado Martín Sabbatella es muy peculiar.

Quien lea la Ley 26.522 de Medios de Comunicación Audiovisual y las normas de creación del organismo de aplicación, nunca llegará a comprender que esta persona haya sido puesta al frente de una tarea tan compleja.

Desde un principio su nombramiento fue impugnado desde distintos sectores porque este político- que ha sobrevolado por diferentes partidos hasta formar el propio e incluso enfrentando a los Kirchner- carece de estudios en comunicación social y de todo tipo de antecedente o experiencia en esta materia. En consecuencia mal podía exhibir alta calificación en su profesión ni reconocérsele trayectoria alguna. Su designación constituyó una manifiesta y palmaria violación de la normativa aplicable. No faltaron quienes atribuyeron su llegada al compromiso de cumplir con todas las órdenes de la Casa Rosada, estén o no sujetas a la ley que terminó teniendo un color para los amigos del poder y otro para los medios independientes.

La cantidad de atropellos que se han dado -frenados finalmente por la justicia – y las groseras discriminaciones que hicieron de la transferencia de frecuencias y adecuación de oficio una herramienta para pagar favores y sancionar el no alineamiento, desembocaron en una intervención que deberá justificarse en la medida que las auditorías confirmen las irregularidades denunciadas. Un punto muy objetable fue nombrar empleados de cuyos sueldos se extraía un porcentaje para hacer caja partidaria.

La pluralidad informativa no fue el fuerte de esta conducción y el mayor empeño se puso, casi ciegamente, en confrontar con el Multimedio de la familia Noble a partir de desavenencias con Néstor Kirchner, tras anudar un acuerdo que finalmente fracasó.

En el medio, Sabbatella creó un revolucionario sistema educativo para la formación de “locutores militantes” (orientados a defender el modelo), cuyos estudios duraban ¡un día! y se salía con el certificado bajo el brazo como “Locutor exprés K”.

La libertad de expresión y el aliento a los medios alternativos, terminó teñido por la discriminación de la pauta publicitaria -incluso desoyendo fallos de la Corte-, el manejo tendencioso de la agencia informativa oficial y el apoyo obsceno a un programa (678) diseñado para enlodar opositores, erosionar voces no adictas y servir a causas vergonzosas utilizando un medio del Estado, o sea de todos los argentinos.

Los instrumentos jurídicos empleados para la intervención, fueron los mismos que le sirvieron a Néstor Kirchner para intervenir organismos muy importantes despidiendo a sus titulares. Pero además, Cristina hizo y deshizo en la AFSCA vía decreto cuanto se le antojó (¿el muerto se asusta del degollado?)

Hoy la palabra que más encoleriza al kirchnerismo es “auditoría”, pero no obstante las revelaciones que sacuden a la opinión pública, se opta por criticar lo que se debió hacer y no se hizo en 10 años, dejando un país cargado de corrupción, bajo en reservas, aislado del concierto internacional, debilitado su aparato productivo, abrumador déficit fiscal y una deuda pública que demandará años superar. El ya no ser del régimen desplazado implica un estado mezcla de depresión y enardecimiento que se agudiza por la abstinencia de poder y el pánico que genera un eventual desfile ante los jueces.

Finalmente una reflexión: si el kirchnerismo se ha planteado ponerle palos en la rueda al nuevo gobierno, deberá hacerse cargo ante el país y la historia. La altiva ex presidente destila rabia y deseos de venganza. Hoy vale dedicarle una frase del escritor, filósofo y sociólogo José Ingenieros: “El mediocre rechaza el diálogo, no se atreve a confrontar con el que piensa distinto. Es fundamentalmente inseguro y busca excusas que siempre se apoyan en la descalificación del otro. Carece de coraje para expresar o debatir públicamente sus ideas, propósitos y proyectos. Se comunica mediante el monólogo y el aplauso”. ¿A quién le cabría esto? Adivinó.

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